viernes, 24 de febrero de 2012


JUAN MELÉNDEZ VALDÉS




De tus doradas hebras, mi señora




De tus doradas hebras, mi señora,
amor formó los lazos para asirme;
de tus lindos ojuelos, para herirme
las flechas y la llama abrasadora.

Tu dulce boca que el carmín colora
su púrpura le dio para rendirme;
tus manos, si al encanto quise huirme,
nieve, que en fuego se me vuelve ahora.

Tu voz suave, tu desdén fingido
y el albo seno, do el placer se anida,
pábulo añaden al ardor primero.

Amor con tales armas me ha rendido;
¡ay, armas celestiales! ¡Ay mi vida!
yo soy, yo quiero ser tu prisionero.


PABLO OSORIO




IV

La felicidad
al menos la mía
y la de tantos
tantos
tantos otros
Suele medirse
con el Índice de Masa Corporal

La tristeza
al menos la mía
y la de tantas
tantas
tantas otras
suele medirse
con el agujero del cinturón
que sin saber cómo
está cada día más lejos

La verdad
la universal
la única e imperecedera verdad
tiene sus propias medidas
y para desgracia de tantos
tantas
tantos como nosotros

ADRIANA LANZA




La Saga


Si tu así lo deseas puedo ser tu hechicera
estar cuando me busques
desaparecer cuando ya no me quieras.

Puedo trocar este cuerpo
hacerlo más largo, más angosto, más ligero
y ponerme un vestido violeta.
Soplar el humo que me rodea
ungirme de lavanda o jazmín
si me prefieres más sensual pachoulí.

Si mis manos te molestan
fabricaré guantes de seda.

Cambiaré estas rotas sandalias
por zapatos abiertos de tacos negros
para que goces el cuidado de los dedos.
Reposaré los pies en agua tibiamente salada
un masaje de menta
convertirá lo tosco en marea
y las uñas en caramelo.

Pero supongo que no eres tan tonto
para creer todo esto.
Ni por tu amor domado
movería yo un pelo.

JULIO BARRIGA




El Monstruario del Mirador


Tan sólo la amargura me mantiene en pie
la vida es algo que se acaba, siempre
tú también vas a romperme el corazón un día
como a tantos seres destruidos desde edades muy tempranas
personas para quienes el mundo es una necedad y una traición
buscando la droga que les proporcione
imágenes secretas de la felicidad
tristes síntesis mandan en la mente
empiezas a comprender que estás siendo
absorbido hasta los tuétanos
por una fuerza portentosa
traté de surcar el fragor de la tiniebla
manteniendo firme la dentadura
horas prodigiosamente estiradas
donde se desencadena la madre de todas las ebriedades
insignes caballeros cuyo aplomo me abate
gente capaz de producirte un infarto a los huevos
un poemario vivo de seres implacables e imbancables
psicoamericanos, corredores de bolsa
ahora sólo puedo visitarlos
en sueños de los que me despierto gritando.



CLAUDIA PEÑA



El rito


A veces mi cuerpo se abre
para guarecer a un hombre
(hay hombres que arriban
sensibles / gigantes / perdidos).
A veces también confundo
ternura de vientre con verdad
(esa extraña costumbre que tienen
de desaparecer los hombres).
Mientras están, a veces no consigo
atrapar sus olores, el sabor.
Apenas puedo, cuando se han ido, reconstruir
su transcurrir de jadeos y mi deseo.
Se me da por pensar que la sangre
(puntual y cumplida) refleja
el atávico instinto de lavar
esa sombra, esa saliva.
Agotado el rito debo recorrer, ciega,
los punzantes días entre su piel y mi olvido
(hay ángeles que dejan
hambre de luz y suspiros).
Pero la ceguera es corta
y se diluye, ingenua, la ilusión
de domar el conjuro, mi destino.
El cuerpo no olvida:
el cuerpo permanece, por
siempre, nido.

SERGIO GARECA




Relación sobre un ser superior



Mi perro, esta mañana, es dueño del sol.
Recostado, estrellas hacia adentro,
se disfruta y no siente el peso
de ese cuerpo que parece el aire y no es,
esa tristeza circundante y tendenciosa.
Viene de un camino más grato que el mío.
Sin política, sin religión
y, desde luego, sin culpa.
Ya estás un poco viejo,
pero tiene esa predisposición
de ir hacia la muerte sin prisa,
sin temor a despertar,
sin ganas de huir o ser mejor.
Su ausencia de ambición
y su corazón gigante se filtran por las estaciones
sin sentir el reloj,
por eso a veces siento que cree ser mi amo,
pero estoy seguro que
no necesita de esa soberbia.
El patio está sitiado por el sueño
y la orden es precisa,
respirar, sólo respirar.

MARCELO URIOSTE




Textura de Anhelo



Los pasos del reloj están contados;
la muerte se reclina en el umbral.
Yo... soy el timonel enamorado
que accede a tu sonrisa inmaterial.

La fiebre de vivir muere de lado
con ganas de ceñirte hasta el final.
En... medio del dolor hay un poblado
que acecha tu textura matinal.

los humedos fantasmas de mi alcoba
añoran una fertil religión.
Sus canticos de rusticas caoba

tallados por el sabio salomón,
desvelan al monarca de la trova
y vierten destino en mi canción