De tus doradas hebras, mi señora
De tus doradas hebras, mi señora,
amor formó los lazos para asirme;
de tus lindos ojuelos, para herirme
las flechas y la llama abrasadora.
amor formó los lazos para asirme;
de tus lindos ojuelos, para herirme
las flechas y la llama abrasadora.
Tu dulce boca que el carmín colora
su púrpura le dio para rendirme;
tus manos, si al encanto quise huirme,
nieve, que en fuego se me vuelve ahora.
su púrpura le dio para rendirme;
tus manos, si al encanto quise huirme,
nieve, que en fuego se me vuelve ahora.
Tu voz suave, tu desdén fingido
y el albo seno, do el placer se anida,
pábulo añaden al ardor primero.
y el albo seno, do el placer se anida,
pábulo añaden al ardor primero.
Amor con tales armas me ha rendido;
¡ay, armas celestiales! ¡Ay mi vida!
yo soy, yo quiero ser tu prisionero.
¡ay, armas celestiales! ¡Ay mi vida!
yo soy, yo quiero ser tu prisionero.
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