domingo, 1 de junio de 2025


 

NOVALIS

 

 

 

Descendamos al seno de la Tierra…

 


Descendamos al señor de la Tierra,
dejemos los imperios de la Luz;
el golpe y el furor de los dolores
son la alegre señal de la partida.
Veloces, en angosta embarcación,
a la orilla del Cielo llegaremos.

Loada sea la Noche eterna;
mar cargado el sueño sin fin.
El día, con su Sol, nos calentó,
una larga aflicción nos marchó.
Dejó ya de atraernos lo lejano,
queremos ir a la casa del Padre.

¿Qué haremos, pues, en este mundo,
llenos de Amor y de fidelidad?
El hombre abandonó todo lo viejo;
Ahora va a estar solo y afligido.
Quien amó con piedad el mundo pasado
no sabrá ya qué hacer en este mundo.

Los tiempos en que aún nuestros sentidos
ardían luminosos como llamas;
los tiempos en que el hombre conoció
el rostro y la mano de su padre;
en que algunos, sencillos y profundos,
conservan la impronta de la Imagen.

Los tiempos en que aún, ricos en flores,
resplandecían antiguos linajes;
los tiempos en que niños, por el Cielo,
buscaban los tormentos y la muerte;
y aunque reinara también la alegría,
algún corazón se rompía de Amor.

Tiempos en que, en ardor de juventud,
el mismo Dios se revelaba al hombre
y consagraba con Amor y arrojo
su dulce vida a una temprana muerte,
sin rechazar angustias y dolores,
tan sólo por estar a nuestro lado.

Medrosos y nostálgicos los vemos,
velados por las sombras de la Noche;
jamás en este mundo temporal
se calmará la sed que nos abrasa.
Debemos regresar a nuestra patria,
allí encontraremos este bendito tiempo.

¿Qué es lo que nos retiene aún aquí?
Los amados descansan hace tiempo.
En su tumba termina nuestra vida;
El miedo y el dolor invaden nuestra alma.
Ya no tenemos nada que buscar
–harto está el corazón–, vacío el mundo.

De un modo misterioso e infinito,
un dulce escalofrío nos anega,
como si de profundas lejanías
llegara el eco de nuestra tristeza:
¿Será que los amados nos recuerdan
y nos mandan su aliento de añoranza?

Bajemos a encontrar la dulce Amada,
a Jesús, el Amado, descendemos.
No temáis ya: el crepúsculo florece
para todos los que aman, para los afligidos.
Un sueño rompe nuestras ataduras
y nos sumerge en el seno del Padre

 

 

DIEGO DE TORRES VILLARROEL

 

 

 

Ladrones de corte

 

 

Oigo decir a muchos cortesanos
tal oficina tiene tres mil reales
pero vale diez mil y muy cavales
¡válgame Dios y azotan a gitanos!

Aquestos son rateros chabacanos
que pillan una capa, unos pañales,
un borrico, una mula y sus caudales,
no llegan a seis cuartos segovianos.

Reconoces los montes es quimera
que no son hermitaños los ladrones
ni en los jarales buscan su carrera.

Haga aquí la justicia inquisiciones
y verá que la Corte es madriguera
donde están anidados a montones.

 

 

PABLO VERLAINE

 

 

 

Pon tu frente sobre mi frente

 

 

"Pon tu frente sobre mi frente y tu mano
en mi mano.
Y hazme los juramentos que romperás
mañana.
Y lloremos hasta que amanezca,
mi pequeña fogosa".

 

 

PABLO VERLAINE

 

 

 

Pon tu frente sobre mi frente

 

 

"Pon tu frente sobre mi frente y tu mano
en mi mano.
Y hazme los juramentos que romperás
mañana.
Y lloremos hasta que amanezca,
mi pequeña fogosa".

 

 

FRANÇOIS VILLON

 

 

 

Balada de las contra-verdades

 

 

No hay preocupación, más que cuando se tiene hambre;
ni servicio, más que de enemigo;
ni se saborea si no es un fardo de heno;
ni gran vigilancia sino de hombre adormilado;
ni clemencia sino de traición;
ni seguridad sino de miedosos;
ni lealtad sino del regenerado;
Ni más sensato que el enamorado.

No hay engendramiento sino en los baños;
ni buena fama sino de hombre afrentado;
ni risa sino después de un puñetazo;
ni prestigio, sino tras negar las deudas;
ni auténtico amor, sino en la adulación;
ni buen encuentro, sino con los desgraciados;
ni verdadero informe, sino en la mentira;
Ni más sensato que el enamorado.

Ni reposo semejante a vivir en la preocupación;
ni se puede hacer honor mayor que decir bah;
ni vanagloria, sino de falsos acuñadores;
ni salud, sino la de hombre abotargado;
ni alta osadía, sino la de cobardía;
ni razón, más que en el enfurecido;
ni dulzura, sino en la mujer aturdida;
Ni más sensato que el enamorado.

¿Queréis que os digan la verdad?
No hay juego sino en la enfermedad;
palabra verdadera, sino en la tragedia;
cobarde, sino caballeroso;
sonido horrible, sino melodía;
Ni más sensato que el enamorado.

 

 

OSCAR WILDE

 



 

Flores de amor

 

 

 

Amor, no te culpo; la culpa fue mía,
no hubiera yo sido de arcilla común
habría escalado alturas más altas aún no alcanzadas,
visto aire más lleno, y día más pleno.

Desde mi locura de pasión gastada
habría tañido más clara canción,
encendido luz más luminosa, libertad más libre,
luchado con malas cabezas de hidra.

Hubieran mis labios sido doblegados hasta hacerse música
por besos que sólo harían sangrar,
habrías caminado con Bice y los ángeles
en el prado verde y esmaltado.

Si hubiera seguido el camino en que Dante viera
los siete círculos brillantes,
¡Ay!, tal vez observara los cielos abrirse, como
se abrirían para el florentino.

Y las poderosas naciones me habrían coronado,
a mí que no tengo nombre ni corona;
y un alba oriental me encontraría postrado
al umbral de la Casa de la Fama.

Me habría sentado en el círculo de mármol donde
el más viejo bardo es como el más joven,
y la flauta siempre produce su miel, y cuerdas
de lira están siempre prestas.

Hubiera Keats sacado sus rizos himeneos
del vino con adormidera,
habría besado mi frente con boca de ambrosía,
tomada la mano del noble amor en la mía.

Y en primavera, cuando flor de manzano
acaricia un pecho bruñido de paloma,
dos jóvenes amantes yaciendo en la huerta
habrían leído nuestra historia de amor.

Habrían leído la leyenda de mi pasión, conocido
el amargo secreto de mi corazón,
habrían besado igual que nosotros, sin estar
destinados por siempre a separarse.

Pues la roja flor de nuestra vida es roída
por el gusano de la verdad
y ninguna mano puede recoger los restos caídos:
pétalos de rosa juventud.

Sin embargo, no lamento haberte amado -¡ah, qué más
podía hacer un muchacho,
cuando el diente del tiempo devora y los silenciosos
años persiguen!

Sin timón, vamos a la deriva en la tempestad
y cuando la tormenta de juventud ha pasado,
sin lira, sin laúd ni coro, la Muerte,
el piloto silencioso, arriba al fin.

Y en la tumba no hay placer, pues el gusano
ciego se ceba en la raíz,
y el Deseo tiembla hasta tornarse ceniza,
y el árbol de la pasión ya no tiene fruto.

¡Ah!, qué más debía hacer sino amarte; aún
la madre de Dios me era menos querida,
y menos querida la elevación citérea desde el mar
como un lirio argénteo.

He elegido, he vivido mis poemas y, aunque
la juventud se fuera en días perdidos,
hallé mejor la corona de mirto del amante
que la de laurel del poeta.

 

 

ODYSSÉAS ELÝTIS

 

  


Al beber el sol de Corinto

 

 

Al beber el sol de Corinto
Al descifrar los mármoles
Al cruzar a zancadas los mares de viñas
El arpón apuntando
a una ofrenda cual pez escurridizo
Hallo las hojas que los salmos solares rememoran
La viva tierra que
la nostalgia descubre con placer.

El agua bebo, corto fruta
Hundo mi mano en el follaje del viento
Los limoneros apresuran el polen del estío
Desgarran mis sueños los pájaros verdes
Y con una mirada
me voy, mirada vasta
en la que el mundo vuélvese otra vez
hermoso en el principio conforme al corazón.