jueves, 4 de agosto de 2022


 

FRANCISCO ACUÑA DE FIGUEROA

 



El reloj de arena

 

 

He aquí nuestra vida: ¡de arena un reloj!
En polvo sus horas se ven deslizar,
Leves ondas que el río conmueve
Y una á una desala en el mar;
Que entre dos eternidades,
Del pasado al porvenir,
P u n t o imperceptible
M a r c a su existir:
T a l del j o v e n
Que brilló
La vida
V o l ó ;
S í .
Cayó
¡oh pena!
Como arena
Cual río pasó.
Hijos y consorte
Dejas, caro amigo, si,
En una patria adoptiva
Que ora gime en pos de ti.
Mil honores debidos viviendo
En este recuerdo amor te dejó,
Ora que no vives te deja un gemido;
He aquí nuestra vida: ¡de arena un r e l o j!

 

MYRIAM ALBISU

 

  

Arrecife

 


La noche se precipita al mar.
El timón gira solo…
y el arrecife espera.
Revolución de agua y luna
blanco y negro, roja sangre.
eclipse eterno y nunca más.

 

 

NANCY BACELO

 

 

 

Decime si aparecer
es como venir sin nunca haber estado
o si es haber estado
y nunca aparecido.

 

 

TERESA AMY

 

  

Angkor Thom

¿Y para qué volver?
¿Por qué camino?
(Juan Eduardo Cirlot)

 

 

aún le dije/ a mi alma:
«permanece tranquila» mientras
el tren penetraba en lo verde/ verde espeso
dejando atrás atisbos
de matas/ templos gigantes
piedras grises parasitadas por la selva
bordadas
en bajorrelieves de combates
de danzas de divinas apsaras:
todo flotaba
envuelto en una calma de ceniza
era la despedida
de una civilización apenas entrevista
absorbida por los sentidos
sospechada por la conciencia
abandonada por el riesgo de muerte
se percibía un aroma amargo/ acre/ a hierbas/ a rojo cinabrio
minerales viejos/ una música
de hilos de agua/ de cascadas
vibraciones de agua de estanques
de animales peligrosos
de adioses
pensamientos controlados : «permanece tranquila
así en la luz/ como en la sombra»
centellea el tren
entre las matas
avanza
con ritmo furioso
no volverá atrás
corre/ en un solo sentido
en tu contra/ a favor del tiempo
rosa de este mundo
hija de la noche:
te acercas/ a tu casa de la estrella
azul/ sobre campo de arroz
nada que temer
la selva en derredor
la que arde
aún por la belleza del lugar
tanto arde
que va enajenada/
hasta los ríos/ escuchando
en el estanque imperial de los lotos magenta
el roce de la seda/ de agua profunda/ pensamiento
espiral de la piedra sagrada
del templo antiguo que regresa
al tierno brillo
temblada
destellante en el agua profunda
de pronto ha vuelto a quemar
en su quemadura/ la nieve/
para dormir de nuevo con la maleza
que la invade

 

HUGO ACHUGAR

 

 

Sus camisas

 

 

Conservan el olor/
Agrio. Su perfume
Perdura a pesar de tintorerías/
Humedades/ manchas de pintura.

Extraño sus furias y sus gestos/
Su ternura y sus infinitas novias/
Sus mantras/ la voz de Bob Marley
Reiterada hasta el hartazgo.

Sus insomnios/ sus deseados hijos.
Su elegancia y sus disfraces.
Su modo de cerrar puertas y ventanas.
Su ropa que no me atrevo a usar
Esperando volver a ser habitada.

 

 

LUIS CARLOS LÓPEZ

 

  

A mi ciudad nativa

“Ciudad triste, ayer reina de la mar”
J. M. de Heredia.

 

 

Noble rincón de mis abuelos: nada
como evocar, cruzando callejuelas,
los tiempos de la cruz y de la espada,
del ahumado candil y las pajuelas…

Pues ya pasó, ciudad amurallada,
tu edad de folletín… Las carabelas
se fueron para siempre de tu rada…
Ya no viene el aceite en botijuelas!

Fuiste heroica en los años coloniales,
cuando tus hijos, águilas caudales,
no eran una caterva de vencejos.

Mas hoy, plena de rancio desaliño,
bien puedes inspirar ese cariño
que uno le tiene a sus zapatos viejos…