"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
miércoles, 1 de agosto de 2018
JUAN DOMINGO AGUILAR
35 milímetros
Impares.
Fila 13. Butaca 3. Te espero / como siempre
Pablo
García Baena
Todas
las noches las butacas rojas
desgastadas
el baño azulejos con estampados
setenteros
las escaleras refrescos y palomitas
arriba
todas
las noches películas alemanas suecas españolas
italianas
cine de autor miércoles Fila 15 Butaca 7
no hay
más de cuatro personas
nunca
he visto esta sala llena
el
Prevost empieza a sonar
se
escucha el ruido del viejo proyector
la
pareja que hay sentada en la fila de atrás
se
abraza ella inclina la cabeza ligeramente
sobre
el hombro del chico
termina
la película al salir
los
miro durante unos segundos
las
calles parecen recién regadas
el
camión de la limpieza pasa siempre
a la
misma hora después de la última sesión
recuerdo
aquel sábado de noviembre
sesión de las 18:00 te espero en la
puerta
a la
salida me abrazas la multitud tus ojos
lloras
cansada me miras tus ojos parecen
de una
actriz fracasada de Hollywood
al
salir del cine como siempre
las
calles parecen recién regadas
recuerdo
la última sesión que vimos juntos
recuerdo
el sonido de aquel proyector
quizás
la poesía habita en lugares así
cámaras
de 35 milímetros
quizás
la poesía sea solo eso
viejas
historias que proyectamos sobre un papel
MARIO BOJÓRQUEZ
Dame, Señor, piedad
para mí mismo
y que mi obra te
responda.
Francisco Cervantes
Con la pesada llaga ya
sin cuerda en el cuello
Con el
dogal vacío y la enhiesta pesadumbre que no implora ya más
Que no
tunde ya el hueso carcomido, ni la visión postrera
Aquí
cerca del junto
Me
pongo a recordar muelles del aire donde atracó la sombra de otro tiempo
Me
pongo a recordar y digo
Siete
palabras sin brillo de cosecha para tu cruel memoria
Que
allende el río
Donde
la ciudad reposa con luciente escafandra
Donde
soñé algún día volver para quedarme
Se van
desvaneciendo los deseos
Y de mí
sólo queda una vaga sustancia que no me nombra ya
Que no
contiene todo el vigor, la lumbre de otro tiempo encendido.
CARLOS MARZAL
La pequeña durmiente
No es
que el mundo esté bien: es que no existe.
No hay nada alrededor:
sólo tu sueño.
Nada tiene más ley que tu abandono,
tu suave abjuración ,
la dulce apostasía que te ausenta.
No hemos fundado el mundo: nunca cambia.
Pero este cuadro es nuevo
-padre e hija-,
porque sólo el amor es diferente,
sin por ello dejar de ser lo mismo.
El anchuroso mundo, que no importa,
gravita en torno a ti: lo has imantado,
y vive irreprochable hacia tu brújula.
Lo innúmero se rinde a tu unidad sencilla.
Durmiente flor desnuda en mis palabras,
adormidera de los desencantos,
prístina amapola pálida.
No hay nada alrededor:
sólo tu sueño.
Nada tiene más ley que tu abandono,
tu suave abjuración ,
la dulce apostasía que te ausenta.
No hemos fundado el mundo: nunca cambia.
Pero este cuadro es nuevo
-padre e hija-,
porque sólo el amor es diferente,
sin por ello dejar de ser lo mismo.
El anchuroso mundo, que no importa,
gravita en torno a ti: lo has imantado,
y vive irreprochable hacia tu brújula.
Lo innúmero se rinde a tu unidad sencilla.
Durmiente flor desnuda en mis palabras,
adormidera de los desencantos,
prístina amapola pálida.
YULIANA RIVERA
Las niñas
Con su
tez morena las niñas saltan
las
piedras: figura de tamal verdadero;
tamales
de manteca con cerdo y hoja de acuyo.
Vestigio
del trópico; verde, huella del corazón.
Que
hacía la tía Bertha.
Las
niñas gritan:
¡Má, hay un machumbo en el patio!
Mientras,
el sigiloso reptil trepa
la
palmera preñada con sus penachos de huevas plumosas.
Las
niñas, las hermanas Vivanco:
las
juanchas, pily y mily, las huesudas,
chapucean
en la tibia alberca bajo el calor
cuarenta
grados centígrados.
Les
gritan:
¡Sálganse ya del agua, chamacas!
les dolerá la cabeza y la comida ya está
servida.
Tía
Bertha y tío Franco (DEP) nos divisan
desde
la cocina con un guiso de conejo en adobo
Tío
Franco lo cazó, como a un toche,
y tía
la Bertha preparó agua de guanábana,
porque
el árbol ha florecido
igual
que el aguacate en el patio.
¡Chamacas!, grita nuestra madre,
¡dejen de comer caña y nanche!
Hoy las
niñas, húmedas en llanto se abrazan al recuerdo.
El
aroma a laurel en el adobo se ha desvanecido con los años.
Ya no
madura el calor a la caña,
a la
guanábana,
al
aguacate,
ni al
nanche.
MIGUEL RASH ISLA
Edén de los edenes
En la
grata penumbra de la alcoba
todo, indecisamente sumergido
y ella, desmelenada en el mullido
y perfumado lecho de caoba;
todo, indecisamente sumergido
y ella, desmelenada en el mullido
y perfumado lecho de caoba;
tembló
mi carne enfebrecida y loba,
y arrobeme a su cuerpo repulido
como un jazminero florecido
una alimaña pérfida se arroba;
y arrobeme a su cuerpo repulido
como un jazminero florecido
una alimaña pérfida se arroba;
besé
con beso deleitoso y sabio
su palpitante desnudez de luna
y en insaciada exploración, mi labio
su palpitante desnudez de luna
y en insaciada exploración, mi labio
bajo al
umbroso edén de los edenes
mientras sus piernas me formaban una
corona de impudor sobre las sienes....
mientras sus piernas me formaban una
corona de impudor sobre las sienes....
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