Dame, Señor, piedad
para mí mismo
y que mi obra te
responda.
Francisco Cervantes
Con la pesada llaga ya
sin cuerda en el cuello
Con el
dogal vacío y la enhiesta pesadumbre que no implora ya más
Que no
tunde ya el hueso carcomido, ni la visión postrera
Aquí
cerca del junto
Me
pongo a recordar muelles del aire donde atracó la sombra de otro tiempo
Me
pongo a recordar y digo
Siete
palabras sin brillo de cosecha para tu cruel memoria
Que
allende el río
Donde
la ciudad reposa con luciente escafandra
Donde
soñé algún día volver para quedarme
Se van
desvaneciendo los deseos
Y de mí
sólo queda una vaga sustancia que no me nombra ya
Que no
contiene todo el vigor, la lumbre de otro tiempo encendido.
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