"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
martes, 24 de julio de 2012
LETICIA LUNA
Perla
y jade
La
mujer dice el tiempo se ha apagado
El
hombre
intenta conciliar el sueño
La
mujer
pone cara de reloj descompuesto
El
hombre
se apresura a componerla
La
mujer
cree que es una flor y se marchita
El
hombre
le da una cerveza por el tallo
La
mujer
llora una lluvia de estrellas sobre el frutero
El
hombre
se las come hambriento
La
mujer
canta mariposas
El
hombre
abre la ventana para verlas volar
La
mujer
trae a casa un oso y un delfín para ver morir la luna
El
hombre
aúlla sin convertirse en lobo
La
mujer
va a la playa y regresa
Al
hombre
le han crecido dos ramas
La
mujer
tiene un girasol en la mirada
El
hombre
es una guitarra azul
La
mujer
va a un mitin
El
hombre
siempre ha estado ahí
La
mujer
resbala por el índice del Tiempo
El
hombre
la atrapa en el pulgar del Cielo
La
mujer
ronronea
El
hombre
lame
La
mujer
da a luz una Letra
El
hombre
se llena de gozo
La
letra balbucea y se convierte en música
se
alza y ya es una palabra
Pronto
será un texto vivo
LETICIA LUNA
Tiempo
mío
A Ramón López
Velarde
La
vida dura
Las
estaciones se suceden
Una tras otra
Casi
hipnótica
Duración
del instante
En
que anduve
Sonámbula
Buscando
a los astros
Su
fuego ardiente
Y
el crepitar del pájaro
Que
muere en sí mismo
Sin encontrarse
Y
comprender
Que
cada huella
De
la corteza del árbol
Necesito
33 días
Para
nombrarte
Para
verte girar
Perlas de luz
De
llama y agua
Los
hombres
Las yeguas
La
ondulación de los segundos
¡Viento
que me ves nacer!
Me
esfumaré en el rompecabezas
Que soy
Que vivo
En
el centro de tu ondulación
Respiro
CARMEN SANCHEZ
Maitines
El
sueño parpadea en los ojos.
Frágiles rudimentos de paloma me vuelven al deseo,
a la reminiscencia de tu abrazo.
Frágiles rudimentos de paloma me vuelven al deseo,
a la reminiscencia de tu abrazo.
A
esta mañana
atrio del día que aguarda,
municipio del aire,
hora primera.
atrio del día que aguarda,
municipio del aire,
hora primera.
Loa
a esta ciudad sombría y desvelada
en que rostros sin rostro pasan y están soñando.
en que rostros sin rostro pasan y están soñando.
CECILIA BUSTAMANTE
Cuánto
Te Amara
La
mujer, la viuda, la que no tenía marido,
vive con su hija cerca del panteón.
vive con su hija cerca del panteón.
Levemente
almidonadas, suaves rosas
de rizos retintos saturados de nogal.
Modosas, algo infantiles soportan
la luz cenital
al centro de su casa,
luego salen por el difuso zagüán.
Chispeantes y acharoladas
a la Fiesta de San Juan.
de rizos retintos saturados de nogal.
Modosas, algo infantiles soportan
la luz cenital
al centro de su casa,
luego salen por el difuso zagüán.
Chispeantes y acharoladas
a la Fiesta de San Juan.
¿Madrecita,
lucero del alba, lucerito...
respondía al saludar.? ¿Quieres llevarla
a la Plaza, a la Fiesta de San Juan?
Niña de sombras tiernas,
niña de helado color,
Salidas de una novela sentimental.
Olían a limoneros antiguos
Sobre la alberca
tornasolada
de aquella hacienda colombiana.
mariposas muertas, María,
flotantes
azahares.
respondía al saludar.? ¿Quieres llevarla
a la Plaza, a la Fiesta de San Juan?
Niña de sombras tiernas,
niña de helado color,
Salidas de una novela sentimental.
Olían a limoneros antiguos
Sobre la alberca
tornasolada
de aquella hacienda colombiana.
mariposas muertas, María,
flotantes
azahares.
Nadie
espera, lucerito del alba.
La hija de la viuda hierbaluisa y cedrón
su madre se hace de papel crepé.
Estrellas, días de vacaciones.
Historia de una joven
asediada por la nada.
Madrecita, olvido que no nos deja.
La hija de la viuda hierbaluisa y cedrón
su madre se hace de papel crepé.
Estrellas, días de vacaciones.
Historia de una joven
asediada por la nada.
Madrecita, olvido que no nos deja.
Señora,
aunque la vista de negro
y con medias de seda,
Tiene la piel palpitante
Y usted, con sus manitas perfectas
Es una mujer sin marido que huele
A puro miedo y amor.
y con medias de seda,
Tiene la piel palpitante
Y usted, con sus manitas perfectas
Es una mujer sin marido que huele
A puro miedo y amor.
CRISTINA PIZARRO
Hipnosis
Me
sumerjo en el imperio de la noche
desde aquel palacio rodeado de un séquito de dioses
que hieren con sarcasmo
mientras recogemos lirios prohibidos.
desde aquel palacio rodeado de un séquito de dioses
que hieren con sarcasmo
mientras recogemos lirios prohibidos.
Mi
cuerpo
a veces deshabitado del presente
comienza a ensoñar
recorriendo los laberintos del sexo.
a veces deshabitado del presente
comienza a ensoñar
recorriendo los laberintos del sexo.
Después
de descender a los infiernos
y al ver a las Erinias
nos entregamos al goce
y recuperando lo esencial
convertimos la vida en una fiesta
y al ver a las Erinias
nos entregamos al goce
y recuperando lo esencial
convertimos la vida en una fiesta
Ningún
gemido podrá turbar la tierra aletargada.
Mis
senos guardan el misterio del origen
porque el vuelo fue más allá de los sentidos
cuando las semillas de sangre esparcieron
corales en la arena.
porque el vuelo fue más allá de los sentidos
cuando las semillas de sangre esparcieron
corales en la arena.
En
el despertar de tu voz
el sueño viaja
contemplando la aventura.
el sueño viaja
contemplando la aventura.
Mi
fuego vital se une al dios
del éxtasis.
del éxtasis.
Me
pondré un vestido de espigas
para renacer a la noche del sepulcro.
el rocío bendecirá la tierra
transmutada en esperanza.
para renacer a la noche del sepulcro.
el rocío bendecirá la tierra
transmutada en esperanza.
ALFONSO REYES
La
señal funesta
I
Si
te dicen que voy envejeciendo
porque me da fatiga la lectura
o me cansa la pluma, o tengo hartura
de las filosofías que no entiendo;
si otro juzga que cobro el dividendo
del tesoro invertido, y asegura
que vivo de mi propia sinecura
y sólo de mis hábitos dependo,
porque me da fatiga la lectura
o me cansa la pluma, o tengo hartura
de las filosofías que no entiendo;
si otro juzga que cobro el dividendo
del tesoro invertido, y asegura
que vivo de mi propia sinecura
y sólo de mis hábitos dependo,
cítalos
a la nueva primavera
que ha de traer retoños, de manera
que a los frutos de ayer pongan olvido;
que ha de traer retoños, de manera
que a los frutos de ayer pongan olvido;
pero
si sabes que cerré los ojos
al desafío de unos labios rojos,
entonces puedes darme por perdido.
al desafío de unos labios rojos,
entonces puedes darme por perdido.
II
Sin
olvidar un punto la paciencia
y la resignación del hortelano,
a cada hora doy la diligencia
que pide mi comercio cotidiano.
Como nunca sentí la diferencia
de lo que pierdo ni de lo que gano,
siembro sin flojedad ni vehemencia
en el surco trazado por mi mano.
y la resignación del hortelano,
a cada hora doy la diligencia
que pide mi comercio cotidiano.
Como nunca sentí la diferencia
de lo que pierdo ni de lo que gano,
siembro sin flojedad ni vehemencia
en el surco trazado por mi mano.
Mientras
llega la hora señalada,
el brote guardo, cuido del injerto,
el tallo alzo de la flor amada,
el brote guardo, cuido del injerto,
el tallo alzo de la flor amada,
arranco
la cizaña de mi huerto,
y cuando suelte el puño del azada
sin preguntarlo me daréis por muerto.
y cuando suelte el puño del azada
sin preguntarlo me daréis por muerto.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)