sábado, 26 de febrero de 2022


 

JULES LAFORGUE


 

Resignación

 

 

Como necio parásito de un planeta oscuro,
en la infinidad sonora de clamores eternos,
aquí, lugar cualquiera, he nacido y vivo,
y sólo es mi deseo que se sepa y se detenga todo.
Que por un grito perdido en la tormenta
los océanos callen de pronto el aullido de sus olas,
que por traer flores a mi tumba
los soles en masa dejen su Verbena.
¡Pobre corazón ingenuo! Rómpete, no eres nada.
Muchos otros murieron con ansias iguales
y la tierra siguió en su silencio.
Todo es duro, descorazonado, superior a ti.
Sufre, ama, espera siempre y baila
sin nunca exigir ese Porqué universal.

 

 

FRANCES HARPER

 

 

 

Aprendiendo a leer

 

 

Muy pronto los maestros yanquis
Bajaron y crearon la escuela;
Pero, ¡oh! cómo lo hicieron los Rabinos, lo odio, –
me opuse a su gobierno.

Nuestros maestros siempre tratan de ocultar
de nuestros ojos el libro de aprendizaje;
El conocimiento no esta de acuerdo con la esclavitud
Nos haría muy sabios.

Pero algunos de nosotros trataríamos de robar
Un poco del libro.
Y juntar las palabras,
Y aprender por las buenas o por las malas.

Recuerdo que el tío Caldwell,
Quién tomó licor del pote de grasa
Y engraso las páginas de su libro,
Y se escondió en su sombrero.

Y había visto a su amo
Las hojas sobre su cabeza,
Había pensado que los papeles grasientos,
Pero nada que leer.

Y allí estaba el señor Ben Turner,
Quién oyó el hechizo de los niños,
Y escogió las palabras correctas del corazón,
Y aprendió a leerlas bien.

Bueno, la gente del Norte enviaron
a los profesores yanquis abajo;
Y de pie nos ayudaron,
Aunque los amos le hicieron mofa y fruncieron el ceño.

Y yo anhelaba leer mi Biblia,
Por las preciosas palabras que dice;
Pero cuando empecé a aprender,
La gente se limitó a sacudir la cabeza,

Y dice que es inútil tratar,
¡Oh! Chloe, que es demasiado tarde;
Pero a medida que se elevaba sesenta,
No tenía tiempo para esperar.

Así que me dio un par de gafas,
Y luego me fui a trabajar,
Y nunca me detuve hasta que pude leer
Los himnos y el Testamento.

Entonces tuve una pequeña cabaña
Un lugar para llamarlo mio
Y me sentí independiente
Como la reina en su trono.

 

 

RAÚL ZURITA

 

 

Inscripción 178

 

 

Te hablan ahora las rompientes de tu vida
Te cuentan de las falsas Itacas,
del naufragio en costas remotas
de tu cansancio doblándote hacia las olas
Te dicen que más allá está el final
de la tierra
que allí el mar se derrumba, que tu mar
amado se derrumba y que los barcos
nunca han vuelto
Te hablan en tu propia noche los temores

Que suenen entonces como algo que se
despierta estos poemas
como algo que está en tí, como algo que cruce el mar y se despierta.

 

 

RENÉ SEGURA

 

  

Lo que tengo



Tengo una autoestima medicada
Una dialéctica muy peligrosa
Unos buenos recuerdos
Y este poema que nombra lo que tengo.

Una fe en la fe
Y un desprecio por el desprecio
Una Contradicción a la contradicción
Y un discurso enredado para parecer interesante.

Una conexión universal
Una anarquía que uso solo cuando me conviene
Una cruz que convertí en silla
Un malestar incurable.

La celda más grande
Un reflejo en el fango y otro en el cielo
Un respeto a mis teorías
Y un ritual de fuego.

Esto es lo que tengo.

 

 

JORGE LOBILLO

 

  

Retrato de mis padres

 

 

Nada mejor que el mar al fondo.

Mi madre, a quien el sol y el dolor
miraron siempre desde niña,
ve cómo escapa el tiempo,
con esa serena gravedad
que tienen los esteros
cuando comienza a oscurecer.
Viste un tono marrón
adecuado a la tristeza

Junto, mi padre,
un hombre de campo, apuesto y sabio,
de piel blanca y ojos verdes
que recuerdan la alfalfa con rocío,
domina firme la distancia
que existe de la tierra al agua.
Su pecho en una alba guayabera
emerge de un pleno desafío
entre los tropiezos de la vida.

Y yo estoy aquí,
río resuelto en vértigos,
fuera de ellos.
Y de su fotografía.

 

 

ALEJANDRO ROEMMERS

 

 

 

Impulso luminoso

 

 

LUCHA del mármol
contra la gravidez de los instintos:
triunfo del hombre
sobre las garras de la piedra.
Pliegues y repliegues sensuales,
marea y pleamar de la existencia.
Mórbidos efluvios
de energías carnales.
Proas afiladas,
místicas velas.
Aristas que absorben
transparencias del aire.
Atrevida fragilidad,
reflujos de amor y desventura:
historias de vida,
misterios que se alargan.
Entramado de tensiones.
Chispa de futuro.
Fuego blanco de Carrara.
Estalagmitas de fe.
Impulso luminoso.
Gótica pureza.
Estallido inacabado.
Grito ancestral de la materia.