"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
miércoles, 31 de marzo de 2021
ELSE LASKER-SCHÜLER
Escucha
Robo
en las noches
las
rosas de tu boca,
para
que ninguna mujer se sacie.
La
que te abraza
me
roba con mi temblor
lo
que en torno a tus miembros pinta.
Soy
tu frontera.
Quien
te roce
se
despeñaría.
¿Sientes
mi existencia
por
doquier
como
linde distante?
EMILIANO GONZÁLEZ
H. P
Lovecraft
Hay
hombres que hablan solos son su sombra
Y clavan en la luna de jacinto
Dones de clara luz, color extinto,
Mas este nada sino espantos nombra.
Dudosa de su curso va la alfombra
Poblando de arabescos el recinto.
No hay nadie. Estoy aquí. No soy distinto
Al rey que hace prodigios y se asombra.
Del triste Marte en clámides de amonio
El Morador Fatal envió su frío
Mandato, que es un ángel o un demonio.
Una cosa perdí, sin ser su dueño:
Fantasma acaso, palidez de estío
Disuelta en el aroma de mi sueño.
HILARIO BARRERO
Jardín
Facilius in morbos incidunt
adolescentes, gravius aegrobant,
tristius curantur.
De Senectute, Cicerón
Del
esplendor de entonces nada queda.
La nieve ha silenciado el fuego del jardín,
las rosas bautizadas por la hermosa mirada
del jardinero muerte, convirtieron su esencia
al deseo pagano, apóstata la espina de su agua.
La casa se reviste de polvo venenoso
y la hierba del ocio florece entre la plata:
una lengua de ruina lamiendo los retratos.
Se acerca a la ventana lentamente
y descorre el visillo que tiembla polvoriento,
mira el jardín helado y maldice su suerte.
Siente un puño de sangre entre sus venas,
una rosa de ira entre su pecho,
un tiro entre la nuca despejada
y cierra la ventana para siempre.
De espaldas al jardín la luz es una gasa
que le ciega su firma y su palabra
abriéndole una deuda con la vida.
Tan sucio está de soledad y barro
que ya no ve la rosa del verano
que sentencia con fúnebre perfume
su desahuciado nombre en la navaja.
La azada de su sexo ya oxidada
no llegará a estrenar la primavera.
INÉS MONTES
Si
contemplo tu cuerpo
Si
contemplo tu cuerpo que es una luna blanca
esparcida sobre mis labios
y miro tu rostro atalaya de mis sentimientos,
siento tan cálido aliento
siento tu sangre que es lava rugiente
que todo me es ajeno y nada me pertenece.
Entonces el día y la noche se conjugan
en una lágrima oscura.
Siento estas manos, este cuerpo,
estos ojos invadidos por el cálido latido
de tu universo,
a merced de tus brazos de dulce cera
me estremezco en un profundo hueco sin latido
y el límite de la vida se precipita
ante mí,
ciñéndome la cintura
y es tu fulgor palabra absoluta
y es tu sangre mi eterno minuto.
LUIS ANTONIO DE VILLENA
Filósofo de Cirene
enamorado del amor
Y es que la belleza, en efecto, promete un infinito.
¿Qué ves en el hermoso cuerpo joven?
Como un día al comienzo del verano - contestó -
cuando todo es brillo y delicia.
Y la carne vibra en éxtasis dorado,
y se balancea el pelo juvenil
como las ramas más altas de los árboles,
y semeja que el minuto aquél no tendrá fin.
¿Pero no hay más? ¿No notas acaso tú,
como si el cuerpo bello fuese la frontera de otro reino?
Es eterno, te dices. Y promete además
un mundo donde la perfección será costumbre.
Y le ves brincando en la dulce alegría de sí mismo,
como un quimérico país donde el sol más benigno
y la hierba y el río jamás terminasen...
¿Ves solamente la belleza del cuerpo?
¿La armonía del torso, la flor de la cintura?
Miras también tus deseos eternamente vivos,
tu antiguo cuerpo joven siempre igual a sí mismo,
la amistad perdurable con nobles camaradas
en inmóviles días de luz y primavera,
y el continuo torrente de la sangre detenido
con él, en el momento álgido
en que pasión de piel, espasmo entre los brazos,
significa también felicidad, amor,
perfección de lo exacto, inmutable placer
en que vive la mente su carne como espíritu...
El cuerpo juvenil es mucho más que él mismo.
Permanente promesa que se cumple en promesa,
mundo de plenitud vivido en luz del mundo,
júbilo de su tacto, oro, sed, perfumes,
como si el aspirar, el palpar, la bebida,
el vuelo portentoso no concluyesen nunca...
Y es que la belleza -repitió- promete, en efecto, un infinito.
NÂZIM HIKMET
A
propósito de unas fotos de periódico
1. Carbunco
Sobre dos columnas de la primera página yacen
dos niños desnudos
sobre dos columnas de la primera página
con la piel en los huesos.
Tienen la carne agujereada, reventada.
Uno es de Diyarbakïr, el otro de Ergani.
Tienen los brazos y las piernas raquíticos
enorme la cabeza
y un grito pavoroso en sus bocas abiertas
en la primera página dos ranitas aplastadas a pedradas.
Dos ranitas
dos hijos míos ,enfermos de carbunco.
Quién sabe cuantos miles se nos van en un año
sin haber podido saciar siquiera su sed.
Y el señor subsecretario:
(así lo agarre el carbunco)
«No hay ningún motivo para preocuparse», dice.
3 de agosto de 1959
Abierto como una herida, el sol en el cielo
se desangra.
Un aeródromo.
Los presos preventivos, las manos sobre el vientre:
porras, jeeps,
muros carcelarios, comisarías
y cuerdas que se balancean sobre el patíbulo
y los paisanos que no aparecen
y un niño que no pudo soportar la tortura
y se tiró desde el tercer piso de la Jefatura.
Y ahí está el señor Jefe de Policía
baja del avión
vuelve de América
de un curso de formación.
Estudiaron métodos para no dejar dormir
y quedaron encantados
de los electrodos aplicados en los testículos
y también dieron una conferencia sobre nuestras celdas de castigo
ofrecieron satisfactorias explicaciones
de cómo poner huevos recién hervidos en los sobacos
y cómo despellejar delicadamente la piel con cerillas encendidas.
El
señor Jefe de Policía baja del avión
vuelve de América
porras y jeeps
y cuerdas que se balancean sobre el patíbulo
ha vuelto el jefe dicen encantados.
1959
De: "Últimos poemas 1959-1960-1961"
Versión de Fernando García Burillo
martes, 30 de marzo de 2021
VLADIMIR MAÏACOVSKI
4.
Mi universidad
¿Sabe francés,
restar,
multiplicar?
¡Declina maravillosamente!
¡Que decline!
Pero, oiga,
¿Acaso usted podría cantar en dúo,
con los edificios?
¿Usted acaso comprende
el idioma de los tranvías?
El hombre, a veces,
apenas sale del cascarón
y ya lleva libros bajo el brazo,
y cuadernos escritos.
Yo,
aprendí el alfabeto en los letreros,
hojeando páginas de estaño y hierro.
Los maestros,
toman la tierra,
la descarnan,
la destrozan,
y enseñan:
-Toda ella
no es más que un globo pequeño, redondo.
Pero yo,
con los codos aprendí geografía.
No en vano he dormido tanto sobre la tierra.
Los historiadores se atormentan con importantes preguntas:
-¿Era o no roja la barba de Barbarosa?
¡Que sea!
No me gusta meterme en las mentiras con telaraña.
Yo conozco de Moscú, cualquiera de sus historias.
Hablan de Dobroliúbov (para que lo odien)¹
pero su apellido está en contra,
protesta la familia.
Yo,
desde niño.
aprendí a odiar a los gordos,
a los que se venden por una comida.
Se sientan,
charlan,
y para gustarle a la dama,
hacen sonar sus pobres ideas
con sus frentes llenas de monedas.
Yo,
dialogaba sólo con los edificios,
y las tomas de agua, eran mis interlocutoras,
con la ventana del oído atento escuchando,
los techos oían lo que les arrojaba al oído.
Y luego,
de noche,
sobre una cosa
o la otra
nos pasábamos charlando,
moviendo la "sinhueso".
1.- Escritor
ruso; su apellido significa literalmente, bondad amorosa: es un juego de
palabras de Mayacovski
De:
“Amo”
Escrito en 1922, dedicado a Lili Brick. Es de carácter autobiográfico.
TATIANA FAIA
Los
gatos de la calle Adriano
uno
de ellos se enredó
y no
por engaño
en
una red que cubría la fachada
de
un edificio en obras
en
calle Adriano
nos
paramos para verlo
no
nos dimos cuenta
cómo
adquirió este hábito
salió
no sé de dónde
atravesó
el paseo
zigzagueando
entre los turistas
y
desapareció por un hoyo de la red
repetía
la misma escena casi todos los días
se
enrollaba para dormir suspendido
encima
de nuestras cabezas
en
un ángulo que parecía incómodo
su
cuerpo como un inminente balón de agua
buscando
entre la sombra
el
mediodía del sol de otoño
sin
ángulos agudos ni aristas
su
perfecta circularidad
nos
vigila con los ojos abiertos
cuando
entiende que lo observamos
y
nos sigue cuando comenzamos a seguir de frente
los
ojos puntean como aguzadas puntas de lápiz
el
inesperado apunte de nuestra presencia
nos
sigue aun cuando ya no estamos a su vista
sus
ojos sin embargo
entran
de nuevo por la red del túnel
atravesando
por el lado oscuro de la memoria
donde
dejaran una pequeña marca
como
una boya olvidada en medio del océano
que
a veces regresa a la superficie
nos
deja delante de una indecisión de pormenores
que
no son parte de ningún hecho
de
nuestra biografía
apenas
algo que se pierde en el discurso de nuestros días
y
comienza a subir
por
el pelo blanco del hocico
con
una mancha amarilla en la oreja
unos
ojos verdes cristalinos
un
gato callejero en calle Adriano
la
terquedad de predador con que las imágenes
de
una curiosidad aleatoria nos persiguen
y
regresan sin cómo ni por qué
cerradas
en la gracia de un movimiento
hábitos
favoritos entrecruzándose
como
el nuestro en un punto donde un destino para
mira
hacia nosotros
rehace
el camino de vuelta a través de las sombras
y
acelera en un salto vertical
que
rebasa varias veces nuestra propia altura
INGEBORG BACHMANN
XII
Boca que durmió en mi boca,
ojo que vigiló mi ojo,
mano-
y
los que me arrasaron, los ojos!
¡Boca que pronunció la sentencia,
mano que me ejecutó!
Del
poema Cantos durante la huida contenido en el poemario "Invocación a la
Osa Mayor"
Versión de Cecilia Dreymüller y Concha García
JAIME TORRES BODET
Voz
Tú me llamaste al íntimo rebaño
-única voz que manda cuando implora-
mientras la burla despreciaba el daño
y florecía, en el cardal, la aurora.
Era la intacta juventud del año.
Principiaban el mes, el día, la hora...
Y el corazón, intrépido y huraño,
te oía sin creerte, como ahora.
¡Ay!, porque -desde entonces-, ya disperso
sobre la vanidad del universo,
a cada paso, infiel, te abandonaba
y con cada promesa te mentía
y con cada recuerdo te olvidaba
¡y con cada victoria te perdía!
THIAGO DE MELLO
La
creación del mundo
No
desfloré a nadie.
La primera mujer que vi desnuda
(era adulta de alma y de cabellos)
fue la primera que me mostró los astros,
pero no fui el primero a quien se los mostró.
Vi el resplandor de sus nalgas
de espaldas a mí: era morena,
más al darse vuelta quedó dorada.
Sonrió porque sus pechos me asombraron,
por mi mirada de adolescente no acostumbrado
a la gloria de la belleza corporal.
Era de mañana en la selva, pero nacían
estrellas de sus brazos y resbalaban
por el cuello, lo recuerdo, era el cuello
lo que me enseñaba a deletrear secretos
guardados en la clavícula. Pedía,
ya echada de bruces y llamándome,
que posara mis labios por los pétalos
con rocío de la nuca, eran lilas;
que alisara, levemente, con las yemas
las espaldas de espumas y esmeraldas;
quería que mi mano recorriera,
yendo y viniendo, el valle de la columna,
trés doucement, porque me cuidaba.
ella inauguró en mí la alegría
inefable de dar felicidad.
Tanto conocimiento no podía
ser sino innato, pienso ahora.
Pero no.
Era un saber hecho de experiencia,
más que ingenio para transmitirlo.
Ella era de otras aguas, una fuente
de treinta años, que vino desde el Sena
con el destino de darme de beber
—en la aurora de sus ojos, en sus pechos,
en la boca musical, en el mar del vientre,
en la risa de azucena, en la voz densa,
en las cejas y en el vértice de las piernas—
la miel antigua de la sabiduría,
de saber que el deseo crece cuando entiende
que la chispa se enciende en la ternura,
que las antesalas se prolongan
hasta que uno esté listo para entrar en el cielo.
lunes, 29 de marzo de 2021
SAINT KABIR
42.
Me río cuando oigo decir que
el pez tiene sed en el agua.
No alcanzas a ver que lo real está en tu hogar y andas errante de bosque en
bosque. ¡En ti está la Verdad!
Donde quiera que vayas, a Benarés o a Mathura, si no encuentras tu alma, el
mundo no tendrá realidad para ti.
GUSTAVO CAMPOS
Actualidad
¿Y para qué poesía,
si hay violencia?
Decaído, apuesto
la esperanza
de quienes cayeron en mí.
me marcho.
Guardo en mí una ciudad vieja,
aunque mis sueños
se hundan como semilla
en la tierra árida.
¿Podré despedirme
de quienes amo?
¿Podrá mi estrella rota
brotar de una nueva ostra?
¿Podré, acaso,
reflejar tu brillo
en los ojos de quien espera algo?
Me marcho.
Una estrella amarilla
es mi gigante hormiga.
Con rencor y recelo
guardo el amor
contra quienes no lo agradecieron.
LOURDES FERRUFINO
Transición
Y resurgiré de la piedra
convertida en musa triste
cisne de mármol
efigie de falsa contrición
llevando como única pertenencia
la espuma ácida de mi nombre.
Un día fui esa flor que el lodo vomitó
y renunció a una docena de primaveras.
Me he acomodado tranquilamente
a la miseria del canto de los hombres
al misterioso éxtasis del abandono
a la zozobra de la existencia.
De estatuas siguen llenas las plazas
y navegan las abejas sin ojos.
Las guirnaldas de fiesta
se quedaron para mis días de ingenua.
¡Dichosa Palas Atenea!
que gozó de sabiduría y no de muerte.
Quiero dormir entre flores sin náusea
y resurgiré de la piedra
convertida en musa triste.
VINÍCIUS DE MORAES
La ausente
Amiga, infinitamente amiga
En algún lugar tu corazón late por mí
En algún lugar tus ojos se cierran al recordar los míos
En algún lugar tus manos se crispan, tus senos
Se hinchan de leche, desfalleces y caminas
Como ciega a mi encuentro...
Amiga, última locura
La tranquilidad suavizó mi piel
Y mis cabellos. Sólo mi vientre
Te espera, lleno de raíces y de asombros
Ven amiga.
Mi desnudez es absoluta
Mis ojos son espejos para tu deseo
Y mi pecho es tabla de suplicios
Ven. Mis músculos son dulces para tus dientes
Y áspera mi barba. Ven a sumergirte en mí
Como en el mar, a nadar en mí como en el mar
Ven, ahógate en mí, amiga mía
En mí como en el mar...
DIEGO MONTES
Lugar del suceso
C08LOC-S35/GMX20-086
Existen diversas maneras de
identificar un cuerpo:
La cal.
Las moscas.
Las noches en que el cuerpo
es una sombra
y el miedo oscurece tu piel,
aquietan la respiración,
las heridas arrancan tu camisa caes en la oscuridad
dentro de las casas, te bañas de cal
y te adornas de moscas para
que una muerte apeste a lugar común.
SASIL SÁNCHEZ
Nosotros
¿Y si nuestra piel,
son sólo retazos del nombre de nuestras abuelas,
nuestras madres, nuestras hermanas?
¿Y si nuestro rostro, son los sáastuno’ob
de nuestros abuelos, de nuestros Dioses, de nuestros Jmeen?
¿Y si nuestros cabellos, son sólo hebras de enredadera silvestre,
soga infinita de vida, vena de tierra?
¿Y si somos pequeños mundos,
dentro una esfera con un soplo de vida?
domingo, 28 de marzo de 2021
MIGUEL EDUARDO BÓRQUEZ
Leerán
algún día
Escribo
para alguien que me espera.
No sabe que me espera. Cualquier día
encontrará la palabra quieta con su ansia
y le dirá mi sentido a su sentido.
Quizá resbale por ella y no la entienda.
Hay que respetar al tiempo. El sabe madurarnos.
Puede que la verde palabra bajo su sol grane
o que el alma tierna le urjan gravedades,
sonrisas entreveradas entre los grises,
alguna ortiga de ira que la irrite,
un moho triste que contenga salvaciones,
azulear fugitivo entre densos líquenes,
por la complejidad de serlo no decir hombre
en el recuerdo que despierta a la memoria
de esa sucesión de olvidos que es su sueño.
Algún día, alguien leerá lo que no he escrito,
pero su apariencia lo moverá a lo eterno.
EDGAR LEE MASTERS
Thomas
Rhodes
Muy
bien, ustedes, los liberales
y
navegadores de los reinos del intelecto,
marineros
que pasan por alturas de fantasía,
sacudidos
por corrientes erráticas, tropezando con bolsas
de
aire,
ustedes,
los Margaret Fuller Slacks, Petits
y
Tennessee Claflin Shopes...¹
Encontraron
con todo y su famosa sabiduría
lo
difícil que es, por fin,
evitar
que el alma se resquebraje en átomos celulares.
Mientras
nosotros, los que buscamos los tesoros terrenales,
los
que asimos y acaparamos el oro,
estamos
íntegros, firmes, en armonía,
hasta
el fin.
1.-
Son una novelista frustrada, un poeta y un librepensador, respectivamente:
algunas almas poco convencionales del panteón de Spoon River (nota del
traductor).
MÓNICA ZEPEDA
Encomienda
Pareciera que están en todas partes
las partes no incineradas de los sueños
de quienes quedamos vivos:
El
sol —prefijo de la edad—,
la penúltima diástole del paro cardiaco
—lágrima herencia de uno mismo—.
Su
compasión lía, cual red de precipicios,
los extremos del salto al instinto trapecista.
Su perpetua retórica es mañana de otra época
que, como ésta, nunca me perteneció.
Envuelta
en el disfraz de la razón por sobre los latidos,
la promesa de mi agonía parpadea ante tus ojos
y mientras duerme aún inventa que sonríes
cuando eres cenizas.
Si
tu muerte no ahoga mi alma, si se desborda
el duelo y en mis mejillas consigue sostenerse una palabra,
si de mi vientre nace la poesía, en algún momento le diré:
“Hija, tienes que vivir… tranquila”.
THOMAS VINAU
Los
días púrpura
Un
día mis hijos y yo iremos a caminar
al fondo de un bosque o a orillas de un rio
y nos toparemos
con uno de esos animalitos huérfanos
una ardilla una nutria un cuervo
un erizo una tortuga un zorro
una musaraña
entonces tendré que tomar el tiempo
de explicarles
que podemos tratar de ayudar
pero que en general
la vida sucede mejor siempre
lejos de nosotros
Sí ese día vendrá
en el que deberé enseñarles
que el hombre no es un regalo
para el resto del mundo
ROSA OLIVEIRA
Arcilla
pasan personas
se cruzan en el tablero
miran las cebras al viento
circulan
yo sentada en la piedra verde
el verano agarrado a mis espaldas
como si yo existiera aquí
el invierno acecha
ronda
este año es siempre invierno
desciende ahora por dentro de mí dentro
entra por los ojos
en las fosas nasales reposan los sitios
de mi poeta
(como suele decirse)
el verano inclinóse en el sur
me partió por en medio
me dobló para siempre
ahora soy un papiro que cruje
aquí sentada en la piedra verde
esperando que la piedra cenicienta se abata
voy con la muerte de la mano
el agua acaricia mis pies ya ahogados
los pies inspiran las últimas bocanadas
se estremecen como peces fuera del agua
les digo adiós y parto
allí ofrezco mis pies
ahogados en la playa de la Consolación
una pequeña con red color de rosa
busca invisibles peces
PEDRO MEXIA
Ella
se quedó
Yo no esperaba que Kim
Novak cubriera con su
abrigo o cobertor no sé
de seguro el cuerpo de Frank
Sinatra temblando, como si fuera
su hijo, toda la desfachatez
de él desecha en un gran frío,
convulsiones, las venas ávidas.
Preminger no era ningún
romántico, quería
la novedad de la crudeza más
que la reiteración de la piedad.
Pietà ¿en la Novak? Ni
Hitchcock se acordaría,
como a nadie se le ocurre
poner un hombre tal
como Frank en el suelo como
los niños, ella no sabía
que noche o tornado,
los brazos y piernas inútiles,
a martillazos, poco importa,
era el hombre de ella, le lanzó
las ropas encima, se anidó
con él en la tierra,
¿qué tienes tú?, ya pasó,
estoy aquí, ninguna fuerza,
aun las que no conozco,
es mayor que la mía si
la quisieres, o si no me la
pides, lo que te hace mal
yo lo hago bien, estaba así Kim
Novak arriba de él
y yo a la espera que
se fuese, ”ella se va
ahora”, pero ella se quedó.
sábado, 27 de marzo de 2021
RENÉE FERRER
Requisitos
Morder
la seda rosa de tu piel
hasta el carozo del deseo
y quedarme con el zumo
entre los labios.
En las llamaradas del leño
seguir
la biografía de un poema
la trémula complicidad
de los acordes.
Y oír
en la posada del encuentro
las exigencias del alma
como un sol descorazado
y compañero.
Junio de 1994
SERGIO LOO
Sergio
Loo
Déjame
pensar que esta vez no eres tú y no soy yo,
sino el embone de un engrane
de una maquinaria carnívora sin fin
y nada más.
ÁNGELA LEITE DE SOUZA
Al
pasar otra hoja
Al
pasar otra hoja
de oraciones marianas
un día nuevo comienza
con promesas
cargadas de energía…
En el cielo, tronada.
En el piso, calzada.
En el cuarto, Donana,
con el alma vacía.
Volviendo a pasar
hojas cansadas
de un viejo misal
donde flores del mal
quedaron escondidas.
Pétalos de la Nada.
Rosa profanada.
Vida encontrada
y perdida.
K ZA WIN
Carta
desde una celda
Querido Padre,
el Río, cuyo estómago
fue abierto de un tajo,
le ha declarado la guerra a nuestra pequeña casa en la ribera, ¿no es así?
Justo en frente de la casa
estarás buscando a alguien
que te ayude
con los postes del terraplén
para enderezar el río,
para llenar sus huecos con
bultos de arena.
En el agua turbia,
que se alza como una lanza de bambú,
estarás contemplando
la plantación de ajonjolí –
cargada con frutas
lista para la cosecha.
Estarás pensando
en ese puñado de arroz en tu boca
que están a punto de arrebatarte.
Quizás encontrarás consuelo
en la religión, contemplando
nuestros cinco enemigos.
Quizás después
pensarás en el vacío
que las labores de un hijo puede llenar.
Un hijo, dos hijas y un hijo;
El mayor es un poeta en prisión,
la primera hija, una maestra de escuela,
la segunda, una graduada en la cocina,
el más joven, un estudiante.
Tu hijo poeta,
¿acaso será de alguna utilidad
como el dah que usas para limpiar el campo?
Padre, no perdones.
¡Nada!
“Pho Chan, hijo,
¿por qué escucho ruidos detrás de ti?”
Me preguntaste al teléfono.
“Estoy en la parada de autobús
de camino a entregar un texto a un periódico,” mentí.
De tu hijo mentiroso en el muelle
a matones que te endulzan el oído
con las puntas de sus lenguas,
“Para nuestros campesinos benefactores…”,
porque quieren colocarse a tus espaldas,
ódialos a todos, Padre.
Ódialos a todos.
Un ladrón
no está armado.
Un matón lo está
hasta los dientes.
Si los ladrones son ingobernables,
si los matones son ingobernables,
¿cuál es el punto de tener un gobierno?
Lo que sea que les ocurra a las junglas
lo que sea que les ocurra a las montañas
lo que sea que les ocurra a los ríos
a ellos nada les importa.
Aman el país
justo como aman rallar un coco,
desde adentro hacia afuera,
para drenarlo.
Pedestal tras pedestal, para hacer más alto su trono,
apuntarán sus armas hacia la urna
en la frente del Gran Buda.
Su clase es de esa calaña.
Hay que maldecir a esa clase
y si tu religión lo prohíbe
permíteme deshacerme de esta religión.
Volveré el aire azul
de tu parte.
Quizás aún no lo sabes.
Tu hijo fue
arrestado
por exigirle a la llamada policía
que no lastimara a la población civil.
Algún día
tu hijo, que no es un ladrón
ni un matón
se volverá útil,
bueno como tu dah que limpia los campos.
Por ahora, Padre,
mantén tu vista en la plantación
que has arado con tus hombros desnudos.
Sigue cantando
el himno
de La Unión Campesina.
Tuyo siempre,
K Za Win
Celda 1, Sección 10
Prisión de Thayawaddy.