martes, 30 de marzo de 2021

TATIANA FAIA

 

 

 

Los gatos de la calle Adriano

 



uno de ellos se enredó

y no por engaño

en una red que cubría la fachada

de un edificio en obras

en calle Adriano

nos paramos para verlo

no nos dimos cuenta

cómo adquirió este hábito

salió no sé de dónde

atravesó el paseo

zigzagueando entre los turistas

y desapareció por un hoyo de la red

 

repetía la misma escena casi todos los días

se enrollaba para dormir suspendido

encima de nuestras cabezas

en un ángulo que parecía incómodo

su cuerpo como un inminente balón de agua

buscando entre la sombra

el mediodía del sol de otoño

sin ángulos agudos ni aristas

 

su perfecta circularidad

nos vigila con los ojos abiertos

cuando entiende que lo observamos

y nos sigue cuando comenzamos a seguir de frente

los ojos puntean como aguzadas puntas de lápiz

el inesperado apunte de nuestra presencia

nos sigue aun cuando ya no estamos a su vista

 

sus ojos sin embargo

entran de nuevo por la red del túnel

atravesando por el lado oscuro de la memoria

donde dejaran una pequeña marca

como una boya olvidada en medio del océano

que a veces regresa a la superficie

nos deja delante de una indecisión de pormenores

que no son parte de ningún hecho

de nuestra biografía

apenas algo que se pierde en el discurso de nuestros días

y comienza a subir

por el pelo blanco del hocico

con una mancha amarilla en la oreja

unos ojos verdes cristalinos

un gato callejero en calle Adriano

la terquedad de predador con que las imágenes

de una curiosidad aleatoria nos persiguen

y regresan sin cómo ni por qué

cerradas en la gracia de un movimiento

hábitos favoritos entrecruzándose

como el nuestro en un punto donde un destino para

mira hacia nosotros

rehace el camino de vuelta a través de las sombras

y acelera en un salto vertical

que rebasa varias veces nuestra propia altura




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