"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
jueves, 2 de abril de 2020
SANTIAGO KOVADLOFF
Hongos
No hay sitio, no hay tiempo, no hay
carta de Caracas.
Hay calor, es atroz.
Algo sucede, es evidente,
sueños idos podrían ser, algún
lamento.
Alguien traza un final, algo se agota;
es imperioso estar en algún sitio,
y no hay sitio
ni tiempo
ni carta de Caracas.
No hay sitio, no hay tiempo, no hay
carta de Caracas.
Hay calor, es atroz.
Algo sucede, es evidente,
sueños idos podrían ser, algún
lamento.
Alguien traza un final, algo se agota;
es imperioso estar en algún sitio,
y no hay sitio
ni tiempo
ni carta de Caracas.
De: “Ciertos hechos”
KENNETH PATCHEN
El soldado y la estrella
El rifle apunta:
Hace lo que los rifles hacen.
La estrella es muy bonita:
Haciendo lo que las estrellas hacen.
Diles, oh Soñador, que algunos fueron
Asesinados al principio de la matanza
Diles, oh Soñador, que la lluvia y la nieve
Están cayendo sobre esas pobres cabezas sin jinete
Diles, oh Soñador, que hay unas manos miserables
flotando en el agua…
Manos heladas que habrán de alcanzarlos en sus cálidos
lechos.
Hace lo que los rifles hacen.
La estrella es muy bonita:
Haciendo lo que las estrellas hacen.
Diles, oh Soñador, que algunos fueron
Asesinados al principio de la matanza
Diles, oh Soñador, que la lluvia y la nieve
Están cayendo sobre esas pobres cabezas sin jinete
Diles, oh Soñador, que hay unas manos miserables
flotando en el agua…
Manos heladas que habrán de alcanzarlos en sus cálidos
lechos.
GUI ROSEY
He aquí todos los siglos pasados a filo
de espada
He
aquí todos los siglos pasados a filo de espada
cabeza de madera donde el ojo izquierdo no palpita sino
para salvar al otro de la miseria
no hay de creíble en el seno vaporoso de las geografías
venosas
sino las huidas indeterminadas de rostros encadenados de
horribles palideces
sino la obra simbólica de microbios sabios al fondo de las
cavernas apasionantes de la materia
sino el monumento irracional de la tempestad abatiendo la
virtud
y el inolvidable desorden
de una voz desesperada
Ahora que los proverbios seductores viajan a costa de los
ojos
los brazos escasean de recuerdos y caen a lo largo del cielo
todos los dioses han regresado a sus conchas
y la muerte vestida de soldado
coloca el terror blanco bajo urna
en las patrias pintadas de nuevo
he aquí viniendo por los senderos trillados de fiebre lenta
el tiempo de las grandes mudas nocturnas
del terciopelo y de las lúcidas encantaciones
donde el hombre
rompedor de muertes y de palabras
trepa al oro escarpado
lleno de ruidos
como una selva virgen...
cabeza de madera donde el ojo izquierdo no palpita sino
para salvar al otro de la miseria
no hay de creíble en el seno vaporoso de las geografías
venosas
sino las huidas indeterminadas de rostros encadenados de
horribles palideces
sino la obra simbólica de microbios sabios al fondo de las
cavernas apasionantes de la materia
sino el monumento irracional de la tempestad abatiendo la
virtud
y el inolvidable desorden
de una voz desesperada
Ahora que los proverbios seductores viajan a costa de los
ojos
los brazos escasean de recuerdos y caen a lo largo del cielo
todos los dioses han regresado a sus conchas
y la muerte vestida de soldado
coloca el terror blanco bajo urna
en las patrias pintadas de nuevo
he aquí viniendo por los senderos trillados de fiebre lenta
el tiempo de las grandes mudas nocturnas
del terciopelo y de las lúcidas encantaciones
donde el hombre
rompedor de muertes y de palabras
trepa al oro escarpado
lleno de ruidos
como una selva virgen...
SEVERO SARDUY
Que se quede el infinito sin estrellas...
Que se quede el infinito sin estrellas,
que la curva del tiempo se enderece.
Y pierda su fulgor, cuando se mece
un planeta en su abismo y en las huellas
del estallido primordial. Aquellas
noticias recibidas del comienzo
de las galaxias, del vacío inmenso,
hoy son luz fósil. Paradojas bellas
que anuncian por venir lo transcurrido
y postulan pasado lo futuro.
Universo del pensamiento puro:
un espacio que fluye como un río
y un tiempo sin presente, opaco y frío.
El tiempo de la espera y del olvido.
NOÉ JITRIK
A un extremo de un jardín
Esas retamas
que otrora se llamaban
hiniestas
vibran un poco
empujadas por el viento
son muchas
los campos se plagan de amarillo
se perfuman
se desvanecen
ésta es su fuerza
sus flechas
reticuladas
llevan a un rincón
que está en otra parte
de olvido
llevan a mis propias manos
tocándolas
en mi propia
tierra.
De: “Las cartas que no se
mandan”
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