jueves, 23 de noviembre de 2017


ALEJANDRA RETANA BETANCOURT





Conozco los preceptos
de mi dios que resiste.
He vivido dos tercios
de la vida de Cristo;
aún no he caminado
encima de las aguas
pero he visto esos cuerpos
como piedras de monte
viejo derrumbado;
visto gente tan sola
cargar ésas, sus piedras
sin encontrarles nunca
jardín, arroyo, tumba;
visto gente tan ciega
apilar las ajenas
como la basa enteca
de columnas endebles.
No ha caído piedra mía,
no ha caído algún cuerpo
que yo pueda reclamar
¿podrá vivirse siempre
de los muertos de otros?
Aún no he caminado
encima de las aguas
antes hay que bañarse
negar el propio peso;
aún el mar me es indómito,
tengo el cabello seco.
Conozco los preceptos,
he vivido dos tercios
de la vida de Cristo
y he visto hombres despojar
a otros de ésas, sus piedras
para arrojarlas contra
aquellos otros hombres.


JEANNETTE CLARIOND

  


Astillada claridad



Una tierra devota, madre,
un vientre para la miel de lo perdido,
tierra de todos
en el insbrik, cobre esbelto donde la espuma
multiplicaba tu rostro.
Busco la duración y no aparece.
Veo desplegarse la oscuridad
labrada
desde un brillo solitario.
Surgen en mi incertidumbre,
muertas, un puñado de hojas grises.
Las formas ceden a lo inmóvil:
humo obstinado en engarzar
las perlas.
Sangra en el vidrio, astillada,
la claridad.


PABLO OSORIO




II



Te amo de costado y de frente.
Con 69 y 74.
Con vuelteros y minis.
Te amo con anillos y bajadas
Con olor a copajira selvática
Con frio en los huesos
y en los labios humedad.
Bien riquito elay.
Te amo porque te estaño.
Sin wolframio ni antimonios.
Ya ves.
Te amo igual.
Con montañas por la noche
y palmera al despertar.



JESSICA FREUDENTHAL




La Caperucita Roja 



Consagraron mi vida
injustamente
a una canastilla.

Consagraron mis entrañas
a una caperuza
a un disfraz de niña.

Consagraron mi vida
injustamente
a un cuento sin final.

Jamás creceré.
Jamás conoceré las delicias de la carne.
Nunca regresaré con mi madre.

Me habré quedado con la idea
de que el mundo es un lobo hambriento.

¿Porqué la vida es tan dura?
Para dolerte mejor.

Quise vivir, pobrecita.
Quise crecer.
Quise creer.

Pero consagraron mi vida a las mentiras.


CARLOS MARZAL




La lluvia en Regents Park



Debe de estar lloviendo en Regent's Park.
Y una suave neblina hará que se extravíe
la hierba en el perfil del horizonte,
los robles a lo lejos, las flores, los arriates.
Pausada, compasiva, descenderá la lluvia
hoy sobre el corazón de la ciudad,
su angustia, su estruendo,
sobre el mínimo infierno inabarcable
de cada pobre diablo.
Igual que aquella tarde en la que fui feliz,
igual que aquella lluvia
que me purificó, caritativa.

En las horas peores,
cuando el desierto avanza,
y no hay robles, ni hay hierba, cuando pienso
que no saldré jamás del laberinto,
y siento el alma sucia,
y el cuerpo, que se arrastra,
cobarde, entre la biografía,
la lluvia, en el recuerdo, me limpia, me acaricia,
me vuelve a hacer aún digno,
aún merecedor
de algún día de gloria de la vida.
La amable, la misericordiosa,
la dulce lluvia inglesa.


ANTONIO PLAZA




Cantares



Te adoré como a una virgen
cuando conocí tu cara;
pero dejé de adorarte
cuando conocí tu alma.

Cuestión de vida o muerte
son las pasiones,
si alguien lo duda, deja
que se apasione.

Las heridas del alma
las cura el tiempo,
y por eso incurables
son en los viejos.

Los astros serán, mi vida,
más que tus ojos hermosos;
pero a mi más que los astros
me gustan, linda, tus ojos.