"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
lunes, 8 de septiembre de 2025
MANUEL RUIZ AMEZCUA
Otra
vida
Nos
enfrentamos a todo
y
buscamos en la basura
las
sobras que nos alimentan.
Sabemos
de lo que huimos.
Huimos
de nuestra casa.
Huimos
de nuestra tierra.
Huimos
de nuestra gente
porque
los hombres matan
tanto
como la muerte.
Mientras
tenemos otra vida,
no
queremos volver
a
aquella guerra,
no
queremos volver a pasar hambre.
No
queremos volver a nuestra tierra.
Porque
somos los mismos
marcados
desde siempre.
Los
mismos hombres tristes
marcados
en la frente.
Los
mismos que luchan
y
los mismos que huyen.
Y
los mismos que sufren
y
los mismos que mueren.
Los
mismos de siempre
a
los que los hombres matan
tanto
como la muerte.
PILAR SANABRIA
La
visita
Para María José, por su mirada.
El
primer día pudo verme a la hora de visita, asaltó la tramoya de los antihéroes,
de
los que entre sueños escondemos fetiches que están lacrados como punzadas.
Pudo
verme, descendió como una tenue criatura de espuma
a mi
intenso pantano de almohada, me bañó el rostro de promesas.
Pensé
que era un sueño de penumbra
mutilado
en el arrecife de mi mente, un presagio funerario, vaticinio de aquel perro
ladrador de la tragedia.
Pero
fue ella como Penélope,
trajo
un hogar de hoguera en la mirada, tejió calles nuevas a mis muslos taciturnos y
al aposento putrefacto de corazas
dejó
liberado como una perfumería en viernes.
Su
amor desembarcó toda la ciencia de los vencejos, el pasto milenario del
horizonte,
sus
vaqueros me habían guardado
la
entreabierta lucidez de los jardines.
Expropió
el dolor con su sonrisa en aquella primera visita, el primer día que pudo verme
sola ante la muerte.
De:
“No fue de charol mi otoño de adentro”
MARÍA TERESA RAMÍREZ
La
abuela negra narra: Cosmogonía de África
¡Yen
yereeé! ¡Yenyereeé!
Ekuaaa… Ekuaa.
La
abuela, sentada fuma
con la cachimba al revés,
la candela va por dentro,
un sahumerio de recuerdos
fortalece su vejez.
Camina
para adelante,
sus huellas van hacia atrás.
Marca el son del tambor,
historias para contar.
Los
bisnietos y los nietos,
atentos sin parpadear,
oyen hablar de Olodumare,
Babalú Ayé y Yemayá.
De
Fam, el primer hombre,
de Sekumé y su mujer.
La abuela, como una Orisha,
¡Habla! ¡Cuenta! ¡Narra!
Fuma,
fuma su cachimba
con la candela hacia adentro,
el fuego la ilumina.
Con
mucha sabiduría
empezó su narración:
La
Diáspora de los Orishas
protectores de sus negros,
en la oprobiosa travesía,
hacia la Tierra Nueva
nombrada de Ultramar.
Se
aviva la llamarada…
se corre un velo de niebla,
las leyendas ancestrales
comenzaron a brotar.
Cuenta
del león y el tigre,
la hiena y el camaleón,
dela araña diligente,
la tortuga y el muerto
en macabra procesión.
Es
la fuente milagrosa
para saber la verdad.
De
los afrodescendientes
y sus raíces de África
¡Cuna de la Humanidad!
¡Yenyeré,
yenyeré!
¡Ekuaaa!
GLORIA POSADA
Lejana
luz
Tormenta
no deja ver estrellas
Fulgor
traspasa
profundidad de océano
savia del árbol
oscuridad de sangre
capas en tierra
y piel
ELVIRA ALEJANDRA QUINTERO
Amanecer
Acércate
a la ventana y sosiega tus voces con la bruma que emerge de los andenes.
Recuerda otros amaneceres cifrados por el descubrimiento de una verdad, en
medio del licor y el entusiasmo compartido con las almas amigas.
Y deja que sea solamente un recuerdo.
Sin llorarlo mira hacia afuera, hacia el otro lugar que tu ahora se esfuerza
por volver real y posible.
Allí
el sueño de anoche, sus voces, sus oleadas de persecución y sus breves
fragmentos de calma.
Su humedad, su martirizante dicha.
La
insana, loca pregunta.
GERARDO VENTEO
Porque
al nacer el primero, su constelación de afectos
cambió;
el espacio y su espacio, la gravedad de los
objetos,
la intención del logro enredado en el afán,
la
niña de sus ojos. Ella, más ella que nunca, insistía
en
la cría.
Al
fin, tenía un lugar en el mundo.
De:
“La veladora”
