lunes, 8 de septiembre de 2025

PILAR SANABRIA

  

 

La visita

Para María José, por su mirada.

 

 

El primer día pudo verme a la hora de visita, asaltó la tramoya de los antihéroes,

de los que entre sueños escondemos fetiches que están lacrados como punzadas.

Pudo verme, descendió como una tenue criatura de espuma

a mi intenso pantano de almohada, me bañó el rostro de promesas.

Pensé que era un sueño de penumbra

mutilado en el arrecife de mi mente, un presagio funerario, vaticinio de aquel perro ladrador de la tragedia.

Pero fue ella como Penélope,

trajo un hogar de hoguera en la mirada, tejió calles nuevas a mis muslos taciturnos y al aposento putrefacto de corazas

dejó liberado como una perfumería en viernes.

Su amor desembarcó toda la ciencia de los vencejos, el pasto milenario del horizonte,

sus vaqueros me habían guardado

la entreabierta lucidez de los jardines.

Expropió el dolor con su sonrisa en aquella primera visita, el primer día que pudo verme sola ante la muerte.

 

De: “No fue de charol mi otoño de adentro”

 


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