miércoles, 12 de febrero de 2014

TOMÁS SEGOVIA


  

Sé que no sabes que recuerdo tanto...



Sé que no sabes que recuerdo tanto
tu piel untuosa y pálida, amasada
con fiebre y luna, y tu boca abrasada,
blanda y jugosa y salada de llanto,
y tu implorante gesto de quebranto,
sobre tu frigidez crucificada
y agradecida y tierna aunque insaciada,
y mi esfuerzo patético entretanto,
y el amor con que entonces se volvía
tu largo cuerpo de impecable diosa
en su halo de luz y denso efluvio
y ofrecías sensual a mi porfía
la masa de las nalgas prodigiosa,
guiando mi mano hacia tu pubis rubio.



MIGUEL HERNÁNDEZ




Sentado sobre los muertos


Sentado sobre los muertos
que se han callado en dos meses,
beso zapatos vacíos
y empuño rabiosamente
la mano del corazón
y el alma que lo mantiene.

Que mi voz suba a los montes
y baje a la tierra y truene,
eso pide mi garganta
desde ahora y desde siempre.

Acércate a mi clamor,
pueblo de mi misma leche,
árbol que con tus raíces
encarcelado me tienes,
que aquí estoy yo para amarte
y estoy para defenderte
con la sangre y con la boca
como dos fusiles fieles.

Si yo salí de la tierra,
si yo he nacido de un vientre
desdichado y con pobreza,
no fue sino para hacerme
ruiseñor de las desdichas,
eco de la mala suerte,
y cantar y repetir
a quien escucharme debe
cuanto a penas, cuanto a pobres,
cuanto a tierra se refiere.

Ayer amaneció el pueblo
desnudo y sin qué ponerse,
hambriento y sin qué comer,
el día de hoy amanece
justamente aborrascado
y sangriento justamente.
En su mano los fusiles
leones quieren volverse
para acabar con las fieras
que lo han sido tantas veces.

Aunque le falten las armas,
pueblo de cien mil poderes,
no desfallezcan tus huesos,
castiga a quien te malhiere
mientras que te queden puños,
uñas, saliva, y te queden
corazón, entrañas, tripas,
cosas de varón y dientes.
Bravo como el viento bravo,
leve como el aire leve,
asesina al que asesina,
aborrece al que aborrece
la paz de tu corazón
y el vientre de tus mujeres.
No te hieran por la espalda,
vive cara a cara y muere
con el pecho ante las balas,
ancho como las paredes.

Canto con la voz de luto,
pueblo de mí, por tus héroes:
tus ansias como las mías,
tus desventuras que tienen
del mismo metal el llanto,
las penas del mismo temple,
y de la misma madera
tu pensamiento y mi frente,
tu corazón y mi sangre,
tu dolor y mis laureles.
Antemuro de la nada
esta vida me parece.

Aquí estoy para vivir
mientras el alma me suene,
y aquí estoy para morir,
cuando la hora me llegue,
en los veneros del pueblo
desde ahora y desde siempre.
Varios tragos es la vida
y un solo trago es la muerte.



JOSÉ MARÍA ÁLVAREZ





Bizedi


Así nosotros, desesperanzados, ya sin esforzarnos ni cuidar la
razón, resueltos ibamos de lodazal en lodazal, por la alta mar
de esa líquida basura
Giordano Bruno

-Caballero, yo no me mezclo en esos asuntos; no estoy aquí para
eso
Condesa de Espoz y Mina

Quiero que veáis -dijo el Conde- que soy de nobles sentimientos
Heldris de Cornualles



El otro día, Cintia, me decías
que siempre me quedaba en la puerta, que no
daba el paso «decisivo» decías, del que ya no hay retorno,
y que era cobardía ante la vida,
que me estaba perdiendo no sé qué.

Seguramente es cierto que me pierdo
«eso», pero no tengo duda, te aseguro
que conozco territorios muy cercanos
y acaso alguno más allá, y que nunca
me produjeron algo que pudiera
considerar siquiera
como placer menor.

¿Sabes lo que me preocupa, lo que
a veces me inquieta?
Imaginar que no hay salida
en tu descenso a los Infiernos,
hilo que te asegure regresar.

Porque veo algo terrible
en tu forma
de lanzarte a la vida. No
se sostiene en nada, no
sirve
para
nada. No lo sabes, pero
repites lo que significan las palabras
del asesino en Macbeth
al aceptar matar a Banquo:
«Haría lo que fuese
por desquitarme
del mundo».

Y yo no quiero desquitarme
de nada.

Claro que es hermoso, de vez en cuando
adentrarse en esa plenitud
de la disipación, te lleve donde lleve,
y entregar cuerpo y alma a los abismos
de eso que hay en nosotros escondido,
darse la lengua con las simas de la vida,
tocar el esplendor de ese misterio
salvaje, que jamás descifraremos.

Pero siempre, querida, que haya un faro
al fondo de la noche,
las columnas ardientes de la sabiduría,
el Arte, algunas
certidumbres morales,
el ejemplo indeleble de los grandes,
esos modelos que nos guían.


FÉLIX DE AZÚA

  

Memento En La Feria De San Isidro



De poco corazón poco elegíaco cansado de la ciencia
no leídos los tristes libros las oraciones ambiguas
embarcado sin reloj de pulsera desconociendo las estrellas
cansado de la sabiduría el astrolabio es un nominativo.

También el movimiento cansado y arrastrado
metronómico por ser numeración no nombre
el tren recorre el puente y luego cae.

Poco noctámbulo pero desorientado y afligido
de desconcierto enmarañado en las acciones irregulares
los verbos los pronombre castigados de cara a la pared.
Completamente amable.

  La ceniza de toda la ceniza ceniza enamorada:
lo priápico amordazado y seco tembloroso
  para hacerse un amuleto contarlo a los amigos
para lanzarse desde el último piso.



ROCÍO MENDOZA BLANCO

  


De las pequeñas decepciones



Las palabras fatídicas
el silencio
el hueco de la mano
la almohada limpia
todas las calles extranjeras
y después
la repetición
el ciclo
las manos,
la piel,
la almohada sucia.
la misma herida insoportable
lo mismo
irremediablemente
lo mismo de siempre:

educar a otros hijos
que serán tuyos y míos
pero no los nuestros.





JUAN BELLO SÁNCHEZ




Últimos poemas



1
Los espacios vacíos
eran manos que devolvía el mimo
bajo el sonido de las campanas

o pájaros apagados
ya entrada la noche.