lunes, 16 de mayo de 2016


ESDRAS PARRA




Al fin y al cabo sólo existe esta sombra harapienta...



Al fin y al cabo sólo existe esta sombra harapienta
a donde me han condenado
sin dolor y sin queja
donde golpeo mi leña y trituro mi pan
y recojo mis huesos dispersos
allí allí
de donde vuelvo con mi pedazo de muro.


CELIA VIÑAS OLIVELLA



  
Gallinero



Tres pollitos
van.
Las manos en los bolsillos
van,
van a la escuela.
Doña Gallina
Clueca
les va a enseñar
cómo se come un gusano.
¡Cuidado! Se va a ahogar
el más chico de los pollos
con un botón de cristal.
Dos pollitos
van.
La manos en los bolsillos
van.
Enfermería. Silencio.
En el cielo del corral
pone estrellitas de oro
el pollo sin funeral.


ANA MUELA SOPEÑA



Un minuto de silencio
A las víctimas del 13-N 



Ni dioses ni demonios, no hay excusas
para masacrar a otros humanos.
El trece de noviembre
del año dos mil quince
un polvorín de miedo se hizo lágrima
en la ciudad amada de la luz.

El terror fue la sombra
y dominó el reloj de la desdicha.

Tantas vidas segadas...
relámpagos de pánico en el mundo.

Desde otro reino oculto
las víctimas contemplan este caos
y piden quietamente por la paz.

Aquí, desde este lado,
guardaremos los nombres
en la memoria de los días.

Una fecha de luto
para recordar entre sollozos
lo que nunca debió suceder.

En medio de la pérdida:
las flores, las ofrendas, las plegarias
y...
un minuto de silencio
como el fuego infinito del dolor...


MARIANELA PUEBLA



Exilio



Y el recuerdo se deshizo en lágrimas salobres venidas del océano Pacífico,
ya no sabíamos si eran de color gris, verde o trasparentes,
había pasado tanto tiempo en tinieblas, ilusionando.

Podíamos, imaginar la cordillera vestida de luto con azares marchitos
y zopilotes sobrevolando la capital del temor.
Podíamos ver una casita pestañear a lo lejos,
blancas volutas de sueños rotos, en una noche que se hizo eterna.

Todo lo podíamos vivir en nuestra mente y en el corazón,
divisar el cielo entristecer ausencias, en agónicos lamentos confundidos.
Ríos serpenteando pañuelos de despedidas
y un revolotear de adioses sin besos que los consuelen.

Tiempo en el exilio sin voces familiares para la calma.
Una espera que se alargó en días, meses y años, sin reflejo,
una fotografía en sepia que deja huellas profundas en la cartulina.

Ahora, encendimos la luz para los que ya se fueron sin retorno
y quedaron hollando arenas de otras playas.
Les damos nuestro adiós, un abrazo de continente,
y al volver al camino, nadie nos reconoce, somos algo que no encaja en esta nueva fisonomía, inaudita confusión, las generaciones pasan
y la nuestra, yace en un tiempo fenecido.

Nos quedamos allí, encerrados en un sempiterno exilio
masticando memorias que no encuentran lugar
en el rompecabezas de la vida.




EMILIO PRADOS




Canción



No es lo que está roto, no,
el agua que el vaso tiene:
lo que está roto es el vaso
y, el agua, al suelo se vierte.

No es lo que está roto, no
la luz que sujeta al día:
lo que está roto es el tiempo
y en la sombra se desliza.

No es lo que está roto, no
la sangre que te levanta:
lo que está roto es tu cuerpo
y en el sueño te derramas.

No es lo que está roto, no,
la caja del pensamiento:
lo que está roto es la idea
que la lleva a lo soberbio.

No es lo que está roto Dios,
ni el campo que Él ha creado:
lo que está roto es el hombre
que no ve a Dios en su campo.



JAIME LABASTIDA




La realidad y el sueño



Espesa turbulencia preside mis palabras.
Para mí, tú eres aún una doncella.
Dentro de mí, habito un nido de fantasmas,
un lecho de cigarras, casi un cielo infantil.

Tomándote los pechos, jugamos a ser niños.
Ríes. Rozo apenas tus párpados.
Inocente me miras.

Yo te beso en la boca y tu misterio se abre,
ávido de abrazos.
Mi cuerpo se abre en cruz.
Nuestras manos se estrechan.
Tu palpitante corazón deshoja mis latidos.
Dicen ser esto la alegría.

Yo te estrecho,
yo te estrecho.
Somos los dos turbias bestias
crucificadas en los brazos del otro.

El antiguo ensueño azul se desbarata.
He aquí la vida, hermosa y dura.


De "El descenso" 1960