"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
lunes, 3 de febrero de 2025
ANNE SEXTON
La
verdad que los muertos conocen
Se
acabó, digo, y me alejo de la iglesia,
rehusando la rígida procesión hacia la sepultura,
dejando a los muertos viajar solos en el coche fúnebre.
Es junio. Estoy cansada de ser valiente.
Conducimos hasta el Cabo. Crezco
por donde el sol se derrama desde el cielo,
por donde el mar se mece como una cancela
y nos emocionamos. Es en otro país donde muere la gente.
Querido, el viento se desploma como piedras
desde la bondadosa agua y cuando nos tocamos
nos penetramos por completo. Nadie está solo.
Los hombres matan por ello, o por cosas así.
¿Y qué ocurre con los muertos? Yacen sin zapatos
en sus barcas de piedra. Son más parecidos a la piedra
de lo que lo sería el mar si se detuviera. Rehusan
ser bendecidos, garganta, ojo y nudillo.
Versión
de: Patricia Rivas
VIOLETA PARRA
A mi
casa llega un gato
A mi
casa llega un gato,
pero
es un gato decente,
pero
es un gato decente.
Si
yo le tomo la cola
al
tiro muestra los dientes.
A mi
casa llega un gato.
Este
gato romano
que
es medio cojo,
si
lo tratan de cucho
se
pone rojo.
Este
gato romano
que
es medio cojo.
Se
pone rojo, sí,
bajo
la parra.
No
te juegues con gatos
que
tienen garras.
¡Anda
a cazar ratones
por
los rincones!
JUANA DE IBARBOUROU
Hora
morada
¿Qué
azul me queda?
¿En qué oro y en qué rosa me detengo,
qué dicha se hace miel entre mi boca
o qué río me canta frente al pecho?
Es la hora de la hiel, la hora morada
en que el pasado, como un fruto acedo,
sólo me da su raso deslucido
y una confusa sensación de miedo.
Se me acerca la tierra del descanso
final, bajo los árboles erectos,
los cipreses aquellos que he cantado
y veo ahora en guardia de los muertos.
Amé, ay Dios, amé a hombres y bestias
y sólo tengo la lealtad del perro
que aún vigila a mi lado mis insomnios
con sus ojos tan dulces y tan buenos.
BELLA AJMADÚLINA
El
que guarda silencio
En
este mundo, donde es otoño, donde las caras de los niños son rosadas,
donde las palabras de la agitada alma solitaria son pesadas,
existe alguien…
Él observa, para que las hojas silenciosas vuelen,
y administra en el universo el gran rito del silencio.
Versión
de: Irina Astrau
JULIA PRILUTZKY
Este
amor que se va, que se me pierde
Este
amor que se va, que se me pierde,
esta oscura certeza de vacío:
mi corazón, mi corazón ya es mío
sin nada que le implore ni recuerde.
De
pronto, vuelve a ser un fruto verde
sin madurez, ni aroma en el rocío:
ay del que quiere apresurar su estío,
ay de aquél que lo besa o que lo muerde.
Yo
sé que algo persiste, todavía.
Pero no existen ya ni la alegría
ni la embriaguez radiante ni la lumbre
ardiendo
en la mirada y en los labios.
Ni exaltación ni búsqueda ni agravios:
apenas una cálida costumbre.
MARINA TSVETÁIEVA
Libertad
salvaje
Me
gustan los juegos en que todos
son arrogantes y malignos,
en que son tigres y águilas
los enemigos.
Libertad
salvaje
Que cante una voz altiva:
«¡Aquí, muerte, allí -presidio!»
¡Luche la noche conmigo,
la noche misma!
Volando
voy -tras de mí van las fieras;
y con el lazo en las manos yo me río…
¡Ojalá la tormenta
me haga añicos!
¡Que
sean héroes los enemigos!
¡Acabe en guerra el convite!
Que sólo quedemos dos:
¡El mundo y yo!
Versión
de: Severo Sarduy