viernes, 19 de mayo de 2017


JORGE CARRERA ANDRADE




Tres estrofas al polvo



Tu roce de ceniza va gastando las formas,
hermano de la noche y la marea.
Envuelves todo objeto en una muerte anónima
que es tan sólo un regreso a su origen de tierra.

Escalas sin ser visto muros y corredores.
Palidecen los trajes ahorcados
en sus perchas de sombra y los relojes
cesan súbitamente de vivir a tu paso.

Clandestino emisario de las ruinas,
modelas en las cosas tu máscara terrestre.
Nada puede escapar a tu parda conquista,
aliado innumerable de la muerte.



LUCIAN BLAGA




Melancolía



Un errabundo viento borra sus lágrimas frías
en los cristales. Llueve.
Inquietantes tristezas me llegan, pero todo
el dolor que siento no lo siento en mí,
en el corazón,
en el pecho,
sino en las gotas pasajeras de la lluvia.
Injertado a mi ser el inmenso mundo
con su otoño y su crepúsculo
me duele como una llaga.
Hacia las peñas pasan las nubes de rebosantes ubres.
Y llueve.


GUADALUPE AMOR




El ruiseñor



Pájaro cantor
de setecientos veintidós colores
el frágil ruiseñor,
mayoral de tenores
es ave de los trinos trinadores



EUGENIO MONTALE




Dos en el crepúsculo



Entre tú y yo fluye en el mirador
claridad submarina que deforma
el perfil de las colinas y tu rostro.
Amputado de ti, cada gesto tuyo
está en un fondo huidizo; entra sin huella
y se esfuma, en el medio que colma
cada surco y se cierra a tu paso:
tú aquí, conmigo, en este aire que baja
para sellar
el torpor de las piedras.
Y yo, derribado
bajo el poder que gravita en torno, cedo
al sortilegio de no reconocer
en mí nada que me sea ajeno; si levanto
el brazo apenas, el acto resulta
distinto, se rompe en un cristal, ignota
y empañada su memoria, y el gesto
deja de pertenecerme;
si hablo, escucho atónito esa voz
que desciende a su gama más remota
o apagada en el aire que la deja en vilo.

Como en el punto que resiste a la última
consunción del día,
dura el extravío; luego un soplo
reconforta los valles en un frenético
movimiento que en las frondas suscita
un tintineo que se dispersa
entre veloces humaredas y las primeras luces
dibujan ya los muelles.

...Entre nosotros
caen sin peso las palabras. Te miro
en un blando reverbero. No sé
si te conozco; sé que jamás estuve
separado de ti como sucede en este regreso
tardío. Pocos instantes han quemado
todo en nosotros: menos dos caras, dos
máscaras que graban, con esfuerzo,
una sonrisa.


De: “La tormenta y lo demás”



LUIS ROSALES




Un puñado de pájaros



Como la voz y la palabra tienen un mismo cuerpo y un
rostro diferente,
vive el amor su identidad
en dos amantes que descansan cada cual en el otro,
distendiéndose,
y es esta distensión lo que les une
lo mismo que la llama tiene un centro de sombra y un
entorno de luz.
Vivir o no vivir, este es el juego,
pues naces cuando amas
y el amor sólo dura mientras sigues naciendo.
Mas no siempre la vida llega a tiempo y hoy me siento plural
y desasido,
hoy me encuentro en el aire y en modo alguno quisiera
detener esta caída
en la que toco la verdad como a veces tocamos nuestro
cuerpo para certificar que no estamos soñando.
¿Cuándo voy a aprender lo que he vivido?
por ejemplo:
la luz resbaladiza que en algunos lugares reverbera en tu
piel,
el cuerpo y su inmediato despertar,
la lentitud de esa caricia que se va convirtiendo en un pétalo,
los ojos hilvanados
y esa anhelante sobreprestación
en que el hombre descubre su propia oscuridad,
su sangre deseante,
y ese calor de oveja llenándote la mano.

Ahora bien, el milagro no es todo y el silencio de dos
nunca se junta;
la luz llega a la tierra después de su caída;
los besos no se pueden recuperar;
cuando el amor se acaba sólo deja un puñado de pájaros.
Más temprano o más tarde lo que vuela se aleja:
éste es el precio de vivir,
y el corazón se quema en esa distensión en que el amor nos
hace traspasar nuestra frontera de crecimiento
y ya no puedes sostenerte en los pies rotos.
Quizás estas palabras son una invitación para el naufragio,
sin embargo es preciso aceptar
que en amor quien elige se equivoca.

Más tarde o más temprano la vida se produce de una manera
negociada igual que un cargareme,
y la elección tiene la culpa por su carácter ganancial,
por su carácter legitimado y contencioso;
la elección es la culpa preventiva que convierte las noches
en arena,
mientras en nuestro corazón crece el desierto como queda
en la tierra un sobre blanco.
Vivir o no vivir, este es el juego.
Sólo cuando la vida misma decide por nosotros puede llegar
a ser imprescindible,
comprenderás, amiga mía, que esto sucede raras veces:
es como ver palidecer a un muerto.
Lo que suele venir es el cansancio,
la vida y su desagüe en el ahorro,
y ese arrepentimiento primordial de saber que lo vivo era
lo otro,
cuando ya está perdido.


20 de agosto de 1977



De: “Diario de una resurrección”


MIGUEL ÁNGEL FLORES




Contra suberna

Yo soy Arnault que atesora la brisa   
Y caza la liebre con buey                 
nada contra la marea                     
Arnault Daniel



Contra suberna
Así contra suberna
Contra el gran aire y la marea
Contra la tarde y el crepúsculo
Así contra suberna
Contra el tiempo
          que erosiona la piel y la piedra
Contra el sagrado monasterio de la soberbia
Contra la efímera gloria
Contra suberna
          hemos de instalar
Los reinos del sueño y el lenguaje
Contra la marea
          he de luchar con la tenacidad de las palabras

¿Qué materia memorable
          erigen los años?


De: “Erosiones y desastres”