lunes, 19 de junio de 2017


ALEJANDRA MORENA MORAES





Llaga



gimiendo, derramándose y decantándose
todo en simultaneo
remolinos de fuego
y un mar de lenguas abriéndome el pecho
el dolor abierto en dos
grita dentro


GUILLERMO FERNÁNDEZ




IV



Ocho años de silencio sobre ti
y sobre ese montón nada ha cambiado.
Los poetas, con sus versitos;
las nalgas, con sus pájaros.
Ninguna raíz nutre al orgullo.
En pie la misma ruina de las casas hechas en serie,
indistintas libreas para los buenos habitantes
que reparten codazos para respirar un poco de aire.
De vez en cuando —los domingos—, salen al campo
y por una veloz autopista ganan su Arcadia.
(¡Viejo Walt Whitman, tú qué sabes!
En nuestros días ya no hay actos desmesurados.
Digerimos el Diez de Junio y Tlatelolco
como la oveja más dócil del rebaño).
Estoy mirando a la derecha y hacia abajo
mientras dejo que el buitre me contemple.
La vida se ha burlado de nosotros.
Lo hará también el polvo de la muerte.

noviembre de 1971


De: “La hora y el sitio”.



GONZALO ROJAS




Ejercicio



Figúrate tanto
tirar letras en el papel dónde
queda entonces la escritura la herradura
para la suerte el burro mismo cómo
va a llegar a la cumbre.



ELVA MACÍAS




Imagen y semejanza



El bien sea dado.
El mal no resucite.
Señora de la sentencia del ser,
es tu reino el que recorro
como el más humilde peregrino,
con la fe como báculo
y el azoro como único alimento.
Tu vía láctea se ensancha
cubierta de cercenaduras de estrellas
y el santuario aguarda únicamente tu determinación.
Mi esperanza se funda
en el entendimiento
de nuestra alcurnia y degradación
de nuestra virtud y nuestro vicio
de nuestro placer y atadura
de nuestra generosidad y rapiña.
¿A quién amamos?
Espejo de las miserias, di,
espejo de la virtud,
explica.
Ya las cosechas no se pierden a nuestro paso
ni altar se erige sobre nuestro vientre.
Una es nuestra mano.
Una es la mano de la alianza,
una la que conduce los primeros pasos
de la progenie,
una la mano que se crispa
ante la esterilidad,
una la que rechaza la unión
la misma que arranca la constelación de la matriz
y la que recibe el astro de nuestro vientre.
No hay a quien culpar no hay a quien agradecer.
Mujeres somos
desde el inicio de la gestación
hasta más allá de la vida y de la muerte
marcada o trunca en la estela de la descendencia.
Mujer también la que acompaña nuestros pasos
y exige el agua del deseo
el agua de la purificación
el agua de la inmundicia.
No sólo para incendiar la nave hemos nacido:
para tripular embarcaciones
que naufragarán con nuestra sola presencia,
para detener las furias del mar
con el pubis descubierto y salobre
como un mascarón de proa ante la tormenta.
Cese el canto de las sirenas,
llanto de mujeres
que se acostaron con ángeles del infierno.
Y no entre la nostalgia heredada
en nuestro lecho.
Nuestro lecho sea de paz
o de grandes batallas de placer,
nuestro lecho sea de soledad elegida.
El humo del sacrificio asciende
cuando la ofrenda es un animal enfermo
o el hijo más amado:
las prostitutas y las vírgenes
las madres o las yermas
las solas y las ayuntadas entre sí
las parejas fornicando
y los pequeños animales
domésticos que no quisimos ser.
Paraíso perdido
isla encantada
tierra de promisión
de tu entraña surge el volcán
que ha de sepultarnos.
Apartemos los vestigios
de todos los templos
mientras la luna se revierte
en el espejo de nuestro universo múltiple.

La manzana es de piedra
y latente está la semilla de la sierpe
que no ha de devorarse a sí misma.


ÓSCAR HAHN



  
En una estación del metro



Desventurados los que divisaron
a una muchacha en el Metro

y se enamoraron de golpe
y la siguieron enloquecidos

y la perdieron para siempre entre la multitud

Porque ellos serán condenados
a vagar sin rumbo por la estaciones

y a llorar con las canciones de amor
que los músicos ambulantes entonan en los túneles

Y quizás el amor no es más que eso:

una mujer o un hombre que desciende de un carro
en cualquier estación del Metro

y resplandece unos segundos
y se pierde en la noche sin nombre




MARCELO DANIEL FERRER




Filigranas



Con pensamientos encendidos como flamas,
Deseando que alguien me atice de borrascas
Me hundí en reflexión a flor de lágrimas,
Lleno de vacíos... rodeado de hojarascas.

Como la luz perseverante que retorna por las mañanas
Y que con angelical calma tiñe de auroras el alba,
También perseverante espero las palabras
Que adornen mi alma de filigranas.


Y con la esperanza de ver soledades decapitadas
Espero su llegada como a la aurora en mi ventana
Para celebrar el festín de dos ansias encontradas
Que dibujan en sus almas filigranas.