domingo, 4 de enero de 2015

SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ


 

- I –


Correspondencias entre amar o aborrecer


   Feliciano me adora y le aborrezco;
Lisardo me aborrece y yo le adoro;
por quien no me apetece ingrato, lloro,
y al que me llora tierno no apetezco.

   A quien más me desdora, el alma ofrezco;
a quien me ofrece víctimas, desdoro;
desprecio al que enriquece mi decoro,
y al que le hace desprecios, enriquezco.

   Si con mi ofensa al uno reconvengo,
me reconviene el otro a mí ofendido;
y a padecer de todos modos vengo,

   pues ambos atormentan mi sentido:
aqueste con pedir lo que no tengo,
y aquél con no tener lo que le pido.

 

 

TOMÁS DE IRIARTE


 

Del oro, como muchos, no dependo

  

Del oro, como muchos, no dependo,  
Fabio, pues ni le guardo ni codicio;  
ni dependo jamás del vulgar juicio,  
pues dar a luz mis obras no pretendo.  

Del sexo mujeril casi no pendo, 
pues amo por placer, no por oficio;  
y aun menos de la corte y su bullicio,  
pues de fingir y de adular no entiendo.  

Solamente dependo de la muerte,  
ya que discurso no hay ni diligencia 
que de su despotismo nos liberte.  

Mas la espero sin miedo y con paciencia,   
vivo sin desearla; y de esta suerte,  
amigo, se acabó la dependencia.

 

 

ALFONSINA STORNI


 

Amor

 

Baja del cielo la endiablada punta
con que carne mortal hieres y engañas.
Untada viene de divinas mañas
y cielo y tierra su veneno junta.

La sangre de hombre que en la herida apunta
florece en selvas: sus crecidas cañas
de sombras de oro, hienden las entrañas
del cielo prieto, y su ascender pregunta.

En su vano aguardar de la respuesta
las cañas doblan la empinada testa.
Flamea el cielo sus azules gasas.

Vientos negros, detrás de los cristales
de las estrellas, mueven grandes asas
de mundos muertos, por sus arrabales.

 

 

DELMIRA AGUSTINI


 

 Mi aurora

 

 Como un gran sol naciente iluminó mi vida
 y mi alma abrió a beberlo como una flor de aurora;
 ¡Amor! ¡Amor! bendita la noche salvadora
 en que llamó a mi puerta tu mamita florida.

 Mi alma vibro en la sombra como arpa sorprendida,
 las aguas del silencio ya abiertas, en la aurora
 cantó su voz potente misteriosa y sonora.
 ¡Mi alma lóbrega era una estrella dormida!

 Hoy toda la esperanza que yo llorara muerta
 surge a la vida alada del ave que despierta
 ebria de una alegría fuerte como el dolor;

 y todo luce y vibra, todo despierta y canta,
 como si el palio rosa de su luz viva y santa
 abriera sobre el mundo la aurora de mi amor.

 

LUIS DE GONGORA


 

Si Amor entre las plumas de su nido

 
 
Si Amor entre las plumas de su nido
prendió mi libertad, ¿qué hará ahora,
que en tus ojos, dulcísima señora,
armado vuela, ya que no vestido?

Entre las violetas fui herido
del áspid que hoy entre los lilios mora;
igual fuerza tenías siendo aurora,
que ya como sol tienes bien nacido.

Saludaré tu luz con voz doliente,
cual tierno ruiseñor en prisión dura
despide quejas, pero dulcemente.

Diré como de rayos vi tu frente
coronada, y que hace tu hermosura
cantar las aves, y llorar la gente.

 

CLAUDIA LARS


 
Sonetos del Arcángel (I)

 

Quiero, para nombrarte, voz tan fina
y tan honda... conciencia de la rosa,
eje del aire, llama melodiosa,
cambiante y desolada voz marina.

Vaivén de arrullo, trémolo a sordina,
rumor que el mundo y el azul rebosa;
arpegio de la escala luminosa
donde el canto de amor sube y se afina.

Para nombrarte debo ser tan clara
como lira perfecta que tocara
mano imposible, de belleza viva.

Y ha de vibrar dulcísimo tu nombre
-verbo del ángel, música del hombre-
en mi delgada lengua sensitiva.