miércoles, 10 de julio de 2019


EDUARDO MITRE





2



Beso a beso,
caricia a caricia, se dora
al sol del deseo.

De: “Humeda llama”.

MARIO TREJO





De puño y letra



Me doy por vencido.
La religión la mafia
la política y el fútbol
el ejército y la moda
mueven más gente que yo.

Son millones o pocos
pero totalmente decididos
al todo por el todo.
Yo sólo tengo que ver
con las pequeñas multitudes
de un cine de trasnoche
con la soledad de los jugadores
que ofician una partida de ajedrez
con la tibieza de algunas mujeres.

Leo
vuelvo a ver una vieja película
hago noche en Coltrane
y estiro el brazo y acaricio a mi bella
que fume y ahora me convida.



ELIZABETH SOBARZO GAONA





VII



Soy brusca porque me perdí en la noche
buceaba el mástil que soltaste en alta muerte
no me fijé en tu boca prieta
que me marcaba la orilla sin fronteras
no vi que era bueno el engranaje
que el timón de tu antesala me abriría el intestino


De: “Poemas para arrullar a los ojos hormigueros”.


CAMILO ALEJANDRO POBLETE REY





Diez Mil Nueve Noventa



Basta de esquemas arbóreos
Y militares jubilados,
De estructuras rígidas
Con núcleos y adyacentes,
Sintagmas vomitivos,
Que bullen retazos de escoria.

Basta de utopías realizables
Y poesía a diez mil nueve noventa,
Revivamos el sesenta y ocho,
Con nuevas caras,
y renovadas brújulas.

Esquematicemos matices
Y maticemos los esquemas,
Cambiemos automóviles
Por ideas adúlteras y
Compartamos vírgenes lamentos,
Juveniles engaños
Con vino tinto y pan con queso.

Miremos al futuro,
Parando en los andenes,
Tu a mi lado
Y yo de frente,
Orinando obstáculos,
Desviando los placeres.


GABRIEL CELAYA





Penúltimas palabras



Mientras las estrellas brillan temblorosas,
te diré una palabra sencilla y antigua,
palabra siempre dicha, pero nunca entendida,
palabra que tan sólo de tú a tú comprendemos:
Te amo.

La noche vasta ensancha tu dulce presencia.
Secretamente te hablo retorciendo mi angustia.
Secretamente sufro por algo prohibido
y es sencillo y terrible como tú si me miras:
Te amo.

La muerte sólo brilla con tranquilas estrellas.
Sus párpados son lentos; su silencio es antiguo;
sus manos que no tocan me adivinan en sombra;
su gloria es un secreto.

Regia amante nocturna de senos glaciales,
cielo de la hermosura más allá de mi dicha
y mi amor, y mi canto, y mi vuelo más loco,
¡también yo he de callarme!
 


EDUARDO CHIRINOS





Una vez más la rosa



Leo una vez más sobre la rosa y una vez más un perfume de siglos invade mi casa. Rancio perfume con sabor a nombres, a símbolos que demandan la eternidad de nuestros ojos, a cuerpos cuyo hedor se disipa al menor contacto con los nombres. ¿Qué es la poesía sino el olvido de los nombres?, ¿qué es la rosa sino nuestra primera rosa, aquella que nada nos dijo porque nada sabíamos, porque éramos ciegos para todo aquello que no fuera su olor, su color, su efímera gracia adornando un jardín que pronto habríamos de poseer para mejor olvidar? Oigo de cerca y lejos a los vicarios que descreen de la inocencia. Desengaño dicen. Todo lo que puedes decir ya ha sido dicho y redicho en lenguas que jamás soñarás con aprender, en lenguas que ya no se hablarán jamás. Los oigo como oigo también a los santos inocentes. Dilo todo, dilo todo, tu palabra incendiará las anteriores, nadie recordará ese fuego que has convertido en ceniza. Lotófagos del símbolo y el verbo, ¿es posible vivir con un abismo que se abre constantemente a las espaldas? Leo una vez más sobre las rosas y leo pétalos verbales, espinas silábicas que pinchan y sangran los dedos. Leo una vez más sobre las rosas y las rosas se abren y se cierran como ojos. Como libros que son ojos, ¿es posible la contemplación de la rosa y cerrar por un instante los libros y los ojos? La rebelión de Alejandra Pizarnik fue “mirar una rosa hasta pulverizarse los ojos”. La rosa de Blanca Varela “infesta la poesía con su arcaico perfume”. Infestación y rebelión. Deleite que anula y dignifica lo olvidos, incluso aquel que grabó para siempre la rosa en un oscuro y pertinaz alfabeto. Asesinemos entonces la rosa, devolvámosle como macabra ofrenda cada uno de sus símbolos. Digamos sin miedo y sin vergüenza la rosa, abrumémosla con viejas y nuevas palabras, cortemos la rosa prohibida del jardín de Ausonio, la rosa mística en la solapa de Dante, la humilde rosa que Darío regaló a sus hetairas. Ahoguemos sin escrúpulo las rosas, la asfixia las hará enmudecer. Así veremos la invisibilidad de lo otro.
Así veremos una vez más la rosa.


De: “Abecedario del agua”