miércoles, 18 de abril de 2018


JAIME TORRES BODET





La doble

                                                   Era de noche tan rubia
                                                       como de día morena.



Cambiaba, a cada momento
de color y de tristeza,
y en jugar a los reflejos
se le iba la existencia,
como al niño que, en el mar,
quiere pescar una estrella
y no la puede tocar
porque su mano la quiebra.

De noche, cuando cantaba,
olía su cabellera
a luz, como un despertar
de pájaros en la selva;
y si cantaba en el sol
se hacía su voz tan lenta,
tan íntima, tan opaca,
que apenas iluminaba
el sitio que, entre la hierba,
alumbra al amanecer
el brillo de una luciérnaga.

¡Era de noche tan rubia
y de día tan morena!

Suspiraba sin razón
en lo mejor de las fiestas,
y puesta frente a la dicha,
se equivocaba de puerta.

No se atrevía a escoger
entre el oro de la mies
y el oro de la hoja seca,
y -tal vez por eso- no
supe jamás entenderla,

porque de noche era rubia
y de mañana morena...


NIZAR QABBANI





En tus ojos, el mundo ajusta su hora



Antes de que fueras mi amada
había más calendarios para contar el tiempo:
los hindúes,
los chinos,
los persas
y los egipcios tenían sus calendarios.
Después de ser mi amada,
la gente comenzó a decir:
el año mil antes de sus ojos
y el siglo décimo después de sus ojos.
                       
En tu amor alcancé el grado de evaporación,
el agua del mar se tornó mayor que el mar,
la lágrima del ojo mayor que el ojo
y la superficie de la herida
mayor que la de la carne.

No puedo quererte más aún
ni estar más unido a ti.
Mis labios no bastan para cubrir los tuyos,
mis brazos no bastan para ceñir tu cintura
y las palabras que conozco
son muchas menos
que los lunares que adornan tu cuerpo.

No puedo
adentrarme más en la espesura de tu pelo:
llevan años
publicando en los periódicos que estoy perdido.
Sigo perdido
hasta próximo aviso.

El lenguaje es ya insuficiente para pronunciarte
y las palabras son como caballos de madera
que corren tras de ti noche y día,
sin alcanzarte.

Siempre que me acusan de quererte,
me siento superior;
convoco una rueda de prensa
y reparto tus fotos a los periodistas,
aparezco en la pantalla del televisor
con la rosa del escándalo
prendida en mi ropa.

Escuchaba a los enamorados
hablar de sus amores,
y me reía.
Pero cuando volví al hotel
y tomé el café, solo,
supe cómo penetra el puñal del amor en el costado
para no salir nunca.

Mi problema con la crítica
es que siempre que escribo un poema en negro,
dicen que lo he copiado de tus ojos.

Mi problema con las mujeres
es que siempre que niego mi relación contigo,
oyen el tintineo de tus pulseras
en la vibración de mi voz
y ven tu camisón
colgado en el armario de mi recuerdo.

No me acostumbres a ti:
el médico me ha aconsejado
que no mantenga mis labios en los tuyos
más de cinco minutos,
ni me siente bajo el sol de tus pechos
más de un minuto,
para no abrasarme.

Si conoces a un hombre
que te quiera más que yo,
preséntamelo
para felicitarlo
y luego matarlo.


ALICIA SALINAS





Ribereña



Años después de vivir contra el río,
lo que fluye
persevera y purga.
Agua siempre adelante.

En la orilla se remeda todo pasado,
vuelvo al ruedo. En qué cuenco
el silencio de los ceibales.

Desde la isla resplandece
la dentadura vertical de las torres,
antes patios con jazmines.
Dónde está quien espera,
quien no olvida.

Como el río enloda los ramajes,
arrastro siempre una pena.
¿Y si busco lo que no es posible?
¿Han demolido también la casa
de los que me amaron, ya no saben
cómo encontrarme?

Falso Manhattan, la soledad era esto.   


OMAR JAYAM





IV. El gran secreto



45

Si la copa en que libas, si el labio que oprimiste
acaban donde todo comienza y se concluye,
piensa que ahora eres el mismo que ayer fuiste,
y más allá no harías nada más que aquí hiciste.


ZOFIA BESZCZYNSKA





nombres



piedra, piedra mía,
¿cómo te llamas me dirás un día?

tú piedra tal hierba fresca
y tú – como cebra rayada
y tú – color de tierra
y tú – anaranjada

el árbol tiene su nombre
el animal y el ave
y cómo te llamas tú
¿quién sabe?

el ámbar me canta su canto
del mar y las selvas primeras
ya sé su nombre propio
pero él no es piedra de veras


Traducción de la autora

Revisión de Laura Vargues Sánchez


VILMA TAPIA




  
9



Inmensa
despierta
la luna
lenta
pesada
empuja el cielo

se incorpora
y con sus hombros levanta
extendida noche
la sábana


De: Luciérnagas del fondo