domingo, 22 de septiembre de 2013

RAMÓN LÓPEZ VELARDE




No me condenes



Yo tuve, en tierra adentro, una novia muy pobre:
Ojos inusitados de sulfato de cobre.
Llamábase María; vivía en un suburbio,
Y no hubo entre nosotros ni sombra de disturbio.

Acabamos de golpe: su domicilio estaba
Contiguo a la estación de los ferrocarriles,
Y ¿qué noviazgo puede ser duradero
Entre campanadas centrífugas y silbatos febriles?

El reloj de su sala desgajaba las ocho;
Era diciembre, y yo departía con ella
Bajo la limpidez glacial de cada estrella.
El gendarme, remiso a mi intriga inocente,
Hubo de ser, al fin, forzoso confidente.

María se mostraba incrédula y tristona:
Yo no tenía traza de una buena persona.
¿Olvidarás acaso, corazón forastero,
el acierto nativo de aquella señorita
que oía y desoía tu pregón embustero?

Su desconfiar ingénito era ratificado
Por los perros noctívagos, en cuya algarabía
Reforzábase el duro presagio de María.

¡Perdón, María! Novia triste, no me condenes;
cuando oscile el quinqué y se abatan las ocho,
cuando el sillón te mezca, cuando ululen los trenes,
cuando trabes los dedos por detrás de tu nuca,
no me juzgues más pérfido que uno de los silbatos
que turban tu faena y tus recatos.


AMADO NERVO




La canción de flor de mayo



Flor de Mayo como un rayo
de la tarde se moría...
Yo te quise, Flor de Mayo,
tú lo sabes; ¡pero Dios no lo quería!

Las olas vienen, las olas van,
cantando vienen, cantando irán.

Flor de Mayo ni se viste
ni se alahaja ni atavía;
¡Flor de Mayo está muy triste!
¡Pobrecita, pobrecita vida mía!

Cada estrella que palpita,
desde el cielo le habla asi:
"Ven conmigo, Florecita,
brillarás en la extensión igual a mí"

Flor de Mayo, con desmayo,
le responde: "¡Pronto iré!"

Se nos muere Flor de Mayo,
¡Flor de Mayo, la elegida, se nos fue!

Las olas vienen, las olas van,
cantando vienen, llorando irán...

"¡No me dejes!" yo le grito:
"¡No te vayas dueño mío,
el espacio es infinito
y es muy negro y hace frío, mucho frío!"

Sin curarse de mi empeño,
Flor de Mayo se alejó,
Y en la noche, como un sueño
misteriosamente triste se perdió.

Las olas vienen, las olas van,
cantando vienen, ¡ay, cómo irán!

Al amparo de mi huerto
una sola flor crecía:
Flor de Mayo, y se me ha muerto...
Yo la quise, ¡Pero Dios no lo quería!


SILVIA CARBONELL




Se espera



Espero encontrar un hombre con el abrazo fuerte y la mirada cálida.
Un hombre que cuando me bese me haga sentir en casa.
Que cuide mis sueños mientras me amarra a los suyos.

No pretendo que ese hombre sepa lo que quiere,pero sí lo que tiene.
Que no busque frivolidades, que ya las tenga satisfechas.
Un hombre que cuando amanezca despierte en mí un bello día.

Que no se limite a caminar si no desea.
que si lo suyo es el vuelo, extienda sus alas y sus manos.
que me invite al viaje de lo nuevo, lo extraordinario.

Un hombre que queme mi piel al suave contacto.
que me invente en la cama y me sostenga en sus brazos.
Que no se limite a explorar el volcán encendido que le entreguen mis labios.

Un hombre arme revoluciones,
comenzando con enfrentar una guerra con cada cosa que le inquieta.
Que se cuestione, el porqué y para qué de cada sensación que le habita en el pecho. 

Que no se limite a sentir. Que destruya y que construya.
Desde recuerdos dolorosos, hasta vidas nuevas.
Futuros con tintes de presente. 

Un hombre que no deje para mañana lo que esté sintiendo hoy.
Un hombre que no le tema al pasado que no alcanzó a caminar,
porque no haya sido el protagonista de su historia.

Porque insisto, no formas parte del pasado
cuando aún sigues caminando de la mano del presente.
Hombre que no se marcha de mi lado,
es porque el pasado no fue batalla suficiente
para que abandonara la guerra.



MANUEL GUTIÉRREZ NÁJERA

  


Siempre a ti


A ti, tan sólo a ti, canta mi lira:
ahogar quiero la voz de mi garganta,
pero es en vano, que por ti suspira,
y trémula de amor tu nombre canta.

Perdona. sí. mi sueño y mi delirio;
perdona tanto amor, tanta ternura;
mi alma expira en los brazos del martirio
y canta, como el cisne, su amargura.

Bien sé que tú no escuchas mis querellas,
bien sé que tú a mi amor llamas quimeras,
y con tus plantas inclemente huellas
la casta flor de mi pasión primera.

Comprendo que tu amor que tanto anhelo
es sueño de mi loca fantasía,
porque nunca el gusano llega al cielo,
nunca se une la noche con el día.

Yo sé que la desgracia me acompaña
y sé que tu existencia es de ventura;
ninguna nube tu horizonte empaña
y yo bebo la hiel de la amargura.

Mas, ¿qué quieres que haga. dicha mía,
si el triste corazón nunca te olvida,
si en ti piensa mi loca fantasía
y enlazada a la tuya está mi vida?

¡La voluntad!... ¡Palabra mentirosa!
¡Quimérico poder del albedrío!
Yo siento que me impulsa poderosa
la mano helada del destino impío.

Si mientras lucho más por olvidarte
crece más de mi amor el ansia fuerte!
¡Si aunque yo no lo quiera he de adorarte!
¡Si te he de amar, mi bien, hasta la muerte!

El llanto amargo que por ti derramo
crece de mi amor el vivo fuego.
Mientras más me desprecias, más te amo;
mientras más me desdeñas, más te ruego. 

Bien sé que con mi amor te causo enojos,
sé también , que tú nunca has de quererme,
y que jamás tus celestiales ojos
amorosos y tiernos han de verme. 

Mas no por eso de mi amor la llama
se extingue como chispa pasajera.
de tu desdén el rayo más la inflama
y se convierte en espantosa hoguera.

Que no es mi amor ligero sentimiento
que dura sólo lo que dura un día,
la esencia es de mi propio pensamiento
y el ambiente vital del alma mía.

¡Si pudiera olvidarte! ¡Si pudiera
borrar del pensamiento tu memoria,
ha largo tiempo que arrancado hubiera
la página más triste de mi historia! 

¡Mas no!... Si yo jamás quiero olvidarte,
aunque me cause tu desdén dolores!
¡Yo siempre quiero con locura amarte,
y morir cuando mueran mis amores! 

Yo no quiero las sombras del olvido
del alma que muere fúnebre sudario;
por más que el corazón solloce herido,
quiero tocar la cumbre del calvario. 

Despréciame; aborrece, si lo quieres,
este amor que encendiste, vida mía,
el triste corazón que siempre hieres
morirá bendiciendo su agonía. 

Por eso siempre a ti vuela mi acento,
por eso el alma con amor te nombra;
quiero regar tus huellas con mi llanto,
y quiero darte mi alma por alfombra.


OCTAVIO PAZ


  
Destino de poeta


¿Palabras? Sí, de aire,
y en el aire perdidas.
Déjame que me pierda entre palabras,
déjame ser el aire en unos labios,
un soplo vagabundo sin contornos
que el aire desvanece.

También la luz en sí misma se pierde.


MANUEL ACUÑA




Adiós
A... 


Después de que el destino
me ha hundido en las congojas
del árbol que se muere
crujiendo de dolor,
truncando una por una
las flores y las hojas
que al beso de los cielos
brotaron de mi amor. 

Después de que mis ramas
se han roto bajo el peso
de tanta y tanta nieve
cayendo sin cesar,
y que mi ardiente savia
se ha helado con el beso
que el ángel del invierno
me dio al atravesar. 

Después... es necesario
que tú también te alejes
en pos de otras florestas
y de otro cielo en pos;
que te alces de tu nido,
que te alces y me dejes
sin escuchar mis ruegos
y sin decirme adiós. 

Yo estaba solo y triste
cuando la noche te hizo
plegar las blancas alas
para acogerte a mí,
entonces mi ramaje
doliente y enfermizo
brotó sus flores todas
tan solo para ti. 

En ellas te hice el nido
risueño en que dormías
de amor y de ventura
temblando en su vaivén,
y en él te hallaban siempre
las noches y los días
feliz con mi cariño
y amándote también... 

¡Ah! nunca en mis delirios
creí que fuera eterno
el sol de aquellas horas
de encanto y frenesí;
pero jamás tampoco
que el soplo del invierno
llegara entre tus cantos,
y hallándote tú aquí... 

Es fuerza que te alejes...
rompiéndome en astillas;
ya siento entre mis ramas
crujir el huracán,
y heladas y temblando
mis hojas amarillas
se arrancan y vacilan
y vuelan y se van... 

Adiós, paloma blanca
que huyendo de la nieve
te vas a otras regiones
y dejas tu árbol fiel;
mañana que termine
mi vida oscura y breve
ya solo tus recuerdos
palpitarán sobre él. 

Es fuerza que te alejes
del cántico y del nido
tu sabes bien la historia
paloma que te vas...
El nido es el recuerdo
y el cántico el olvido,
el árbol es el siempre
y el ave es el jamás. 

Adiós mientras que puedes
oír bajo este cielo
el último ¡ay! del himno
cantado por los dos...
Te vas y ya levantas
el ímpetu y el vuelo,
te vas y ya me dejas,
¡paloma, adiós, adiós!