viernes, 28 de diciembre de 2012

PEDRO GARFIAS




Coplillas a un poeta muerto



Combatió con los nombres
y los redujo a cero.
Y se fue con los hombres,
a fuer de hombre sincero.
Caminó por el río
constelado de hervores
o celeste de frío
con los mismos fervores.
Tuvo un bote, una vela,
una mar, un empeño.
Y este viento que hiela
no le cuajó su sueño.
Se fue por donde vino
-¡ay, Dios, de qué manera!-
con un fuego de vino
quemando su quimera.
Fue tan triste su suerte,
vivió tan solo y viejo,
que ni su propia muerte
acompañó el cortejo.
Y se fue -buen camino,
caminante serrano-
derecho a su destino,
con su vida en la mano.

SERGIO BADILLA CASTILLO





Temporal en Santa Cruz



Los malecones de la ciudad también zarpaban hacia
el mar,
no obstante el torbellino, el temple, las balandras
eran esenciales en plena travesía
y se eternizó en la cubierta y en los mástiles.
Naufragaron entonces las estropeadas escolleras,
el fondeadero se hizo más profundo con el temporal
un vagabundo perturbado en Santa Cruz de Tenerife,
            perdido en la negrura cuando
se apagaron las estrellas,
y así en esta vulgaridad se ensombreció la noche,
falló el astrolabio y tú en mi memoria,
la distancia falseó la travesía,
             nos desorientamos angustiados, pensando
en la venida de la muerte
y aún acumuladas las tinieblas se aclararon
como espantajos enloquecidos,
                      y después la calma
Allí se enredó el alba / en el mesana /
                                  más a la derecha del trinquete.


LÍA MIERSCH





Haikus



Entre los yuyos
he perdido un amor.
Se ha vuelto grillo



CARMEN BOULLOSA





ABIERTA



X.- Un guaje es tu boca fresca...


Un guaje es tu boca fresca,
odre de almíbar,
trozo de amor fresco que a tu contagio
vuelve carne y amor
a la muerte y al engaño.

FEDERICO GARCÍA LORCA




  
Soneto de la dulce queja



Tengo miedo a perder la maravilla
de tus ojos de estatua y el acento
que de noche me pone en la mejilla
la solitaria rosa de tu aliento.

Tengo pena de ser en esta orilla
tronco sin ramas; y lo que más siento
es no tener la flor, pulpa o arcilla,
para el gusano de mi sufrimiento.

Si tú eres el tesoro oculto mío,
si eres mi cruz y mi dolor mojado,
si soy el perro de tu señorío,

no me dejes perder lo que he ganado
y decora las aguas de tu río
con hojas de mi otoño enajenado.


HAROLD ALVARADO TENORIO





Una barba de Camden


Mientras más te cerque el día definitivo 
mayores goces encontrará la carne. 

Busca una joven y cantarás con ella
lo que une y entrelaza. 

A vuestro alrededor,
jóvenes rozagantes
se disponen a tocar tus brazos.