miércoles, 8 de marzo de 2017


EFREN REBOLLEDO




Ante el ara



Te brindas voluptuosa e impudente,
Y se antoja tu cuerpo soberano
Intacta nieve de crestón lejano,
Nítida perla de sedoso oriente.
Ebúrneos brazos, nunca transparente,
Aromático busto beso ufano,
Y de tu breve y satinada mano
Escurren las caricias lentamente.
Tu seno se hincha como láctea ola,
El albo armiño de mullida estola
No iguala de tus muslos la blancura,
Mientras tu vientre al que mi labio inclino,
Es un vergel de lóbrega espesura,
Un edén en un páramo de lino.


GABRIELA MISTRAL




Desvelada



Como soy reina y fui mendiga, ahora
vivo en puro temblor de que me dejes,
y te pregunto, pálida, a cada hora:
"¿Estás conmigo aún? ¡Ay, no te alejes!"

Quisiera hacer las marchas sonriendo
y confiando ahora que has venido;
pero hasta en el dormir estoy temiendo
y pregunto entre sueños: —"¿No te has ido?"




ELVA MACÍAS




Río Tulijá



En medio de la selva
arrastra un pavorreal
su cola de agua
en saltos sucesivos
ondula espuma
y estremece al sol
multiplicados ojos
azul
verde
agua
azul
acaudalando el paso.


EUGENIO MONTALE





Tal vez una mañana, andando en un aire de vidrio



Tal vez una mañana, andando en un aire de vidrio,
Árido, al volverme veré cumplirse el milagro:
la nada a mis espaldas, el vacío detrás
de mí, con un terror de borracho.

Luego, como en una pantalla, acamparán de pronto
árboles, casas y cerros para el consabido engaño.
Pero será muy tarde, y me iré silencioso
entre los hombres que no se vuelven, con mi secreto.


GUADALUPE AMOR




El alquimista azul



El alquimista azul
con cucurucho de astros constelado;
el encantado Abdul,
un chupamirto ajado
y un ruiseñor de color morado


EDUARDO CARRANZA




Soneto a la rosa
                                           A Jorge Rojas



En el aire quedó la rosa escrita.
La escribió, a tenue pulso, la mañana.
Y, puesta su mejilla en la ventana
de la luz, a lo azul cumple la cita.

Casi perfecta y sin razón medita
ensimismada en su hermosura vana;
no la toca el olvido, no la afana
con su pena de amor la margarita.

A la Luna no más tiende los brazos
de aroma y anda con secretos pasos
de aroma, nada más, hacia su estrella.

Existe inaccesible a quien la cante,
de todas sus espinas ignorante,
mientras el ruiseñor muere por ella.