viernes, 31 de mayo de 2019


ANNA DE NOAILLES





Descanso


Placer místico y pagano,
amor, belleza, deseo
Han hecho más daño que bien a
mi alma que ha vuelto
cansada de amar y sufrir.

Ve, mi alma no cumplida,
duerme en la oscuridad la gran suma,
habiendo soñado, por triste deseo,
alegría más allá de la vida,
y amor por encima de los hombres ... 



JOHN HAINES





El suéter de Vladimir Ussachevsky



Frente al viento de las avenidas
una tarde de primavera en Nueva York,
Me puse debajo de mi delgada chaqueta
un suéter que me regaló la esposa
de un genial Manchuria

La calidez en ese suéter cambió
la ciudad indiferente cuadra por cuadra.
Los edificios eran montañas
que huyó cuando me acerqué a ellos.

El tráfico se convirtió en ovejas y ganado
moliendo en pastos fangosos.
Pude sentir a mi alrededor el gran
movimientos de hombres y caballos.

Era primavera en Siberia o Mongolia,
donde sea que me encuentre
Voces ásperas pero honestas me llamaron
fuera de esa soledad:
me dijeron que todos estamos cansados
de este peso en espiral,
la opresión de un largo invierno;
que era hora de renovar nuestra vida,
quemar los contratos caducados,
elegir nuevos gobiernos.

El viejo sol imperial se ha puesto,
y debo escribir un poema para el Emperador.
Lo hablaré como el hombre
Debería ser un habitante de la frontera,
vestido con lana oscurecida por el sudor,
mi cara manchada por el viento y el humo.

Seguramente el Emperador y su corte
querrá saber qué tan bien
y la revolución generosa comienza mañana
en una de sus provincias remotas ...


GABRIEL CELAYA





¿Quién eres?



Con cambiarte de traje, te cambio también de alma.
(No adivinas mi angustia. No sé casi quién eres.)

Si te revuelvo el pelo tú ríes locamente
mientras a mí me duele sentirte tan informe.

Tanto puedo variarte que no sé ya que quiero.
Tú puedes serlo todo. Tú eres la misma nada.

Y te ríes, y acaso, si tus labios me buscan
son solo una medusa de silencio anhelante.


EVA STRITTMATTER


  


antes de un invierno



Hago una canción del silencio
Y a partir de septiembre luz.
El silencio de un grillo
Entra a mi poema

El lago y la libélula.
El rowan berry rojo.
El trabajo de una fuente.
El otoño olor a pan.

Los árboles muerte y lágrima.
El cuervo negro grita.
El vuelo de órgano de los cisnes.
Lo que sea que sea

Las habitaciones de arriba
Rip abrir y hacer enorme
Y cae en nuestros sueños
En una noche oscura.

Hago una canción fuera de silencio.
Hago una canción de luz.
Así que voy al invierno.
Y entonces no voy.



FLORBELA ESPANCA





La Flor del Sueño



El sueño alvíssima Flor, Dios
milagrosamente se abrió en mí,
Como un satén de la magnolia
Fosse florecer toda una pared en la ruina.

Pende en mi seno la barra blanda y fina.
Y no puedo entender cómo, por último,
Esa flor tan rara abrió así! ...
milagro... fantasía... o tal vez el destino...

O FLORÉZCAME nacido sin cardos,
que tiene que ser triste mis ojos
Si están mal por su amor!...

Dado que usted nació en mí en la noche tranquila,
voló a la extrema de mi alma
Y nunca, nunca me ha entendido...

ABRAHAM PAZ





Mañana



Desperté con la camisa
manchada de vino
y con remordimientos
en el fondo del bolsillo.

Los rostros del mundo
me tienen sordo, aturdido.
El sol es el enemigo,
el héroe, el olvido.

Pasos irregulares
marcan mi camino,
y no quiero llegar
a tu puerta.

Fue suerte austera
que en tu pórtico
me di cuenta:
soy un estúpido,
o solo un sinvergüenza.





jueves, 30 de mayo de 2019


BEYDDY MUÑOZ





Sólo siente



Los brazos piden clamor al cuerpo
para no cargarlo mas
mientras se balancea
con la exhalación del otro cuerpo.
Miras el sol
sientes el aire
miras la carretilla
y las tablas de tu cama
¿Por qué no
sostenerlo,
hasta allí,
hasta el cielo?


EDUARDO MITRE




Escritura



Dejar caer una por una
todas las máscaras
hasta la soledad desnuda
frente al tiempo sin cara.

Buscar en el silencio
donde manan las palabras
su ofendida inocencia,
su vocación de alianza.

Fijar su gracia elocuente
como el fuego y el agua.
Y atravesarlas como un puente
en un cuerpo y un alma.


De: "Líneas de Otoño"


HÉCTOR MURENA





Trabajo central



El instante
en que la espada
de lo posible
súbitámente .
se inyecta de sol,
glra, a segar empieza
los limbos palpitantes.
y más allá,
cuando como diluvio
de pétalos descienden
las tibias, las fuertes
y finas,
las iridiscentes palabras
recogida con ambas manos
antes de que se posen
sobre la realidad.
Precisamente,
libre de libertad,
lento vuelo
de pájaros
visto en un espejo,
rumor aciago, fruta absoluta,
un cadalso
cubierto de polen. Que se entienda
esta dicha terrible
que es cualquier barco
hacia todo naufragio.


ROSABETTY MUÑOZ





(El río de la noche)



El río de la noche es otro
atravesado y solo en la ciudad que duerme.
Le gusta que le lleve naranjas y poemas
que no le tema y le tema
arrullándome con alemanes hermosos
que miraban el cielo para construir su casa
y hombres tristes que se perdieron tierra adentro.
“La vida les debe lo innombrable”
y me abre los brazos oscuros.
“Podrías dormirte dulcemente”.
Me habla como a una amapola
que tiembla en el viento.

Pero amanece y no es el mismo.
El río de la noche no me reconoce
entre todas las muchachas
que cruzan el puente.


De: “En lugar de morir”



CAMILO ALEJANDRO POBLETE REY





Linares (Estación de)



Viñas, arados, invernaderos,
Pequeñas y penosas casas,
La tierra cultivada, las ojotas sucias
y el pantano desierto.

Si, eso es, un viaje en tren,
Con destino a mi destino,
Con olor a cazuela y vino tinto,
Con prietas y caminos emborrachados de alegría
Color manzana.

Un hombre orina detrás del
Antiguo roble.
Arriba un puente viejo,
Cargado de historias
Que ya acabaron.

Avanzo rápidamente, veo,
Miro y luego pienso,
Mientras percibo
el olor lejano a carbonada.

Sigo sí, e irrumpe una camioneta verde fiscal,
Que se cruza con los sueños de un hombre alegre,
Siempre alegre.

La letrina, el tren, no sé.

A mi lado duerme dulce
Quien ya ha vivido, olido y pensado,
Mientras alguien camina,
Refrescándose
por las aguas claras,
de un río tibio.

Bicicletas se montan hoy,
Ovejas comen, piensan y sufren su destino,
Mientras me detengo y me acerco al mío.


CÉSAR DÁVILA ANDRADE





Canción a Teresita
                                                 (Apasionadamente)



Pálida Teresita del Infante Jesús,
quién pudiera encontrarte en el trunco paisaje
                                               de las estalactitas,
o en esa nube que baja, de tarde, a los dinteles,
entre manzanas blancas, en una esfera azul.

Caperucita parda,
quién pudiera mirarte las palmas de las manos,
la raíz de la voz.
Y hallar sobre tus sienes mínimos crucifijos,
bajando en la corriente de alguna vena azul.
                         Colegiala descalza,
                         aceite del silencio,
                         violeta de la luz.

Cómo siento en la noche tu frente de muchacha,
encristalada en luna bajar hasta mi sien.
Cómo escucho el silencio de tu paseo en niebla,
bajando la escalera de notas del laúd.

Cuando amanece enero, con su frío de nácar,
sé que tu pecho quema su materia estelar;
y que la doble nube de tus desnudos hombros
se ampara en la esquina delgada de la cruz.

Cómo escucho en la noche de caídos termómetros,
volar, rotas las alas, el ave de tu tos;
y llorar en la isla de una desierta estrella
a jóvenes arcángeles enfermos como tú.
Teresita:
esa hierba menuda que viene de puntillas
desde el cielo a las torres;
ese borde de guzla que nace en los tejados;
esa noción de beso que comienza en los párpados;
la trémula angostura del abrazo en los senos:
todo lo que aún no irisa la sal de los sentidos
y es sólo aurora de agua y antecede a la gota,
y tiene únicamente matriz en lo invisible;
lo mínimo del límite, le que aún no hace línea,
eres tu, Teresita, castidad del espectro.
La comunión primera de la carne v el cielo.

Cuando el olivo orea su balanza de nidos,
cuando el agua humedece la niñez del oxígeno,
cuando la tiza entreabre en las manos del joven
la blancura de un lirio que expiró en la botánica,
allí estas tú, Teresita, víspera del rocío,
en la hornacina pura de un nevado corpiño,
con tu fantasma tenue, concebido en la línea
ligera y sensitiva en que nacen las sílfides.

                          Suave, sombra, celeste,
                          soledad silenciosa.

¿Quién te entreabrió ese hoyo de dalia en la sonrisa?
¿Quién te vistió de clara canela carmelita
como a una mariposa?
¿Quién colocó en tus plantas
los descalzos patines de celuloide y ámbar?
¿Quién te ungió las manos de divina tardanza
para que no pudieras
jamás herir las cosas?

                           Tenue, tímida, tibia,
                           traslúcida, turgente.

Por tu amor, la madera se vuelve una sortija
y la niebla, sonata al pasar por los álamos.

Por tu amor, en el éter se conservan los trinos,
las plegarias se tornan cascabeles azules
y la espiga, una trenza del color de los cálices.

                            Delgada, dulce, débil,
                            divina, delicada.

Tu doncellez intacta crea nardos ilesos
sobre ese fino valle del aire en los cristales,
cuando sólo es un trémulo sonido que no alcanza
a embozar en el tímpano el espectro del canto.

Novia que viajas sola
en un velero de hostias.
Enamorada pura en la edad de la garza.

                             Niña, nupcial, nerviosa,
                             nívea, naciente, núbil.

Cómo veo tus manos pasar por los bordados
y abrir una acuarela de anclas y corazones;
tus ojos que conocen esos duendes de cera
que andan con las abejas al pie de los altares.

Cómo siento tus trenzas ocultas en una gruta,
donde se agrupa el oro bajo un toldo de lino.

                              Ideal, ilusa, íntima,
                              irreal, iluminada.

¿Quién podrá olvidar tu nombre, Teresita?
¿Tu nombre que comienza en una noche de estrellas
y ha cambiado el sentido de la lluvia y las rosas?

Lo pronuncian los niños al llamar a las aves,
o al decir que las cosas les nacen en los ojos.

Las bellas colegialas que recogen en coro
una llovizna azul en el hoyo de las faldas.

Las novicias que cantan entre muros de nieve
y crucifijos pálidos.

Los monjes que hicieron de su sangre una nube
para guardar los campos con escuadrillas de ángeles.

Por tu finura de ángel con alas de violeta
y tu ternura inmensa que, a veces, se hace pena,
un Amor Infinito escribió en el cielo
la inicial de tu nombre con un grupo de estrellas


miércoles, 29 de mayo de 2019


RICARDO CASTILLO




Oda a las ganas



Orinar es la mayor obra de ingeniería
por lo que a drenajes toca.
Además orinar es un placer,
qué decir cuando uno hace “chis, chis”,
en salud del amor y los amigos,
cuando uno se derrama largamente en la garganta del
            mundo
para recordarle que somos calientitos, para no desafinar.
Todo esto es importante
ahora que el mundo anda echando reparos,
            hipos de intoxicado.
Porque es necesario orinarse, por puro amor a la vida,
            en las vajillas de plata,
en los asientos de los coches deportivos,
en las piscinas con luz artificial
que valen, por cierto, 15 o 16 veces más que sus dueños.
Orinar hasta que nos duela la garganta,
hasta las últimas gotitas de sangre.
Orinarse en los que creen que la vida es un vals,
gritarles que viva la Cumbia, señores,
todos a menear la cola
hasta sacudirnos lo misterioso y lo pendejo.
y que viva también el Jarabe Zapateado
porque la realidad está al fondo a la derecha
donde no se puede llegar de frac.
(La tuberculosis nunca se ha quitado con golpes de
            pecho)
Yo orino desde el pesebre de la vida,
yo sólo quiero ser el meón más grande de la existencia,
ay mamá por dios, el meón más grande de la existencia.


IBN HAZM





Si mira, el que está vivo muere por su mirada.
Si habla, dirías que se ablandan las piedras.
Es el amor como un huésped que hizo alto en mi espíritu:
mi carne es su alimento; mi sangre, su bebida.

De: "Sobre el olvido"



ALEKSANDR PUSHKIN





Yo la amé...



Yo la amé,
y ese amor tal vez,
está en mi alma todavía, quema mi pecho.
Pero confundirla más, no quiero.
Que no le traiga pena este amor mío.
Yola amé. Sin esperanza, con locura.
Sin voz, por los celos consumido;
la amé, sin engaño, con ternura,
tanto, que ojalá lo quiera Dios,
y que otro, amor le tenga como el mío.
                       
                                                           1829

Versión de Rubén Flórez Arcila


VICENTE GAOS





Hay un reguero dulce y encendido...


Hay un reguero dulce y encendido
de sol sobre los álamos dorados.
Y, a lo lejos, los montes ya nevados
encalman el paisaje atardecido.

Si ahora tuviera el corazón dormido,
los ríos de la sangre no encrespados,
y ojos para mirar enamorados
los chopos dónde aún tiembla el sol huido...

Si ahora como esa luna ser pudiera
que boga virginal, tan lentamente,
tan alma pura en el azul... Si fuera

un álamo, una luna, un dios luciente...
Más sólo soy un hombre en la ladera,
un hombre sólo, apasionadamente.


ISABEL RODRÍGUEZ BAQUERO





Eros



Escalo la montaña de tu pecho.
Tus manos son la suma del ardor.
Me pierdo por la fiebre de tus labios.
Nos estalla en los muslos un volcán.

Tu aroma de canela y yerbabuena.
Mi almizcle y mi naranja y mi jazmín.
Y tu olor de simiente desgranada,
y la arena anhelante de mi sed.

Las palabras son música infinita,
estremecido son de viento y mar,
puertas del abandono y la pasión.

No necesito verte: te dibujo
con mis dedos, mis labios y su sal.
Y paladeo el gusto de tu piel.


OLVIDO GARCÍA VALDÉS





El rey Cophetua y la muchacha mendiga

                                                        Burne-Jones



Ella tiene los pies como Marilyn Monroe
y una tierna
indefensión en los hombros.
Están en una sala y la ventana
descorre sus cortinas a un atardecer
boscoso,
pero es como si fuera
una esfera
de cristal. No se miran.
Él la mira a ella. Ella a lo lejos.
Hace ya mucho tiempo que él la había soñado
como un aire
de cigüeñas, una luz,
y ahora estaba allí.
Tantas vidas que no parecen ciertas
en una sola vida.
Campanillas azules en la mano.
Él sabe que se irá. No hablan
y el momento está lleno de voz,
voz acunada, lejana.
El amor es una enfermedad,
campanillas azules. Siempre en ti,
como en el sueño, volviendo
siempre en ti. Tan incierta
la luz. Como en el sueño.


De: "Exposición"



martes, 28 de mayo de 2019


ÁNGEL COLLADO RUÍZ




V



Para que sea amor
no basta
fundirse en un abrazo
juntar los cuerpos por un tiempo
compartir besos
Se requiere intercambiar silencios
solucionar pendientes
crecer hacía el otro que nos busca
Pagar la abundante cuenta
de los años
haber juntado soles de distintos lugares
Por supuesto haber reído
Para que sea amor
no hay nada mejor que conocer
la herida virtud de la meta
el gozo infinito una vez alcanzado


JAVIER BAUTISTA MUÑOZ




Rosemary



Rosemary,
la Interpol me está buscando,
regresa a las islas Frisias orientales
donde está tu casa sobre palos,
nadie sabrá que mi corazón te halló.
Detrás de Bremehaven está el mar
y más allá, un lecho de algas y vikingos
donde encajes y cascos se han cascado.
Vuelve, Rosemary, a tu parada,
tengo que huir para encontrarme,
la Interpol me busca por la costa;
ya son las doce menos cinco
y no quiero que juntos nos halen,
detrás está el mar; pero no mi corazón.