martes, 29 de septiembre de 2020

RICARDO HERNÁNDEZ PEREIRA

 



La patria del ridículo

 


 

Habitamos una tierra de nadie
una tierra extraña
donde año con año plantan su carpa los eternos titiriteros
meten sus clavos en la entraña de nuestros hijos
y martillan rabiosos
con la sonrisa estampada en la mirada

 

Vienen a cambiarnos la vida, dicen
aseguran un regalo para nuestros ojos
y si realmente creemos
podremos hacer esos sueños
una entera realidad para nuestra carne

 

Se visten de lino
se pintan la cara
y nos presentan el estrafalario circo de las pulgas
y en medio de su sonrisa ridícula y atroz
nos narran, con altibajos, las proezas de sus alimañas
¡nos gritan en la cara sus acrobacias!
y nos exhortan
a que imitemos sus portentos
porque nosotros también somos (ellos bien lo saben)
hijos de la pulga
el piojo
la lombriz
y la cucaracha.

 

Y mientras nos cantan sus canciones de feria
mientras nos muestran sus títeres siniestros
y danzan y lanzan

 

papelitos que la audiencia come
como palomitas de maíz
nos envuelven en su telaraña de ideas infinitas.

 

“Estas ideas son maravillosas”, sentencian

 

al mismo tiempo que nos sacan de los bolsillos
las pocas monedas que nos quedan para soportar el hambre de las horas
nos sustraen los sueños
mientras depositan en nuestras manos
un espejo para reírnos de lo que hallamos
en el fondo de su reflejo

 

“Respetaréis estas ideas”, dicen
mientras levantan su carpa
y nos anudan con sus lazos y correas

 

“¡Respetaréis las ideas!”
gritan

 

“¡Respetaréis!”
gruñen, mientras se alejaban afanosos,
sin dejar de apuntarnos con sus cañones de ensueños celestiales

 

Y así
se marchan
dejando a los habitantes de aquella extraña tierra
con una enorme sensación de desasosiego
deseando olvidar
por al menos unos cuantos años
la enorme vergüenza que les carcome la cara
anhelando a que llegue otro nuevo circo
que nos haga reír y olvidar
al menos por unos instantes
los días de miseria y desencuentros
que nos dejaran los actores del circo anterior.

 

 

ANNA VENTURA

   

 


En el nombre del espíritu


"Y hablarás a todos los que tienen sabiduría en su corazón, a
quienes yo he llenado del espíritu de entendimiento"
(Éxodo 28,2)


 

 

Estas pequeñas hojas arderán
con todo lo demás, si ya está escrito la
hora del exterminio. Pero,
como todavía se nos da la palabra,
pronunciamos el disenso.

.

SUSANA VÁZQUEZ

  

 

 

Un Océano dos Almas

 


 

Vienes del océano

mantra absoluto

Atiborrada espuma salobre

corriente inefable

Sobre planeas

la razón inerte

Quiero explorar tu misterio

marea sin dominio

Azotas la historia

en las orillas rotas

Cuajas los insomnios

congregados al cuerpo

Leguas desconocidas

universos imprevisibles

Timón de tormentas

dualidad de alma

Dispuestas a un arcón

al tsunami de la vida.

 

ANA TORRES LICÓN

  



Meditación

 


 

Observo atenta al silencio
tan leve como espuma,
tan luminoso,
cayendo entre mis manos.
Lo palpé
como el fulgor matinal que se cuela por la ventana,
como el ruido de las calles en la madrugada.
Lo disfruté
pude sentirlo surcar mi piel
y me tatuó con la tinta del viento,
me abrazó como un padre;
en él me refugié de mi misma,
hui de recuerdos y deseos.
para no perderme.
Siempre imaginé al silencio
sentado junto a mi abuelo,
siempre lo imaginé
jugando con los perros
echando suertes y apostando
con aquel limosnero,
Ahora el silencio es
mi cómplice.

 

JORGE SUÁREZ

  


 

El caminante

 

 


Fiel monólogo, lengua demorada

en la miel del recuerdo, pero en vano:

todo recuerdo es un licor lejano

y toda evocación es siempre nada.

Nada, la red febril de tu mirada

captura sólo el humo del verano

y la piel que acaricias en tu mano

es ya tacto sin luz. Acongojada

por tanta sombra, sus farolas verdes

prende la calle taciturna. Muerdes

tu soledad, tu soledad, tu grito,

mientras que va dejando tu pisada

rosas de polvo, sobre la calzada,

camino de la muerte, al infinito.

 


De: “Sonetos con Infinito”

 

JOHANNA CARVAJAL

  



Benzaiten

 

 

 

La flauta se mezcló

con el acunar de los bosques,

la madera trajo hoy peces de bambú.

 

*

 

El ruido de los laúdes

despertó al animal,

a la fiera que dormitaba

dentro de la caverna…

Desde la oquedad

de la piedra,

la montaña floreció.