Meditación
Observo
atenta al silencio
tan leve como espuma,
tan luminoso,
cayendo entre mis manos.
Lo palpé
como el fulgor matinal que se cuela por la ventana,
como el ruido de las calles en la madrugada.
Lo disfruté
pude sentirlo surcar mi piel
y me tatuó con la tinta del viento,
me abrazó como un padre;
en él me refugié de mi misma,
hui de recuerdos y deseos.
para no perderme.
Siempre imaginé al silencio
sentado junto a mi abuelo,
siempre lo imaginé
jugando con los perros
echando suertes y apostando
con aquel limosnero,
Ahora el silencio es
mi cómplice.
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