El caminante
Fiel
monólogo, lengua demorada
en
la miel del recuerdo, pero en vano:
todo
recuerdo es un licor lejano
y
toda evocación es siempre nada.
Nada,
la red febril de tu mirada
captura
sólo el humo del verano
y
la piel que acaricias en tu mano
es
ya tacto sin luz. Acongojada
por
tanta sombra, sus farolas verdes
prende
la calle taciturna. Muerdes
tu
soledad, tu soledad, tu grito,
mientras
que va dejando tu pisada
rosas
de polvo, sobre la calzada,
camino
de la muerte, al infinito.
De: “Sonetos con
Infinito”
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