viernes, 30 de agosto de 2013

RICARDO PEÑA




En malva azul tendida niña...


En malva azul tendida niña,
geranio de ojos de gacela
sobre el cristal de la campiña.

La pierna corre por la arena
lebrel de espuma que despide
la nalga limpia azul morena.

Es negro el pelo que la encinta
desde la nuca hasta el ombligo
azul morena y verde en pinta.

Fulgor de aristas y querubes.
Jugando a solas con el sexo
se van sus ojos por las nubes.


GONZALO ROJAS




Al silencio



Oh voz, única voz: todo el hueco del mar,
todo el hueco del mar no bastaría,
todo el hueco del cielo,
toda la cavidad de la hermosura
no bastaría para contenerte,
y aunque el hombre callara y este mundo se hundiera
oh majestad, tú nunca,
tú nunca cesarías de estar en todas partes,
porque te sobra el tiempo y el ser, única voz,
porque estás y no estás, y casi eres mi Dios,
y casi eres mi padre cuando estoy más oscuro.



ALI CHUMACERO




Viaje en el tiempo



Más crueles que el amor, el tiempo y el olvido:
inmóviles viajeros, dueños de los espacios
y amantes de los rostros muertos en la ceniza,
cubren de ausencia el mundo y sus continuas lágrimas

Larga fue la esperanza, la tarde y el deshielo
de cristales ardidos detrás de la ventana:
perduraba la vieja fotografía, siempre
eufórica de sombra y de grises recuerdos,
cuando el amor sabía a oliente eternidad.

Más permanecía, más aroma contenido
y tacto que en sí mismo guarda su testimonio
fueron los besos fúnebres de la amante lejana;
todo era persistencia, engaño y agonía
hechos de polvo férvido, de virgen consunción.

Olas que sobre el viento la muchacha abandona
y mundo que en sus ojos salva su doncellez,
ruina se tornan luego, descanso mutilado
por el viaje sin límites y el inviolable incendio
de imágenes que caen desiertas en la arena.

La mirada, el amor, los árboles y el vicio,
los besos, las estrellas, el ángel de la guarda,
víctimas bajo un puente de horror y de silencio,
corren de llama en llama, juegan con los adioses
y al fin lavan sus cuerpos en sepulcros tranquilos.

Las mujeres perdidas luchan a nuestro lado,
en vano se defienden de aquello que no existe:
la fatiga del hombre dormirá entre sus senos
y sombra habrá de ser; cuando la tierra sienta
las olas submarinas de sus ojos inútiles.

Sobre el tiempo navegan el mundo y el olvido.


De “Imágenes desterradas”



GABRIELA MISTRAL




El amor que calla



Si yo te odiara, mi odio te daría
en las palabras, rotundo y seguro;
pero te amo y mi amor no se confía
a este hablar de los hombres, tan oscuro.

Tú lo quisieras vuelto un alarido,
y viene de tan hondo que ha deshecho
su quemante raudal, desfallecido,
antes de la garganta, antes del pecho.

Estoy lo mismo que estanque colmado
y te parezco un surtidor inerte.
¡Todo por mi callar atribulado
que es más atroz que el entrar en la muerte!



ELVA MACIAS




Al borde del camino de Li Tai Po


Bajo un árbol
el vino y mi corazón
se han embriagado uno del otro
y canto.



MARGUERITE YOURCENAR




Cantilena para un rostro



Carne marcada de un rostro,
pulpa sangrante del verano;
doble lago de hielo inmóvil,
orbe azulado bajo el párpado.
Dientes chasqueando entre rosas.
Narices, portales del perfume,
donde muertos soles reposan sus halos
sobre amplios, ondulantes planos.
Rostro que ningún sueño aviva, angustiado,
casi infantil, apenas hermoso,
donde de pronto se eleva una sonrisa.
Rostro donde fluyen como arroyo las lágrimas,
extraña máscara, apariencia humana,
cofre carnal que encierra el silencio del alma.
En ti habita la inmutable belleza de la piedra,
hiriente, dura máscara, y cae la noche
cuando cierras los párpados.