viernes, 30 de agosto de 2013

ALI CHUMACERO




Viaje en el tiempo



Más crueles que el amor, el tiempo y el olvido:
inmóviles viajeros, dueños de los espacios
y amantes de los rostros muertos en la ceniza,
cubren de ausencia el mundo y sus continuas lágrimas

Larga fue la esperanza, la tarde y el deshielo
de cristales ardidos detrás de la ventana:
perduraba la vieja fotografía, siempre
eufórica de sombra y de grises recuerdos,
cuando el amor sabía a oliente eternidad.

Más permanecía, más aroma contenido
y tacto que en sí mismo guarda su testimonio
fueron los besos fúnebres de la amante lejana;
todo era persistencia, engaño y agonía
hechos de polvo férvido, de virgen consunción.

Olas que sobre el viento la muchacha abandona
y mundo que en sus ojos salva su doncellez,
ruina se tornan luego, descanso mutilado
por el viaje sin límites y el inviolable incendio
de imágenes que caen desiertas en la arena.

La mirada, el amor, los árboles y el vicio,
los besos, las estrellas, el ángel de la guarda,
víctimas bajo un puente de horror y de silencio,
corren de llama en llama, juegan con los adioses
y al fin lavan sus cuerpos en sepulcros tranquilos.

Las mujeres perdidas luchan a nuestro lado,
en vano se defienden de aquello que no existe:
la fatiga del hombre dormirá entre sus senos
y sombra habrá de ser; cuando la tierra sienta
las olas submarinas de sus ojos inútiles.

Sobre el tiempo navegan el mundo y el olvido.


De “Imágenes desterradas”



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