"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
domingo, 8 de septiembre de 2019
RODOLFO ALONSO
Diego
y los pájaros
Desde
la hierba
mi
pequeño
alza
los brazos
hace
señas
a
los pájaros
los
llama
entre
grandes silencios.
Entre
el mar
y
nosotros
hay
árboles
y
viento
Los
pájaros son libres
no
lo ven
o
se hacen
que
no pueden verlo
no
vienen
pero
andan por ahí
de
cualquier modo
Entre
ellos
y
nosotros
brilla
el sol
anda
el amor
al
aire
¡A
la salud
de
los pájaros
que
es la salud
del
universo!
ESTEBAN MOORE
“al sonido de su nombre” *
el
nombre arbitrario de este objeto que te desvela
botella,
tornillo, o piedra/ que si lanzado de voces
declina
la invisible trayectoria de alturas/ entrega
al
esfuerzo de tu oído/ el hueco eco de la colisión
la
característica de los cuerpos, peso, tamaño, etc.
*
“al sonido de su nombre”
Rodolfo Alonso, “El paseo”,
revista Ficción (43/44), 1963.
JUANA BIGNOZZI
Educada
en el vicio de los hombres
voy a la cocina y me siguen
voy al baño y golpean la puerta
me despiertan en la noche para preguntarme si
duermo
llaman por teléfono en todas mis ciudades
para avisarme cuidado con el vino y la vida
literaria
no he perdido padre ni tíos ni ahijado ni
amigos de juventud
por no perder no he perdido ni editor
ni ese hombre que ya sombra aún cuida mi paso
en las esquinas
no me han dejado caer de su mano de su vicio
de su peso de mi corazón
JOAQUIN PASOS
Cementerio
La tierra aburrida de los hombres que roncan
es aquella que habitan los pájaros pobres,
las gallinas que comen las piedras,
las lechuzas que braman de noche.
Una jícara negra, una seca tinaja,
un carbón, una mierda, una cáscara.
En la tierra aburrida de los hombres que roncan,
donde viven los pájaros tristes, los pájaros sordos,
los cultivos de piedras, los sembrados de escobas.
Protejan los escarabajos, cuiden los sapos
el tesoro de estiércol de los pájaros pobres.
Los pájaros enfermos, los vestidos de sombra,
los que habitan la tierra de los hombres que roncan.
Tengo un triste recuerdo de esa tierra sin horas,
la picada de pájaros, la que se desmorona.
Con murciélagos me persigue de noche
su horizonte de barro y su luna de broza.
En la tierra aburrida de los hombres que roncan
se hizo piedra mi sueño, y después se hizo polvo.
ALFONSO CORTÉS
La paz del sol
Yo soy el vino; el hombre es la simiente.
Subamos tierra adentro entre los ramos
de un inmutable Domingo de ramos
para abrigar a Dios eternamente.
Hoy se ha puesto mi tierra en el poniente
del marco de mi ser y prolongamos
una tarde sin horas en que estamos
cara a la eternidad del fuego ardiente.
En vano es escribir, pues no se escribe,
y lo único que pueden nuestros seres
es dictarle al amor lo que él concibe.
Basta de un buen silencio y bien del habla
cualquier cosa es así: como la quieres
y Dios es náufrago de nuestra propia tabla.
Yo soy el vino; el hombre es la simiente.
Subamos tierra adentro entre los ramos
de un inmutable Domingo de ramos
para abrigar a Dios eternamente.
Hoy se ha puesto mi tierra en el poniente
del marco de mi ser y prolongamos
una tarde sin horas en que estamos
cara a la eternidad del fuego ardiente.
En vano es escribir, pues no se escribe,
y lo único que pueden nuestros seres
es dictarle al amor lo que él concibe.
Basta de un buen silencio y bien del habla
cualquier cosa es así: como la quieres
y Dios es náufrago de nuestra propia tabla.
FERNANDO FERREIRA DE LOANDA
El ahogado
De
alhelíes la sepultura,
rociada
en tibia
afinidad
con algas,
abriga
náufragos
en
la palidez de la niebla.
Pardo
mundo inconsútil,
la
ilusión navega
bajo
el extinto albedrío
del
retardado suicida
que
purifica esperanzas.
Soñar:
ya no sueña.
Manos
clavadas en el abismo,
la
boca abierta a todo el mar
y
al pasar el laberinto,
los
ojos, ya no ojos:
dos
espejos.
1947
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