jueves, 6 de noviembre de 2014

JOSÉ WATANABE



El vado

 

Si vas por la playa donde se vadea el río
verás,
plantadas en el limo,
                 largas varas de eucalipto. Están allí
para los caminantes que van a la otra ribera.
                                   Una será tu cayado:
con ella tantearás, sin riesgo, un camino
entre las aguas turbias
                      y las piedras de resbaloso musgo.

Cuida de dejar hundida la vara
               con gratitud
en la otra orilla: otro viene:
acaso mi padre
que en las tierras amarillas busca sandías silvestres,
                   acaso yo
que regreso, retrasado y viejo,
                   mirando ansioso mi pueblo que tras el río
ondula o se difumina en el vaho solar.
                                                     Allí,
según costumbre, sembraron mi ombligo
entre la juntura de dos adobes
para que yo tuviera patria.

Deja el cayado clavado en el limo.

 

 

JOSÉ MARÍA EGUREN




 

El mustio peregrino
Vió en el monte una huella de sangre:
La sigue pensativo
En los recuerdos claros de su tarde.

El triste, paso a paso,
La ve en la ciudad, dormida, blanca,
Junto a los cadalsos,
Y al morir de ciegas atalayas.

El curvo peregrino
Transita por bosques adorantes
Y los reinos malditos,
Y siempre mira las rojas señales.

 

 

RODOLFO HINOSTROZA



Aria Verde (III)

 
Canta amor mío desnúdate bajo la lluvia
no más guardias en la Ciudad
pero un mundo hecho a imagen y semejanza de los niños
no Ciudad no Campo
/ En el principio era el deleite entre los hombres /
& tendida en la hierba
mirando millones de estrellas te miran
morderás una manzana
again
& saldremos del domo cristalino hacia las estrellas.
Morada del Hombre
Idea que se encarna en amor & viceversa, / no más / el
tiempo impone un límite
la energía sensible que emana de la naturaleza & de los
astros

 

BLANCA VARELA

 

Aquella Torturada Nube


 

V

Aquella torturada nube parecía tan firme,
ambulando,
desgarrando,
chocando con masas de ángeles.

Cóncava,
valva de nieve y soledad,
de trajín y música constante,
de arena, de resplandor
y fuga,
desierto etiope
en un tutti de gemidos
y sorpresa.

Tan exacta
sobre el laberinto de la pupila,
color perdido
de vieja misiva,
terrible silencio
de quien ha sacudido el aire
y conoce el vado de los sollozos.
Continuaba,
migradora,
llave del torbellino
como una gota pura
preñada de su propia existencia

 

 

 

GIOVANNA POLLAROLO

 

De vuelta a casa

 

Luego que chupó vinagre, dijo TODO ESTÁ
CONSUMADO

Te llevaste la almohada
que te regalé el día de navidad
el televisor
un par de libros
tu ropa.
De ti me queda, en la cama
el ligero olor de tu perfume
a punto de desvanecerse.

 

 

LUIS NIETO



La noche y sus andrajos

 

Ya va a llegar la noche con su pena,
con su fantasma llovido sobre los ojos,
con su rosario de caídas
y su bandurria de aguas amargas.

Ya va a llegar la noche con su aullido,
y nosotros lo mismo,
lo mismo que la primera vez, mirándonos
la cicatriz aguda de los recuerdos,
palpando a escondidas nuestra miseria,
contando y volviendo a contar nuestras heridas.

Ya va a llegar la noche y sus palabras.
Ya va a llegar la noche y su amenaza.
Ya va a llegar el infortunio con su noche.

Y tú, madre
-sombra dolida que nos llegas al pecho-,
cada vez más ausente con tus miradas,
cavilando siempre ese destino negro
por donde va la lágrima, por donde niña,
se te fue también tu corazón con su madero encima.
Quisiéramos esta vez comenzar de nuevo
aquella historia derribada en la boca milagrosa de la abuela;
quisiéramos escuchar cómo las rejas
van cayendo como piedras, tan lentamente apenas
que dejan un eco doloroso en la pisada.
Pero la abuela ya no está.
Su voz anciana
se apagó calladita en un rincón como una vela.