lunes, 17 de octubre de 2016


JULIETA MORENO




Cardenal



Abriste fuego en dos disparos
me atravesaste el pecho en dirección noreste
rozando músculos y órganos
mientras trazabas mapas de sangre en mi cuerpo

bifurcación que va
desde el centro y me atraviesa continentalmente
hierve al interior como mamífero en celo

el corazón se desgarra en la penumbra
grito sordo que trato de emitir
me doblo, me fragmento, me destruyo

mientras intento agarrar el aire con las manos
caigo desde un puente hacia atrás
pero atrás no hay nada, sólo un vacío desolador
que no es capaz de contenerme
porque ni mi propio peso sirve para demarcar el límite
del dolor y del fuego que abriste dentro mío.


MARCELO DÍAZ



  
Toronto



A lo lejos el ojo de los turistas advierte una pareja
como venida del Ártico ¿Interesa que
lleguemos disminuidos como las luces bajas
de un vehículo en la niebla espesa de las rutas?
Somos puntas de flechas con un recorrido programado
pero en un parpadeo la biografía que parece
tallada en granito cae en esta orilla indiferente.
Ayer nomás hicimos un nudo de oro o un amuleto
pero la alteridad por dentro del cielo estrellado
es un accidente de las simetrías. Si fuera físico
escribiría sobre cómo los movimientos de rotación
nos devuelven de un modo imperceptible
al mismo lugar como la arena de los acantilados
depositada en esta región del hemisferio.
Ni siquiera un radar de baja frecuencia podría
encontrarnos juntos tomados de la mano. El sonido
la lengua concreta de los espejismos no circula en el vacío.



LEO MERCADO




17



como una sabueso hambriento
merodeo tu noche
olisqueando
aquel sueño
en el que
por fin
volamos juntos


SUSANA THÉNON



  
Minuto



En todo instante
se renueva
la fugaz memoria de los espejos,
el perfil hosco de los cuerpos oxidados,
el andamiaje de palabras
no habitadas por manos
o por bocas oscuras.
El tiempo arruga los caminos,
borra las miradas lejanas,
va encendiendo la muerte en los rincones.
Y cómo no saber esto:
llegará un minuto vacío
que añore nuestros rostros.



ESTHER M. GARCÍA



  
Mujer ebria mirando las estrellas

                                                                                   Ana Garza Fernández
                         (Cd. Camargo, Chih. 1979 – Parras de la Fuente, Coah. 2030)



La que muere de poquito en poquito
entre trago y trago de mezcal       de cerveza    de ajenjo
de cosas imperceptibles para otros ojos
está ahí
al pie de la noche desnuda
con el maquillaje corrido
con lágrimas negras acariciando sus mejillas frías

La bella ebria mira arriba la pulsión estelar
pensando que ella es nada
sólo un trozo de carne rellena de puro dolor

A momentos observa su grasa elefantina y
su piel grisácea de ballena por donde
nunca surca la mano suave de algún amor

Sólo está la botella
El aliento etílico silbándole en su oído
el alcohol llenándole de rosas y jazmines las venas  el hígado
las inconexas ideas
En la fiesta está el ruido de las sonrisas estúpidas de borrachos
iguales a ella
No siente a la soledad que la chupa
como un hueso jugoso
ni a los lirios muertos que lentamente
le van creciendo en el corazón



MARÍA NEGRONI



  
Canción Forense



si se iluminan los huesos
como prueba de existencia

si el agua conmovida
o algún rugido mudo
se da de luz
                y aún se calcinaba

si al fin de tanto ayuno
y menos una estrella
             ocurre lo impensable

la tempestad que trae
al cuerpo sin confines

el íntimo naufragio
y el ningún abrigo