"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
jueves, 19 de mayo de 2016
JOSÉ MARTÍ
Quieren,
¡oh mi dolor!...
Quieren,
ioh mi dolor!, que a tu hermosura
De su
ornamento natural despoje,
Que
el árbol pode, que la flor deshoje,
Que
haga al manto viril broche y cintura:
Quieren
que el verso arrebatado en dura
Cárcel
sonante y apretada aherroje,
Cual
la espiga deshecha en la alta troje
O en
el tosco lagar la vid madura.
No
puede ser: La cómica alquilada
El
paso ensaye y el sollozo, en donde
Llena
de untos, finge que implora:
El
gran dolor, el alma desolada,
Ni
con carmín su lividez esconde,
Ni se
trenza el cabello cuando llora.
JAVIER GALARZA
La
guardia en Elsinor
who art thou that usurp st this time of nigth
William Shakespeare, Hamlet, acto I, escena I, línea 44
redoblaremos la guardia en la explanada?
debemos redoblar
la guardia del castillo
ahora que la sombra de un espectro
recorre estos lugares?
esta es una hora incierta y la tragedia
podría cernirse
sobre nuestro reino.
daremos crédito a lo que ven nuestros ojos?
habla. aparecido.
(padre)
que tu palabra alumbre la trama y los secretos.
vamos. las preguntas nos agobian en el terraplén.
a qué oscuro designio obedece tu presencia?
somos peones de un juego cuyas reglas desconocemos
y nuestro reino es todo el mundo.
habla con tu boca de sepulcros
con tu furia insepulta
porque nuestro amigo está triste y sólo tú tienes las
respuestas
qué ha profanado tu descanso?
por qué este destino de vigías en la noche?
ser fugas de luz en la sustancia herida de
los sueños?
qué infamia te impide morir, tal vez dormir?
será la materia de los sueños
la sombra eterna de una duda?
habla ahora si el resto es silencio.
el cielo no ha estado tan oscuro antes del alba
y nuestra filosofía no hubiera podido soñar esto.
velamos porque esta noche es larga
y tiene la fragilidad de las promesas.
vamos. habla.
nos perdemos sin palabras.
who art thou that usurp st this time of nigth
William Shakespeare, Hamlet, acto I, escena I, línea 44
redoblaremos la guardia en la explanada?
debemos redoblar
la guardia del castillo
ahora que la sombra de un espectro
recorre estos lugares?
esta es una hora incierta y la tragedia
podría cernirse
sobre nuestro reino.
daremos crédito a lo que ven nuestros ojos?
habla. aparecido.
(padre)
que tu palabra alumbre la trama y los secretos.
vamos. las preguntas nos agobian en el terraplén.
a qué oscuro designio obedece tu presencia?
somos peones de un juego cuyas reglas desconocemos
y nuestro reino es todo el mundo.
habla con tu boca de sepulcros
con tu furia insepulta
porque nuestro amigo está triste y sólo tú tienes las
respuestas
qué ha profanado tu descanso?
por qué este destino de vigías en la noche?
ser fugas de luz en la sustancia herida de
los sueños?
qué infamia te impide morir, tal vez dormir?
será la materia de los sueños
la sombra eterna de una duda?
habla ahora si el resto es silencio.
el cielo no ha estado tan oscuro antes del alba
y nuestra filosofía no hubiera podido soñar esto.
velamos porque esta noche es larga
y tiene la fragilidad de las promesas.
vamos. habla.
nos perdemos sin palabras.
ALI CHUMACERO
Poema de alta flor
Y cuando el viento sea flor marchita,
y la noche no viva sino en puro recuerdo;
cuando el silencio reine
y descienda implacable sobre lunas y estrellas.
Y cuando sólo quede la ceniza
de todo aquello que fue luz, montaña y sombra;
al final de los límites vertidos en los seres;
más allá de los tiempos.
Cuando esté la esperanza destruida
y los ángeles mudos perdidos para siempre,
y el agua tan exigua que ni Dios beberá;
después de esto, después.
Cuando el rosal se halle en plena muerte,
perdidas en la nada las sendas y las flores,
y aunque el dolor y el ser no sean más que sueño,
seremos todavía.
Y cuando el viento sea flor marchita,
y la noche no viva sino en puro recuerdo;
cuando el silencio reine
y descienda implacable sobre lunas y estrellas.
Y cuando sólo quede la ceniza
de todo aquello que fue luz, montaña y sombra;
al final de los límites vertidos en los seres;
más allá de los tiempos.
Cuando esté la esperanza destruida
y los ángeles mudos perdidos para siempre,
y el agua tan exigua que ni Dios beberá;
después de esto, después.
Cuando el rosal se halle en plena muerte,
perdidas en la nada las sendas y las flores,
y aunque el dolor y el ser no sean más que sueño,
seremos todavía.
AMANTE ELEDIN
En
las semillas
Cuando
ya no esté,
¿Quién dirá por mí
Lo que no dice el silencio?
¿Quién dirá por mí
Lo que no dice el silencio?
Cuando
ya no esté,
Ya no habrá nada:
Sólo árboles, sólo planetas;
Sólo pájaros, sólo viento infinito.
Ya no habrá nada:
Sólo árboles, sólo planetas;
Sólo pájaros, sólo viento infinito.
No
habrá otra palabra,
Sólo esta que repito
Para conocerme y encontrarme en mis calles:
Para ser un instante, un eslabón del cosmos.
Sólo esta que repito
Para conocerme y encontrarme en mis calles:
Para ser un instante, un eslabón del cosmos.
Todo
terminará en mi último paso:
Se borrarán las ciudades, las islas y los ríos.
El cielo cerrará sus ventanas,
Y volverá al sueño que siempre ha sido.
Las ilusiones tomarán cuerpo en el vacío.
Se borrarán las ciudades, las islas y los ríos.
El cielo cerrará sus ventanas,
Y volverá al sueño que siempre ha sido.
Las ilusiones tomarán cuerpo en el vacío.
Cuando
ya no esté,
Seré siempre y jamás:
Quedará sólo mi memoria
Repartida en las semillas.
En primavera abriré mis ojos en los brotes:
Se alzarán en las verdes hojas del maíz.
Seré siempre y jamás:
Quedará sólo mi memoria
Repartida en las semillas.
En primavera abriré mis ojos en los brotes:
Se alzarán en las verdes hojas del maíz.
De: “Incierta travesía”, 2006
BLANCA SANDINO
Porque si lanzo cuatro
avanzaré a primera base sin riesgo de ser eliminada,
y así, sobre el espejo, las sombras y las luces
mostrarán mi nombre.
Intactos tú y yo, dices.
Y el amor, pienso. Y la caricia de los tilos sobre la tierra espesa
(creo).
Pero yo sé que la mariposa que un día se llevó el miedo
de mis ojos
se nutre de la luz y ocupa mi memoria,
mis huesos de mineral y musgo.
avanzaré a primera base sin riesgo de ser eliminada,
y así, sobre el espejo, las sombras y las luces
mostrarán mi nombre.
Intactos tú y yo, dices.
Y el amor, pienso. Y la caricia de los tilos sobre la tierra espesa
(creo).
Pero yo sé que la mariposa que un día se llevó el miedo
de mis ojos
se nutre de la luz y ocupa mi memoria,
mis huesos de mineral y musgo.
De: “La inocencia a la luz”
FRIEDRICH HÖLDERLIN
La despedida
¿Queríamos separarnos? ¿Era lo justo y lo sabio?
¿Por qué nos asustaría la decisión como si fuéramos
a cometer un crimen?
¡Ah! poco nos conocemos,
pues un dios manda en nosotros.
¿Traicionar a ese dios? ¿Al que primero nos infundió
el sentido y nos infundió la vida, al animador,
al genio tutelar de nuestro amor?
Eso, eso yo no lo hubiera permitido.
Pero el mundo se inventa otra carencia,
otro deber de honor, otro derecho, y la costumbre
nos va gastando el alma
día tras día disimuladamente.
Bien sabía yo que como el miedo monstruoso y arraigado
separa a los dioses y a los hombres,
el corazón de los amantes, para expiarlo,
debe ofrendar su sangre y perecer.
¡Déjame callar! Y desde ahora, nunca me obligues a
contemplar
este suplicio, así podré marchar en paz
hacia la soledad,
¡y que este adiós aún nos penenezca!
Ofréceme tú misma el cáliz, beba yo tanto
del sagrado filtro, tanto contigo de la poción letea,
que lo olvidemos todo
amor y odio!
Yo partiré. ¡Tal vez dentro de mucho tiempo
vuelva a verte, Diotima! Pero el deseo ya se habrá
desangrado
entonces, y apacibles
como bienaventurados
nos pasearemos, forasteros, el uno cerca al otro
conversando,
divagando, soñando, hasta que este mismo paraje del
adiós
rescate nuestras almas del olvido
y dé calor a nuestro corazón.
Entonces volveré a mirarte sorprendido, escuchando
como otrora
el dulce canto, las voces, los acordes del laúd,
y más allá del arroyo la azucena dorada
exhalará hacia nosotros su fragancia.
Versión de Helena Araújo
¿Queríamos separarnos? ¿Era lo justo y lo sabio?
¿Por qué nos asustaría la decisión como si fuéramos
a cometer un crimen?
¡Ah! poco nos conocemos,
pues un dios manda en nosotros.
¿Traicionar a ese dios? ¿Al que primero nos infundió
el sentido y nos infundió la vida, al animador,
al genio tutelar de nuestro amor?
Eso, eso yo no lo hubiera permitido.
Pero el mundo se inventa otra carencia,
otro deber de honor, otro derecho, y la costumbre
nos va gastando el alma
día tras día disimuladamente.
Bien sabía yo que como el miedo monstruoso y arraigado
separa a los dioses y a los hombres,
el corazón de los amantes, para expiarlo,
debe ofrendar su sangre y perecer.
¡Déjame callar! Y desde ahora, nunca me obligues a
contemplar
este suplicio, así podré marchar en paz
hacia la soledad,
¡y que este adiós aún nos penenezca!
Ofréceme tú misma el cáliz, beba yo tanto
del sagrado filtro, tanto contigo de la poción letea,
que lo olvidemos todo
amor y odio!
Yo partiré. ¡Tal vez dentro de mucho tiempo
vuelva a verte, Diotima! Pero el deseo ya se habrá
desangrado
entonces, y apacibles
como bienaventurados
nos pasearemos, forasteros, el uno cerca al otro
conversando,
divagando, soñando, hasta que este mismo paraje del
adiós
rescate nuestras almas del olvido
y dé calor a nuestro corazón.
Entonces volveré a mirarte sorprendido, escuchando
como otrora
el dulce canto, las voces, los acordes del laúd,
y más allá del arroyo la azucena dorada
exhalará hacia nosotros su fragancia.
Versión de Helena Araújo
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