miércoles, 25 de septiembre de 2019


SILVIA EUGENIA CASTILLERO





Yo soy la virgen negra



Yo soy la virgen
mírame qué opaca,
tengo en la mano el trigo,
las mieses como balanza.
Yo soy la virgen negra,
oscura por mi caos,
violenta y tibia;
no tuve en mis manos
el horóscopo, nunca supe ver el cielo,
tampoco me dieron la balanza
que otras mujeres toman
y la introducen al seno
para ser luminosas.
Yo soy la virgen imperfecta,
me preñaron los campos
de ardor inconsciente,
me rondaron los vencejos
y quedé a medio terreno
tres veces preñada,
ajena a la tierra.
Quise ir tras los ángeles,
buscar un lugar en los cielos,
quise luces, quise ráfagas.
Soy la virgen negra.


VÍCTOR MANUEL MENDIOLA






La maceta



Me asomé a la ventana
de mi vecina.
Ella, metida en un fondo blanco
que le llegaba
a media pierna,
iba de un lado a otro dando vueltas.
En la mano ella
tenía una maceta.
Una maceta
sostenía la mano
de mi vecina
en un baile perfecto.
El fondo blanco
era como una
bandera sobre un viento rudo.


SERGIO BRICEÑO





Casa II



Con un cuchillo
mi padre marcaba
en la pared mi crecimiento

Después
de metro y medio
ya no hay nada.



LUCIAN BLAGA



  

La milagrosa semilla



Sonriendo, con dulces palabras me imploras
que te busque esas semillas por tantos codiciadas
que germinan en el hermoso huerto de la Utopía
a cuyo alrededor relámpagos fecundos
juegan iluminando las apacibles linfas.

Iré dejando a un lado la ciudad rumorosa,
y con pasos más firmes
que aquellos que me llevan bajo floridos arcos,
caminaré por los mercados de la primavera
en busca de los vendedores de semillas.
Tú has adivinado mi natural predilección,
mi amor profundo
por todo lo que nace en la tierra de mi patria,
todo lo que en sus fuentes se multiplica y crece.
Tú has adivinado cómo me maravilla
contemplar la creación aún oculta en el grano,
ese pequeño dios que espera caer
en los surcos de marzo.

He visto en ocasiones la milagrosa semilla
que guarda en su interior los supremos poderes.
No hay nada extraordinario en su apariencia,
pero su estirpe me inclina a suponer
que es ella la semilla que me pides.
Luminosos son siempre los colores que muestra,
verdaderos tesoros, en los sacos abiertos.
Pueden los granos ser imaginados: amarillos
o rojos y verdes y sepias y dorados.
Puros en ocasiones, otras veces mezclados.

Semejantes colores, tan nítidos y frescos,
sólo en los escudos de armas de algún país
se encuentran, y en los huevos de los pájaros.

Si llevas la joven semilla en las manos,
te parecerá oír el sonido de la sedosa arena
en las riberas de los mares orientales.

Cuando era niño, me gustaba meterme desnudo
en las barricadas llenas de trigo,
hundido hasta la boca en los granos de oro.
Sentía entonces en los hombros como el peso de un río.
Y ahora, cuando han pasado tantos años
y veo alguna vez los sacos de semillas,
apenas puedo dominar el deseo
de frotarlos contra mi rostro.
Sólo me detiene el temor
de despertar a las deidades solares,
soñadoras, firmes y dóciles.

¡Benditas sean las semillas de hoy y de siempre!
El pensamiento de un verano cálido
y un alto cielo de luz violeta y pura
se esconden en ellas mientras dormitan.
Un dulce crujido de campo y mediodía
palpita en el sueño de las semillas,
un siglo que transcurre,
un pueblo de hondas frondas
y un rumor de estirpe que canta.


JORGE EDUARDO EIELSON




  
Impromptu



éste es tu cuerpo o nada
una nube o una rueda
un caballo o cinco dedos
qué alegría estoy vivo
o la lluvia
un ruido de tijeras
cuatro pasos un silbido
un grito    una habitación
otro grito
un cometa en el cielo
un cuchillo en la boca
dos ojos abiertos una esfera
dos ojos más
siete brazos    una mano
tres o cuatro tigres
una cabeza rubia
un beso de mamá
cuarenta espejos rotos
cuarenta tíos carlos
un teléfono sonando
un cadáver en el suelo
un señor aburrido
una historia cualquiera
un teléfono sonando
tres o cuatro tigres
qué tarde me acuesto
estoy solo
una palabra u otra
no importa qué cosa
un teléfono sonando
un cadáver en el suelo
una raza de perro
un perfume de francia
etcétera    etcétera


De: "Tema y variaciones"


GALVARINO PLAZA





Terceras referencias (vii) epigra / fe


Te levantas  /  eres aún ese niño idiota corriendo ciega-
Mente tras extendidas manos nunca ami-
gas  /  con el mismo amor o su esperanza caes en el sue-
ño  /  das la nota en los lugares  /  cerca o lejos irrum-
Pes en el inconformismo de las grandes ceremonias  /

                                                       "La poesía ha sido seguramente un
pilar del techo que cobija tu demencia"  /

Se te levantan los muertos de entre los vivos con ente-
ra parsimonia  /  y sueles danzar para matar agravios
nunca inferidos  /  se te negó la tierra la larga tierra
/  la orgía de tu mar y su obstinado rito y aún te la-
dran desde la otra orilla  /  Inmenso charco  /  los perros
del odio  /  pero retornas ciego cada día al inventario
de tus primeros pasos
                                                         "En estos itinerarios que a menudo
he seguido, hasta la sorpresa se me ha hecho familiar;
ya no trepo los helechos y las rocas sino entre los
fantasmas de mis recuerdos."
¡Oh prebendas las de la muerte sumergida en los actos!


De: “Desfigurantes referencias”