sábado, 27 de marzo de 2021

K ZA WIN

 

 

 

Carta desde una celda

 



Querido Padre,
el Río, cuyo estómago
fue abierto de un tajo,
le ha declarado la guerra a nuestra pequeña casa en la ribera, ¿no es así?
Justo en frente de la casa
estarás buscando a alguien
que te ayude
con los postes del terraplén
para enderezar el río,
para llenar sus huecos con
bultos de arena.
En el agua turbia,
que se alza como una lanza de bambú,
estarás contemplando
la plantación de ajonjolí –
cargada con frutas
lista para la cosecha.
Estarás pensando
en ese puñado de arroz en tu boca
que están a punto de arrebatarte.
Quizás encontrarás consuelo
en la religión, contemplando
nuestros cinco enemigos.
Quizás después
pensarás en el vacío
que las labores de un hijo puede llenar.
Un hijo, dos hijas y un hijo;
El mayor es un poeta en prisión,
la primera hija, una maestra de escuela,
la segunda, una graduada en la cocina,
el más joven, un estudiante.
Tu hijo poeta,
¿acaso será de alguna utilidad
como el dah que usas para limpiar el campo?
Padre, no perdones.
¡Nada!
“Pho Chan, hijo,
¿por qué escucho ruidos detrás de ti?”
Me preguntaste al teléfono.
“Estoy en la parada de autobús
de camino a entregar un texto a un periódico,” mentí.
De tu hijo mentiroso en el muelle
a matones que te endulzan el oído
con las puntas de sus lenguas,
“Para nuestros campesinos benefactores…”,
porque quieren colocarse a tus espaldas,
ódialos a todos, Padre.
Ódialos a todos.
Un ladrón
no está armado.
Un matón lo está
hasta los dientes.
Si los ladrones son ingobernables,
si los matones son ingobernables,
¿cuál es el punto de tener un gobierno?
Lo que sea que les ocurra a las junglas
lo que sea que les ocurra a las montañas
lo que sea que les ocurra a los ríos
a ellos nada les importa.
Aman el país
justo como aman rallar un coco,
desde adentro hacia afuera,
para drenarlo.
Pedestal tras pedestal, para hacer más alto su trono,
apuntarán sus armas hacia la urna
en la frente del Gran Buda.
Su clase es de esa calaña.
Hay que maldecir a esa clase
y si tu religión lo prohíbe
permíteme deshacerme de esta religión.
Volveré el aire azul
de tu parte.
Quizás aún no lo sabes.
Tu hijo fue
arrestado
por exigirle a la llamada policía
que no lastimara a la población civil.
Algún día
tu hijo, que no es un ladrón
ni un matón
se volverá útil,
bueno como tu dah que limpia los campos.
Por ahora, Padre,
mantén tu vista en la plantación
que has arado con tus hombros desnudos.
Sigue cantando
el himno
de La Unión Campesina.

 
Tuyo siempre,
K Za Win


Celda 1, Sección 10
Prisión de Thayawaddy.

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