Cumbre del corazón
Todo mi
corazón cabe en tu mano
y en
este corazón ya cupo el mundo:
el
mundo que no cabe en parte alguna,
salvo
en tu mano dios, la continente.
Todo mi
corazón late en tu mano.
Se
marcha por el tacto hacia las cosas,
se
adueña de tu mundo, que es el mío,
para
llamarse entonces mundo nuestro,
lo solo
para dos, lo contenido.
Todo mi
corazón sabe en tu mano,
conoce
por tu piel la piel del mundo,
que
nunca nos contiene en cuanto somos,
algo
que sólo puede el corazón.
Todo mi
corazón crece en tu mano,
que lo
eleva a la altura tuya y mía,
nuestra
cumbre mejor, los contendientes.
Todo mi
corazón lee en tu mano
las
líneas que tu mano ha dibujado,
para
que el corazón, su gran cartógrafo,
se remonte
a las fuentes trazo a trazo.
Todo mi
corazón canta en tu mano,
se hace
rima de todo cuanto escuchas,
y tú lo
escuchas todo,
y todo
canta.
Todo mi
corazón sangra en tu mano,
se
purga con dolor de un mundo enfermo,
se
purifica en ti,
y tú lo
sanas.
Todo mi
corazón es, en tu mano,
la mano
que ahora escribe este dictado
que
dicta el corazón incontinente.
Mi tuyo
corazón ya no es el mío,
mi tuyo
corazón arrebatado,
la
propiedad privada de tu mano.
Nada de
cuanto he escrito lo he entendido.
Nada sabe
de ti la inteligencia.
Tampoco
el corazón,
y sabe
todo.
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