Su
pupila brilló como una brasa
En la tiniebla de su rostro.
Ella,
Como tras de una nube nívea estrella,
Parecía irradiar bajo la gasa
De su túnica grácil:
Era una
Melancólica anémona
Entre una malla de fulgor de luna:
Un lánguido asfodelo
Que empezaba a dormir era.. ¡Desdémona!
Frágil y blanca, ante la noche: ¡Otelo!
El Sultán de los cielos implacables,
El demonio divino
Del odio y del amor, sus formidables
Ojos negros pasea
Por el inmóvil cuerpo venusino
De su amada
¡Su faz relampaguea
Como un carbonizado torbellino,
Como una tempestad sorda y obscura!
¡Ah, yo soy como Dios, que siempre hiere
Donde más ama! con dolor murmura
Y acerca su puñal a la blancura
De aquella carne casta, y grita ¡Muere!
¡Y hunde, hasta la dorada empuñadura,
La fina hoja que a su mano adhiere!.
¡Ni un ay! La sangre corre. Otelo llora:
Y parece ante Otelo
Aquella muerta, un témpano de hielo
Que nada en los carmines de una aurora.
¿Mayor crimen concibes?
¡Oh, qué execrable hora!
Era inocente. ¿Y tú? Ya ves: ¡tú vives!
En la tiniebla de su rostro.
Ella,
Como tras de una nube nívea estrella,
Parecía irradiar bajo la gasa
De su túnica grácil:
Era una
Melancólica anémona
Entre una malla de fulgor de luna:
Un lánguido asfodelo
Que empezaba a dormir era.. ¡Desdémona!
Frágil y blanca, ante la noche: ¡Otelo!
El Sultán de los cielos implacables,
El demonio divino
Del odio y del amor, sus formidables
Ojos negros pasea
Por el inmóvil cuerpo venusino
De su amada
¡Su faz relampaguea
Como un carbonizado torbellino,
Como una tempestad sorda y obscura!
¡Ah, yo soy como Dios, que siempre hiere
Donde más ama! con dolor murmura
Y acerca su puñal a la blancura
De aquella carne casta, y grita ¡Muere!
¡Y hunde, hasta la dorada empuñadura,
La fina hoja que a su mano adhiere!.
¡Ni un ay! La sangre corre. Otelo llora:
Y parece ante Otelo
Aquella muerta, un témpano de hielo
Que nada en los carmines de una aurora.
¿Mayor crimen concibes?
¡Oh, qué execrable hora!
Era inocente. ¿Y tú? Ya ves: ¡tú vives!
No hay comentarios:
Publicar un comentario