No tanto la clara fuente...
No
tanto la clara fuente
desea
ciervo herido,
como
yo, vuestro rendido,
estaros
siempre presente.
Al
grande y dulce reposo
do
está mi contentamiento,
por
otra puente no siento
hallar
otro paso, ni oso.
Tarde
me llega aquel día,
para
mí tan deseado,
muy
caramente comprado
con
dolor y pena mía.
Pero
al fin, tarde o temprano,
que
ha de venir estoy cierto,
si
muerte el camino abierto
no
lo cierra con su mano.
No
puedo ser de esperanza
por
ningún caso lanzado,
porque,
señora, os he amado
según
bienaventuranza.
Y
de vos favorescido
contra
mí cosa no siento,
si
vuestro consentimiento
me
otorga lo que le pido.
De
grandes dolores siento
un
monte delante puesto,
de
mil estorbos que opuesto
se
han a mi contentamiento.
De
mí preguntaros nueva,
señora,
tengo temor,
dudando
que no hay amor
para
mí puesta a la prueba.
Y
de no sabello temo
vivir
en mayor tormento
y
estos dos males que siento
por
cualquier lado me quemo.
No
está a vos el contentaros
de
cumplir lo que yo pido,
si
bien queráis por partido
contra
vos misma forzaros.
Amor,
amor es aquel
que
es fuerza que os aconseje
para
que mi bien se deje
en
vos cumplido y en él.
Cosa
alguna os dé temor
de
que rescibáis despecho,
mis
pensamientos han hecho
la
verdad de su color.
Que
serviros habrá sido
en
firmeza confirmados;
de
tal suerte de criados
quiere
ser amor servido.
Si
mentira os paresciere
este
lenguaje que oís,
o
vos sin amor vivís
o
no sabéis lo que quiere.
Muy
mal puede reposar
quien
siente aqueste tormento,
tan
sólo en el movimiento
tendréis
siguro lugar.
Versión de Francisco de
Quevedo
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