Corre
Corre,
amor mío,
tan lejos hasta donde tu culpa te arrastre,
tan
lejos hasta donde tu orgullo te lo permita
y
puedas ocultarte del manto de la deshonra.
Yo
estaré aquí, en esta casa del reposo,
contemplando
tu entera desnudez y tu vergüenza,
y
viviendo en el hueco que dejas en el vacío de las horas
y del insomnio.
Ve y
habita otros cuerpos,
otros
alientos,
otras
razones
y
refúgiate en el olvido de otros besos,
si
es que esos besos llegan,
si
es que el olvido toma parte también contigo,
porque
la memoria es perra y la costumbre ruda,
y la
vida da justas cuentas
de
lo que a cada uno nos toca.
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