La otra mujer
Quizá
como la mujer de Lot
sea
condenada por mirar atrás
la
lujuriosa ciudad en llamas,
quizá
mi destino sea ser estatua de sal
erosionada
por el viento,
quizá
sea condenada por mirar,
por
mirarte,
tal vez
mis ojos adquieran la dureza de la piedra
y mi
color oscuro la blancura del mármol,
todo
por la voluptuosidad de tus formas,
la
lujuria de tu cuerpo,
Sodoma
y Gomorra en un cuerpo de hombre,
yo,
la que
miro.
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