Los pájaros no ven la tristeza
Con el tiempo se aprende a ocultar la
tristeza.
Hasta
para los amigos se vuelven reales
la
fingida sonrisa, el tono efusivo de la voz
y la
alegría ostentada en el abrazo.
Se
aprende a llevarla tan dentro,
en el
fondo de los ojos,
que su
oscuridad también se deslumbra
con el
brillo aparente de la mirada.
Se
disfraza de tal manera la tristeza que los pájaros
se
posan y cantan y duermen sobre ella.
Se
aprende a encubrirla entre la carne
a no
desnudarla frente a los extraños
a darle
el más dulce rostro
para
que el mundo no la vea tan triste.
Con el
tiempo se aprende
que
solo se puede ocultar la tristeza
cuando se lleva en las entrañas.
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