lunes, 30 de septiembre de 2019

SANTOS LÓPEZ


  


Decimos oro.
Y el apetito de lo extraño limpia su camino de saña;
y de lo propio, la roca de los muertos rueda hacia su volcán.
El hombre destinado al péndulo continúa su vaivén de trueque.

A un lado prueba el amor y en el otro, la repugnancia y sus lenguas.
Al pensar su permanencia, abre suspenso.
No sigue ningún cauce ni leyenda.
Los anhelos no pasan cuando oímos quietud.

Decimos verdad.
Y de qué manera gozosa el caos agrada a nuestros sentidos
y los disuelve en su hora.
El cielo en la balanza es apenas un huésped del día.
La luz hace luz en las palabras.
Y la noche tiene un préstamo pálido de la imaginación;
y es prenda de la blasfemia bajo un sol celoso.
Decimos adorno.
Y venimos al mundo en dos tiempos inseparables:
Un milenio de mentiras recalentado en su sed
Y otro de fantasía, donde las aguas se beben estancadas.



No hay comentarios:

Publicar un comentario