Sin manos
No
esperaba
que me
atravesaras cual flecha pagana.
No
esperaba
que
entraras en mi lenguaje, en mis palabras
y en
los gestos de mis manos.
No
esperaba
que te
volvieras culta.
No
esperaba
perder
la corona y mi derecho de sucesión:
era
fuerte y famoso,
mis
soldados llenaban la tierra y el mar
y mis
banderas cubrían los orientes.
No
esperaba que hubiera un terremoto,
que se
partiera el mar,
y que
un día, tus ojos me dividieran en dos.
No
esperaba
cuando
te besé, olvidarme los labios.
No
esperaba
cuando
te abracé, volver sin manos.
Mayo, 1983.
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