Fundación de la casa
XVI
Hay
días en que te dejo ir sola por la calle,
para
ver que a tu paso el mundo no protesta.
Me
gusta constatar que mi mirada
no es
la única que brinda su homenaje
a tu
lujoso andar desmañanado.
Observo
que, muy cerca,
va
alguno caminando que ahora te desea
en esa
seriedad en que te envuelves.
Y tus
pequeños pies no se apresuran
porque
no has visto en tu reloj la hora.
Con
impaciencia cruzas
el aire
enrarecido
de la estación
del metro.
Te
sigo, duplicando mis esfuerzos
porque
te has percatado
que,
como siempre pasa,
se te
ha hecho un poco tarde.
Te vas
apresurando,
yo te
sigo muy cerca.
Pero me
gustaría
poder
captar de ti todos los ángulos.
Como
ahora que ya miro tu ademán de disgusto
por un
sucio piropo
que te
ha soltado algún desconocido.
Pero te
sobrepones con firmeza.
Tal vez
tan sólo pienses
que yo
tendría que estar siempre a tu lado.
Pero de
nuevo ocurre:
La
gente se interpone entre nosotros.
Ya n o p u e d o a l c a n z a r t e.
Ahora
irás sentada
si hubo
un poco de suerte
en el
asiento de un vagón muy lleno.
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