Postales
del fin del mundo
A María Albán
Para
contarte desde tan lejos,
habría que soplar palabras que entienda el viento,
como los perros
comprenden el silbido amigo desde las sombras,
y así la tierra llame a la tierra
y la llama que vuelve termal el deshielo;
y torcer su intestino azumagado e hirviente,
atenuando el hielo concentrado que traslapa desvelos
ateridos en sueños burbujeantes de hogueras.
Para contarte desde tan lejos,
habrá que tener la paciencia
del eco que todas las lenguas sabe
y oirás del papel confinado a un zapato roto
una llama de súbito reanimada por la brisa
y un nocturno regreso que resplandece
en la mirada ansiosa de una mujer que aguarda.
habría que soplar palabras que entienda el viento,
como los perros
comprenden el silbido amigo desde las sombras,
y así la tierra llame a la tierra
y la llama que vuelve termal el deshielo;
y torcer su intestino azumagado e hirviente,
atenuando el hielo concentrado que traslapa desvelos
ateridos en sueños burbujeantes de hogueras.
Para contarte desde tan lejos,
habrá que tener la paciencia
del eco que todas las lenguas sabe
y oirás del papel confinado a un zapato roto
una llama de súbito reanimada por la brisa
y un nocturno regreso que resplandece
en la mirada ansiosa de una mujer que aguarda.
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