No
preguntes...
No
preguntes, qué fui yo, en otros años,
como
queriendo encontrar
la
clave para nuestro amor.
Porque
exquisitos son
los
planes espontáneos
y
las historias que puedan
escribir
nuestras manos hoy.
Entiendo,
que le temes al fracaso.
Pero
no cuestiones
el
destino de los dos.
Deja
que el enigma
se
revele paso a paso,
sin
escuchar los supuestos
de
nuestra propia voz.
Tan
solo,
regálame
un momento
para
dibujar tus labios,
divinizados
por su mudo esplendor,
y,
enajenarlos de esta emoción que siento
mientras
agradezco,
por
su incitantes formas,
la
gran inspiración de Dios.
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