Hora 29
A veces
te recuerdo
con el
asombro
que
contemplaste
un loto
en los jardines
de
aquel palacio florentino
convertido
en albergue
A veces
vuelvo a mirar tu rostro
frente
a las catedrales
góticas
A veces
retorna tu estupor
ante la
música escuchada
en un
teatro inmenso
y
lejano
perdido
entre la bruma
del
recuerdo
de una
ciudad
con su
medialuna de mar
entre
las casas.
A veces
cuando azotan
mistrales
a mis velas
y caen
a lo lejos arboledas enteras
tu
rostro de Granada
fascinado
regresa
y te
siento
remota,
pero
también más cerca,
íntimamente
amada
piel a
piel
sueño a
sueño
A veces
no
retornan
ni tu
voz,
ni tus
manos,
todo
vaga en remotas aldeas
de
infortunio,
todo es
piedra de olvido
y raíz
de tiniebla,
sólo me
queda entonces tu rostro desvaído
ante la
luz asida
por los
impresionistas
o tu
voz en la noche helada
de un
febrero en que todas las aguas
cantaron
como un
coro
de
sirenas de plata.
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