Sueño del escorpión
Un
escorpión en medio
de
un círculo de fuego
se
abrasaba (y un hombre
reía)
y en el centro
tenía
el cuerpo abierto.
En
medio de la carne
dañada,
puso un beso
el
aguijón, qué dulce
placer,
qué hiriente trueno
de
dolor, qué alegría
de
veneno crujiendo.
La
carne, acostumbrada
a
hervir en el incendio,
se
refrescó y quedara
sucia
ceniza negra
o
del placer secreto
o de
la fruta ajena
que
se pudrió por dentro.
Y yo
no sé quién soy:
si
el aguijón, si el hombre,
si
el veneno o el fuego.
De: “Prado
negro”
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